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Elvira Méndez

"Ninguna ley dice que sea obligatorio convertir la deuda de los bancos en deuda soberana"

  • Islandia es la historia de un milagro roto y una catarsis abortada in extremis por la casta política. Méndez explica el estallido de la burbuja financiera y las soluciones de urgencia adoptadas.

El frío de Islandia y sus vientos ásperos equivalen a algo parecido al formol, porque el 1966 de Elvira Méndez parece como mínimo un vigoroso 1975. Residente desde hace 11 años en Reikiavik, la madrileña expresa una moderada consternación por las camadas con las que trata diariamente en las aulas tanto en inglés como en islandés, chavales sin una cultura del esfuerzo, mentes multitarea que nunca rascan la superficie de los hechos, vikingos alérgicos a la concentración. Uno diría que la catedrática habla en realidad de España.

-Islandia, cuatro años después.

-Aprendimos que la crisis abría una ventana de oportunidad. En este tiempo se han hecho muchas reformas y se ha preservado en la medida de lo posible el Estado nórdico del bienestar, pero no se ha abordado lo fundamental, que es el sistema financiero y la creación del dinero. Eso sigue siendo intocable. Mientras no se determine cómo se crea la moneda y cómo funciona la banca, no vamos a solucionar nada.

-¿Tiene el pueblo suficiente fuerza para doblegar a un dúo tan poderoso como el que forman políticos y banqueros?

-Como decía Sampedro, el poder político actual caerá. Los ciudadanos nos hemos dado cuenta de que, lamentablemente, nuestros dirigentes europeos han perdido la soberanía económica. Son incapaces de reconocerlo, y eso lo entiendo. Imagínese a la UE afirmando que carece de las herramientas para darle la vuelta a la situación. La clave, a 15 años vista, pasa por el trabajo para despertarse y concienciarse y entonces reclamar a todos los niveles -europeo e internacional, FMI, Banco Mundial, G20- un nuevo sistema financiero que regule la capacidad de los bancos para crear dinero desde la nada y limite la economía de la especulación, que es un agujero negro del universo que se lleva por delante toda la economía de lo real.

-Esta crisis demuestra que la economía es una magnífica novela negra. Es decir, ficción.

-Cuando creas una moneda, el interés crece exponencialmente y hay un momento en que la producción de bienes y servicios de un país y su capacidad de devolver préstamos se agota.

-¿Dónde estaban los activos en Islandia?

-No existían. Eran nubes de humo que desaparecieron, y de repente no hubo actividad económica suficiente para pagar esa deuda pero quedó la reclamación. Y entonces caen primero las familias, luego las empresas y finalmente el Estado. Rajoy lo está haciendo muy bien en España al no pedir el rescate. A las multinacionales lo que más les gustaría es que se solicitase porque eso crearía estabilidad y además la factura pasaría a los ciudadanos. El Gobierno está resistiendo a la socialización de una deuda privada. No podemos orientar toda la sociedad, como dicen Nussbaum y Stiglitz, a la brújula de este interés financiero. Necesitamos un desarrollo más humano y sostenible que ponga a las personas y los números en el centro del interés económico. Mientras no haya una actuación jurídica que diga que ha habido un cambio de circunstancias y que no se va a pagar, no avanzaremos.

-A veces da la sensación de que estamos inmersos en una nueva guerra donde las víctimas siguen siendo las mismas (el pueblo) aunque esta vez no mueran.

-En la historia de la humanidad la liberalización de los deudores ha llegado siempre a través de una guerra, que es lo único que convence a los acreedores de que esa deuda es impagable. Luego se acuña una nueva moneda, pero al cabo de 25 ó 30 años los intereses de los préstamos creados con ese dinero ficticio sobrepasan la capacidad de pago y vuelta a empezar. Vivimos una batalla financiera que no utiliza munición ordinaria sino otra distinta que es la deuda.

-Uno de nuestros mejores periodistas, John Carlin, visitó Islandia en 2007 y la describió como un paraíso en la tierra.

-Cuando vino Carlin habló con la Administración y los representantes económicos y financieros, llegando a la conclusión de que este país era casi perfecto, pero era una impresión errónea. Estamos muy aislados geográficamente y sufrimos un clima muy difícil seis meses al año, pero a cambio nuestra sociedad es mucho más humana y pequeña, y los niños son la prioridad número uno. A Carlin le faltó hablar con la ciudadanía y con movimientos y asociaciones críticos. Ellos ponen las puntillas a las declaraciones oficiales. El problema es que esos grupos están ocupados en sus batallas internas con los poderes del país, y esas discusiones se desarrollan en islandés y no tienen eco en la prensa extranjera. A Europa le llega sólo una parte de la historia. Con las finanzas pasó lo mismo. Hay pocas voces disidentes en Islandia, pero ésas y otras de fuera avisaban de que el sistema era insostenible. Danske Bank criticó en un duro informe el modelo de banca islandesa en 2006 y alertó de la burbuja, pero entonces contraatacaron los poderes nacionales, que decían: no entendéis el modelo islandés.

