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Aquella 'Masacre de San Valentín'

  • Se cumplen 68 años desde que Sugar Ray Robinson descargó toda su furia sobre Jake LaMotta en la sexta y última batalla entre ambos, la más cruenta de todas

Sugar Ray golpea a Jake LaMotta en la 'Masacre de San Valentín'.

Sugar Ray golpea a Jake LaMotta en la 'Masacre de San Valentín'.

En la historia del deporte, como en los cómics, existen rivalidades enconadas durante años al más alto nivel de rendimiento: Spiderman versus el Duende Verde podría ser, extrapolado al deporte, la intensa lucha de Javier Fernández y Yuzuru Hanyu en la última década del patinaje artístico por lograr todos los oros; Los Vengadores contra La Liga de la Justicia sería el España-Estados Unidos de baloncesto masculino de los últimos cuatro Juegos Olímpicos; Hulka versus Fénix Oscura podría ser perfectamente el Carolina Marín-Pusarla Sindhu del bádminton; el Magneto vs Profesor Xavier podría equipararse a los Karpov-Kasparov del ajedrez de los años 80 y 90... Y Batman contra Supermán sería, sin duda, el más legendario duelo boxístico de la historia: Jake LaMotta (83 victorias y 19 derrotas) versus Sugar Ray Robinson (175 victorias y 19 derrotas).

Se cumplen 68 años del último de los seis combates al límite que protagonizaron estos dos colosos en la década de los 40 y principios de los 50. Tenía todos los ingredientes para ser una rivalidad mítica: LaMotta y su infancia complicada en el Bronx frente al bailarín de claqué, Sugar Ray, el hombre que inventó el concepto de séquito al viajar siempre con 13 personas. La rudeza y la furia de Toro Salvaje contra la velocidad endiablada del ídolo de Georgia.

LaMotta arremete contra Sugar Ray. LaMotta arremete contra Sugar Ray.

LaMotta arremete contra Sugar Ray.

El 2 de octubre de 1942, se enfrentaron por primera vez en el Madison Square Garden. LaMotta aventajaba a Robinson en 6 kilos y perdió el combate por decisión unánime en 10 asaltos.

El 5 de febrero de 1943 se enfrentó por segunda vez a Sugar Ray Robinson en Detroit. La pelea fue intensa, pero, en el octavo asalto, LaMotta le lanzó una derecha a la cabeza combinándola con un gancho zurdo al cuerpo. Robinson cayó saliendo entre las cuerdas. Cuando la cuenta del árbitro estaba por 9, la campana sonó dando por terminado el asalto. El combate llegó hasta el décimo y último asalto y las tarjetas dieron ganador por decisión unánime a Jake LaMotta, el primer boxeador en derrotar a Robinson.

La tercera pelea no tardó en llegar, fue nuevamente en Detroit el 26 de febrero de 1943. La pelea fue tan vibrante como las anteriores. En el séptimo asalto, LaMotta derribó a Robinson con un fuerte gancho de izquierda a la mandíbula y el árbitro llevó la cuenta hasta 9. En ese instante, Robinson se puso de pie. De ahí en adelante, dedicó el resto de los asaltos a girar alrededor de LaMotta en la distancia, lanzando su jab y sus uppercuts. Al finalizar los 10 asaltos, las tarjetas dieron ganador a Robinson por decisión unánime.

El balance de los seis combates fue cinco victorias para Sugar Ray y una para LaMotta

El cuarto combate entre ambos se llevó a cabo el 23 de febrero de 1945 en el Madison Square Garden. Terminó a favor de Robinson por decisión unánime en 10 asaltos. El 26 de septiembre en Illinois peleó por quinta vez con Sugar Ray Robinson. Robinson peleó con extrema cautela ante LaMotta, quien siempre se mostraba peligroso, pero la pelea terminó en el duodécimo asalto, dejando una decisión dividida en favor de Robinson.

