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Economía

EEUU, el nuevo maná para la exportación

  • Las empresas andaluzas optan por este mercado como alternativa a la UE y han elevado sus ventas desde 2009 un 111% El tratado de libre comercio puede intensificar el intercambio

Estados Unidos es un mercado goloso para las empresas andaluzas, sobre todo en los últimos años. Entre 2009 y 2015 la región ha más que doblado (+111,2%) el valor de sus exportaciones al gigante norteamericano, por un valor conjunto de 8.547 millones, el 14,2% de lo que vendió España. A la inversa, las importaciones desde EEUU se han cuadruplicado en seis años, lo que da cuenta de que la relación comercial se ha intensificado en las dos direcciones.

Las ventas andaluzas, aunque crecientes, han sido irregulares, por el cambio dólar/euro, el precio de los carburantes y la volatilidad del aceite de oliva. En el último año (de 2014 a 2015) las ventas regionales cayeron un 29,4%, de 1.712 a 1.208 millones (en un momento de debilidad del euro) y las importaciones desde EEUU, sin embargo, pasaron de 1.303 a 1.786 millones.

Si hay un hecho que puede alterar o intensificar este intercambio de productos es el TTIP (Asociación Trasatlántica del Comercio y la Inversión, por sus siglas en inglés), un tratado de libre comercio entre la UE y EEUU que ya está en la fase final de la negociación. En los últimos meses, la Comisión Europea ha emprendido una campaña para explicar un tratado muy discutido por parte de la sociedad civil por sus posibles efectos en la protección de los consumidores, la seguridad alimentaria y el medio ambiente. En esta campaña participan firmas andaluzas como Aertec, AGQ Labs, Agro Sevilla, Angel Camacho, Luxeapers o Mármoles Luis Sánchez, posicionadas todas a favor de este acuerdo.

Jochen Müller, analista político de la Representación de la Comisión Europea en España y experto en el acuerdo sobre el TTIP, explica que, con los aranceles en un nivel bajo, el principal beneficio para las pymes sería el de la eliminación de trabas burocráticas. Pone el ejemplo de la aceituna: "Un inspector comprueba en España que la carga se ajusta a las normas cuando llega a Miami o Nueva York es inspeccionada de nuevo por empleados norteamericanos; eso supone una pérdida de tiempo, y además es la empresa la que paga por el servicio, por dos veces". Las empresas también tienen el problema del etiquetaje, del embalaje y de los formatos. Las normas son distintas en la UE y EEUU, lo que hace que se incremente el coste de fabricación, ya que hay que hacer productos específicos para una zona y otra. "Para una multinacion esto supone un gasto asumible en su previsión de gastos, pero para una pyme puede ser lo que le frene para decidirse a exportar".

Las empresas también podrían beneficiarse, añade Müller, de la eliminación de la llamada Buy American Act, una normativa que obliga a las contratistas de proyectos a adquirir al menos el 60% de los productos y servicios en el propio país. Con su supresión, ACS, Ferrovial, Iberdrola o la propia Abengoa podrían recurrir más a las pymes españolas y andaluzas. Algo parecido ocurre con la movilidad laboral. Ahora mismo no es posible la contratación de españoles para proyectos en EEUU, a no ser que ningún norteamericano pueda desarollar ese trabajo. Además, los trámites para los visados profesionales son larguísimos, y se pueden extender hasta año y medio.

En cuanto a los sectores, el aceite de oliva, por ejemplo, ha pasado de los 66 millones de 2009 a los 209 de 213 millones de 2015, y aún tiene un extraordinario margen de crecimiento ya que EEUU sólo es capaz de producir el 5% del consumo. También hay opciones de desarrollo para el textil, recuerda Müller. En este caso, sí que afectan los aranceles, con tasas de entre el 15% y el 30% (35% en el calzado). Firmas como Isesa -exportadora sevillana de sombreos, con gran éxito entre la comunidad judía- y Mayoral tienen una oportunidad en la presumible desaparición de estas barreras. El sector del atún rojo sería otro con posibilidades, y más teniendo en cuenta que ahora mismo EEUU tiene un acuerdo preferencial con atuneros ecuatorianos.

La eliminación de barreras también puede hacer que productos norteamericanos entren en el mercado andaluz. Y esto genera recelos. Por ejemplo, si se eliminaran por completo los aranceles el poderoso sector cárnico norteamericano podría entrar en Europa y hacer daño al europeo. Esto afecta especialmente a Irlanda, y para remediarlo la UE propone que "el arancel llegue a ser cero y que a partir de una cuota de 50 toneladas las tasas se incrementen", explica Müller. En lo agroalimentario, el producto estrella que compramos es la almendra (con 54 millones en ventas en 2015) y esto podría colisionar con un sector en claro auge en la región.

En la negociación, la UE pretende proteger las denominaciones de origen y las IGP (Indicación Geográfica Protegida), algo complicado si se tiene en cuenta que estas figuras no existen en EEUU, que tiende más a proteger marcas (como la Coca-Cola). La Comisión pretende un acuerdo similar al alcanzado recientemente entre EEUU y Canadá, que da cobijo a unas 150 indicaciones geográficas. El problema es que, en el caso del vino, la lista actual no incluye las denominaciones de Jerez y Málaga y la UE está luchando para que entren. Si lo consigue, estos productos entrarían en EEUU con el mismo rango legal que en Europa

La Comisión Europea espera que antes de que finalice Obama su mandato esté listo el acuerdo, pero parece complicado. La fortísima presión de la opinión pública europea para que no se rebajen los estándares medioambientales, de seguridad alimentaria y de protección al consumidor hace que la UE establezca líneas rojas. Müller entona el mea culpa, además, sobre la falta de transparencia que ha rodeado al proceso. "Comenzamos a negociar como siempre lo haciamos, pero la sociedad civil demandaba más información y hace un año y medio reaccionamos", afirma, y rechaza que el tratado beneficie a las grandes corporaciones. "Al revés, favorece a las pymes; para las grandes las barreras actuales son muy poco en su estructura de costes".

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