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Economía

"En Andalucía la agroindustria no se ve como un sector estratégico"

Jerónimo Cejudo fue reelegido el pasado mes de marzo decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía. Entre los objetivos que se ha marcado para los próximos cuatro años, además de garantizar a través del visado los trabajos profesionales, agilizar los trámites para desarrollar nuevas actividades agroalimentarias, profesionalizar aún más el sector y fomentar la transparencia en la cadena de valor de los alimentos.

-¿Cuáles son, en su opinión, los principales retos a los que se enfrenta el sector agroalimentario?

-El principal es producir alimentos suficientes para la sociedad en cantidad, precio y calidad, sobre todo teniendo en cuenta el crecimiento de la población mundial y la globalización de los mercados. Para conseguirlo, la agricultura y su industria asociada debe verse como un sector estratégico.

-¿No lo es ahora?

-No. El empresario agrícola ha sido visto tradicionalmente como un señorito o un cazurro, sin término medio. No un sector bien visto y, sin embargo, es nuestra principal industria, junto al turismo. Andalucía es el principal productor de alimentos de España, y eso es importante y relevante por sí mismo. Sin embargo, desde la opinión pública esto no está lo suficientemente considerado.

-¿Tampoco para las administraciones es estratégico?

-Pues no. Es un sector muy burocratizado. Para cualquier actuación o iniciativa de tipo agroindustrial o agrícola se consideran antes factores de todo tipo, administrativos, ambientales... que los que corresponden a la propia actividad. No es normal que para crear una granja de gallinas ecológica tengan que pasar meses o años. Esto no es una industria pesada. No existe una ventanilla única eléctrónica y para hacer trámites hay que ir a diferentes consejerías y llevar los papeles. Eso es una pérdida de tiempo.

-¿Cómo ven los ingenieros agrónomos la PAC que se avecina?

-Puede suponer una pérdida de recursos para el sector, habrá más condicionantes ambientales y más tecnificación, y se requerirá más conocimiento del medio. Es posible que las empresas tengan más tamaño, con más tecnología y ahí los ingenieros tendremos un papel, porque la exigencia será mayor.

-¿Cuáles son los mayores riesgos?

-El empresario agrícola es muy vocacional y además se requieren de inversiones a largo plazo que tardan en volver. Si se llegara a desmantelar el sector la Administración no podría recuperarlo con una decisión política o económica. Eso no es posible. La pérdida sería irreparable. No se percibe la importancia de esto: mucha gente cree que los alimentos salen del frigorífico.

-El principal problema del agricultor ahora mismo es el de la rentabilidad por los bajos precios.

-En esto la Administración tiene un papel fundamental. Tiene que regular y controlar la cadena, y garantizar a los consumidores que lo que compran es realmente lo que compran. Que el aceite ecológico es ecológico; que el jamón ibérico de bellota es de bellota. No se hace lo suficiente por garantizar que esto es así y en el consumidor se ha generado mucha confusión.

-Pero, con la crisis, el consumidor busca lo barato, el precio.

-Perfecto, pero el mercado debe dejar bien claro qué es cada cosa y que se pare en el escalón que estime oportuno. En el caso del ibérico de bellota se han certificado cerdos sin ir al campo.

-¿Cómo han evolucionado los visados de instalaciones agroalimentarias, teniendo en cuenta que ya no son obligatorios?

-Han caído entre un 20% y un 25%. La mitad de este descenso se debe a la transposición de la directiva de servicios y la otra mitad a la crisis económica. Nuestra obligación es que esto repercuta lo menos posible en los colegiados y garantizar a la sociedad un servicio profesional cualificado.

-El colegio siempre ha estado a favor de los transgénicos.

-Es inevitable que acabemos usando la biotecnología en la producción agroalimentaria, y será beneficiosa. No puede ser que la India, Estados, Unidos y China estén ya en ello y Europa no. Los criterios en contra están basados en prejuicios y el problema es más de opinión pública. No se entiende que cuando se usa en medicina sea un gran logro y cuando se usa para los alimentos es perjudicial.

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