Y llegó el Día de San Valentín de 1951. Chicago (Illinois). Un LaMotta campeón del peso wélter defendía el título contra su némesis, el ídolo de Mohammed Ali: Sugar Ray Robinson, el negro con los puños dulcificados. Pero más que azúcar, la paliza que recibió el Toro Salvaje del Bronx fue de las más cruentas de la historia del boxeo. Sugar flotó como una mariposa alrededor del atormentado púgil italoamericano durante 13 sangrientos asaltos y picó una y otra vez como una abeja revirada en el tren superior de un Jake que nunca se dio por vencido.

La 'Masacre de San Valentín'.

La película de Martin Scorsese Toro Salvaje (1980), que permitió a Robert de Niro ganar su segundo Óscar, cuenta muy bien lo que sucedió en ese decimotercer asalto: un furioso Sugar Ray pegaba y pegaba sin piedad a LaMotta que se mantenía en pie a toda costa. El árbitro tuvo que parar la pelea, ganando el georgiano por nocaut técnico. En la película, el púgil del Bronx le espeta orgulloso a Robinson: "No me has tumbado, Ray". Pero en la vida real no tuvo tiempo para decirle nada, porque Jake estaba tan mal que tuvieron que llevarlo corriendo al hospital y tardó en recuperarse varios meses.

Aunque se dice que Stallone se inspiró en el combate entre Chuck Wepner y Mohammed Ali para escribir Rocky, es evidente que el espíritu del Potro Italiano, ese sempiterno retroceder nunca, rendirse jamás (y su rudeza como boxeador) bebe directamente de las fuentes de Jake LaMotta.

Robert de Niro, en la piel de Jake LaMotta. Robert de Niro, en la piel de Jake LaMotta.

Robert de Niro, en la piel de Jake LaMotta.

"Inconscientemente no sabía el castigo al que me exponía en ese entonces", dijo alguna vez Toro Salvaje. "Yo peleaba como si no mereciera vivir". Esta última frase encierra la llave maestra para entenderlo todo. Tras abandonar el ring, LaMotta se hizo con una discoteca en Miami, grabó anuncios, trabajó en una discoteca nudista en Nueva York y apareció en varias películas. Los problemas le acecharon.

Tras asegurar que había ganado un millón de dólares como boxeador y reconocer que había amañado una de sus peleas (lamentablemente la mafia manejaba este deporte en esa época), se arruinó con rapidez. Y en 1957, estuvo seis meses encarcelado por alentar a una menor a prostituirse. Pero la película de Scorsese le ayudó a blindar su fama.

Por su parte, Sugar Ray recibió, a mediados de los 60, un emocionante homenaje en el Madison Square Garden (le dieron un enorme trofeo que le nombraba 'Mejor boxeador de todos los tiempos'), pero ya estaba arruinado al haber derrochado toda su fortuna con su séquito y "por ayudar a quien lo necesitaba", según sus propias palabras. Murió, aquejado de Alzheimer, en 1989, 28 años antes que su archienemigo del Bronx, que falleció a los 95 años por complicaciones en una neumonía. Realmente, se trataba del cráneo de acero de un superhéroe.

Sugar Ray Robinson recibió el premio de 'Mejor boxeador de todos los tiempos', pero murió arruinado

Esta declaración de Martin Scorsese de hace años sobre por qué rodó Toro Salvaje sirve de epílogo de todo esto: "Es cierto, no me interesaba demasiado el boxeo, pero el tipo me interesaba mucho. Jake LaMotta era un salvaje, un tipo que tenía un cráneo tan duro que podías golpearle y golpearle y golpearle, pero no podías hacerle caer. Me interesaba la perspectiva de golpear un muro porque, en realidad, Jake solo se hacía daño a sí mismo, en el ring y fuera de él. Golpeaba un muro con los manos y se enfadaba, porque eso le provocaba heridas. El boxeo me servía para tratar de explicar a esa bestia. Porque a veces no hay razones para lo que hacemos, simplemente lo hacemos. Por eso hice Toro salvaje, una película que me llevó años de trabajo. El boxeo fue mi excusa. Una muy buena, debo decir".

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