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Economía

El sector primario tiene un efecto cero en la atmósfera y ayuda a reducir CO2

  • Un seminario organizado por la Junta de Andalucía y el Grupo Joly muestra el potencial del sector primario en la lucha contra el cambio climático

Chopos para generar electricidad, colza para producir biocombustibles, cultivos ecológicos de lechugas o pimientos sin fertilizantes o vacas criadas de modo extensivo en las dehesas del suroeste español. Simple y llanamente sostenibilidad, una cultura en la que la agricultura y la ganadería andaluzas pueden presumir de ser pioneras y "sacar pecho frente a otros sectores".

Y es que cuando el mundo aún vivía en la vorágine de consumo energético y emisiones, el sector primario ya ponía en marcha en 1995 una forma de producción denominada integrada, que no era otra cosa que volver a lo natural, a la calidad y a la comunión con el medio ambiente, un concepto bastante hippie actualizado con las nuevas tecnologías.

Hoy Andalucía es la comunidad con más superficie con producción integrada, una práctica que está en constante revisión y expansión, ya que va camino de extenderse, también de forma pionera, a la ganadería. Así se puso de manifiesto en unas jornadas técnicas sobre Política de sostenibilidad organizadas ayer por el Grupo Joly en colaboración con la Junta de Andalucía. El seminario, celebrado en el Palacio de Congresos de Cádiz, mostró el importante papel de la industria primaria moderna para revertir o, al menos, frenar el cambio climático y la acumulación de gases de efecto invernadero. "La agricultura es una actividad en muy buenas condiciones ante el cambio climático y puede ser un gran reservorio de CO2", según la directora general de Producción Agrícola y Ganadera de la Consejería, Judit Anda, que apuntó que este carácter de sostenibilidad está presente en el nuevo Plan de Desarrollo Rural, por el que se invertirán 5.600 millones hasta 2013.

Anda estuvo acompañada en la presentación por el delegado provincial, Juan Antonio Blanco: la concejal de Medio Ambiente, Paloma Bordons; y el director general del Grupo Joly, Javier Moyano, que identificó como retos del sector "el aumento de la eficiencia y la reducción de los impactos sin renunciar a la rentabilidad".

También la directora general hizo una mención especial a Cádiz como "la provincia que más esfuerzos ha hecho por introducir la producción integrada en los viñedos" y por potenciar tanto la agricultura ecológica como la ganadería extensiva, los tres grandes ejes de la sostenibilidad agraria junto a los cultivos energéticos.

Un carácter precursor en el que Anda destacó a Carmen Romero, gerente de Aecovi, la cooperativa con 2.500 viticultores y responsable de un tercio de la producción del Marco de Jerez. Romero destacó la "vuelta a la viña y a la viña sostenible" que ha supuesto "recuperar técnicas ancestrales, cercanas al sentido lógico de la actividad, pero con medidas innovadoras" como la lucha contra plagas con feromonas y no con fitosanitarios.

La producción integrada ha sido el vehículo que ha hecho posible este "cambio de mentalidad" y las asociaciones Apis, el principal apoyo en el proceso porque han mejorado el conocimiento de los agricultores y, sobre todo, porque han permitido reducir costes aumentando la calidad. "Es muy difícil convencerles si detrás no hay unos beneficios directos y tangibles", según reconoció Romero, que valoró la certificación, pero remarcó la necesidad de crear una "imagen diferenciadora" que contribuya a la comercialización.

Mientras, en el ámbito de la ganadería, el jefe del Departamento de Calidad y Desarrollo Agrícola y Ganadero de la Delegación Provincial, Manuel Jiménez, ahondó en la modalidad extensiva, un modelo único y similar a las dehesas en una "tierra de hermosos ganados en un acebuchal", según la etimología mitológica de Cádiz. Esta ganadería se basa en un bajo nivel de explotación del entorno que la provincia cumple a la perfección.

Sus aportaciones principales a la sostenibilidad son el mejor uso de los recursos naturales o la protección frente la erosión y los incendios, pero actualmente "está sumida en una grave crisis" por la baja del precio de los productos ganaderos, que llega al 60 por ciento anual en los terneros. Contra ello, Jiménez destacó los tres nuevos cebaderos en construcción en Olvera, Alcalá de los Gazules y Barbate, que mejorarán la organización, pero señaló dos urgencias básicas para que el sector siga siendo sostenible: la mejora de la productividad con nuevas técnicas de reproducción y mayor formación del sector.

Pero esta sostenibilidad no tendría sentido al margen de las energías renovables. Las oportunidades para el sector llegan en dos vertientes: como consumidor y como productor de "agroenergía". Los nuevos cultivos energéticos, que son objeto de un estudio para poner en marcha un plan regional, "surgen como alternativas a los sectores más castigados por la PAC", como la remolacha o el algodón, según Sara Robles, responsable del área de biomasa en la Agencia Andaluza de la Energía. El más avanzado es el chopo, en Granada; mientras que se experimenta con el sorgo y el cardo en Cádiz, Córdoba y Sevilla. Además, como biocombustibles destacan la colza y la colza etíope -también como biomasa seca-, la jatropha en Córdoba y el kenaf, en Almería.

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