-... Que se basaba en la macrocefalia.

-Cuando un sector financiero crece el equivalente a tres o cuatro veces el PIB de un país, todavía el país puede gestionar el proceso de reordenación desde el interés común. Cuando se crece nueve o diez veces el PIB, la situación se invierte y es el poder financiero el que toma las riendas.

-¿Por qué cayeron los tres grandes bancos islandeses?

-En 2006 se les cierra el acceso al crédito internacional y el propio FMI les aconseja que busquen más depósitos, y por eso se abren sucursales en el Reino Unido y Holanda. Cuando llega la crisis de Lehman y cuando en 2008 las perspectivas se vuelven tan sombrías para los bancos, están cerrando balances y se dan cuenta de que no podrán afrontar los pagos del siguiente semestre. En ese momento, ya hay una gran preocupación entre británicos y holandeses, que empiezan a retirar sus depósitos. En Islandia se nos dice que todo está bajo control. Pero estos bancos se encuentran de la noche a la mañana en una situación de quiebra técnica, como sucedió en España con las cajas, y entonces acuden al Banco Central de Islandia, que también está en bancarrota.

-...Y se aprueba una ley de emergencia.

-Que consistió en asumir que esa deuda de diez veces el PIB no se podía trasladar a la ciudadanía porque significaba la bancarrota del país. Fueron los tres bancos, no el país, los que se declararon en quiebra. El Gobierno rescata en primer lugar a los depositantes. Luego se criticará que se rescata sin límite: los contribuyentes hacen un esfuerzo desproporcionado para salvar a un 5% de la población que vive a una escala privilegiada, porque el resto tiene ahorros de entre 60.000 y 70.000 euros. Los que sufren las pérdidas son los tenedores de bonos y acciones y los inversores. En este caso, los bancos alemanes, pero lo pudieron asumir porque aquello era entonces una gota de aceite en el océano de sus beneficios.

-¿Y el ahorrador extranjero?

-La metodología para rescatar a los depositantes extranjeros fue distinta. En Islandia se hace una recapitalización de los bancos, pero el Gobierno hace una declaración política diciendo que están garantizados e inmediatamente se prohíbe comprar divisas y se devalúa la corona. Los ahorradores islandeses no sacaron su dinero porque era absurdo esconderlo debajo del colchón. La divisa ya se había devaluado, y meterlo en una caja fuerte implicaba el riesgo de perderlo si se emitía una nueva moneda. A los ahorradores extranjeros sí se les rescata, pero no con dinero público sino con los activos de los bancos. Los islandeses no se negaron a pagar a secas, se negaron a pagar esa deuda externa como deuda soberana de la nación. La obligación moral del deudor nunca se negó. La ley de emergencia estableció que esa deuda no se iba a socializar porque la habían creado los bancos, no la gente. Gran Bretaña y Holanda no quisieron esperar, devolvieron los depósitos y presentaron a Islandia la factura con los intereses. El tribunal de la EFTA nos dio la razón en enero de 2003: no existe ninguna norma en derecho europeo o internacional que diga que existe la obligación de convertir la deuda privada de los bancos en deuda soberana del Estado.

-Ésa es una afirmación casi revolucionaria.

-Lo que me hizo abrir los ojos es fue un curso que la ONU imparte para las nuevas élites de los países emergentes. Uno de los monográficos se centraba en la deuda soberana, y ahí Naciones Unidas les dice: aprended, porque este tema puede dar lugar a una responsabilidad incluso criminal. Cuando se trata de la deuda soberana de las próximas generaciones tenéis que elegir a los mejores y ser conscientes de que el país va detrás. Se les dice que lo primero que van a intentar organizaciones como el FMI es convertir deuda privada en deuda del país. Se les insta a resistir ante esas presiones porque en caso contrario se destruye a generaciones enteras. Lo hemos visto en Argentina. Vivir para pagar el interés del interés del interés. En los Presupuestos españoles de 2013 el pago de intereses se come un 25% del total. La lección islandesa es que no existe una obligación legal para meterse en ese laberinto y que atención con asumir el riesgo.

-Islandia ha sido un ejemplo de democracia directa. Diseñó una nueva Constitución desde internet que aún no se ha estrenado.

-La reforma constitucional se pidió desde la calle y el Parlamento que se formó en 2009 aceptó darle la palabra a los ciudadanos. La reforma exige un sí en dos legislaturas: el Parlamento aprueba la reforma por mayoría simple, se disuelve y pasa la pelota a los siguientes legisladores, que deben avalarla para que comience a funcionar. El proyecto había sido aprobado por dos tercios de los islandeses. La participación en el referéndum fue del 50%, muy elevada teniendo en cuenta que los partidos no se inmiscuyen en este debate ni hacen campaña. A pesar de ello, en el último momento, los líderes de los tres partidos más importantes deciden que no es conveniente aprobar la Constitución en esta legislatura. La han retrasado cuatro años porque es contraria a sus intereses.

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