El Fiscal

Brotes verdes en la Madrugada

  • Los sensores registraron 3,7 millones de desplazamientos en las calles del centro la pasada Semana Santa

Policías nacionales la pasada Madrugada al paso de la Esperanza de Triana

Policías nacionales la pasada Madrugada al paso de la Esperanza de Triana / Efe (Sevilla)

LOS datos de las cámaras y los sensores son fríos y objetivos, pero ayudan a confirmar percepciones. La pasada Semana Santa se registraron 3.779.881 de desplazamientos, sólo un 5% menos que en el año 2018. No pierdan de vista que este año sufrimos dos jornadas pasadas por agua: el Jueves Santo (con cuatro cofradías menos) y el Viernes Santo (que no salió ninguna). Durante la Semana se han registrado cifras superiores al año anterior en los casos del Domingo de Ramos, el Lunes Santo y la Madrugada. En la jornada inicial de la Semana Santa se contabilizó un 40% más de desplazamientos. Ojo, porque se miden los movimientos, no el número de personas. El Lunes Santo hubo un 9% más. Y el dato más importante: en la Madrugada se registró un 1,1% más de desplazamientos después de un Jueves metido en cielos lluviosos. La conclusión es que la Madrugada, tal como se pudo percibir, muestra brotes verdes, una prueba de una lenta recuperación, un repunte para la esperanza después de cinco años con episodios convulsos a lo largo de dos décadas.

El trabajo realizado

En materia de seguridad no ocurren las cosas por casualidad. El dispositivo de 2019, que ha sido un éxito, es el resultado de tres años de trabajo del Ayuntamiento con la colaboración imprescindible de la Delegación del Gobierno. En 2016 –¿recuerdan?– se estrenó el control férreo de una serie de cruces siempre sensibles con el objetivo de reducir incidentes. Se acabó con aquella estampa de los nazarenos de la Hiniesta y de otras cofradías en situaciones algo más que incómodas.

En 2017 se siguió apostando por los aforamientos en las ya denominadas Zonas de Especial Sensibilidad (ZES). Se trabajó en las vías de evacuación y en la reducción de puestos de venta ambulante, caso de los expendedores de salchichas. Había más de 120 puestos salchicheros y de hamburguesas en vías esenciales. Se redujeron a 40 y se trasladaron a vías urbanas no conflictivas. Se limpió en este sentido el sector del Puente de Triana y Reyes Católicos, así como las Plazas de la Magdalena, la Alfalfa y la Encarnación.

En 2018 se consolidó el control de los cruces delicados y la limpieza de los recorridos. El Domingo de Ramos hubo ya una cifra muy baja de nazarenos heridos, poco más de veinte. Y este 2019 se comenzó a trabajar el cierre de los bares, la popularmente conocida como la Ley Seca. No ha habido ningún nazareno con los pies heridos por cristales.

La novedad

La gran novedad de este año en el decreto de la Ley Seca ha sido la introducción de las tiendas de chino, comestibles y supermercados. El gobierno no lo anunció, pero estaba expresamente recogida la posibilidad de cerrar “durante la Madrugada del Viernes Santo todas las actividades que incluyan la venta de artículos de alimentación y bebidas”. Los cierres afectaron hasta a los puestos de calentitos. La vigilancia policial fue especialmente intensa. La Madrugada recuperó algo de público, el ambiente fue de absoluta tranquilidad y, por fin, se encadenaron dos años seguidos de normalidad. El incidente menor del pasado año sirvió para demostrarle a los sevillanos que las causas de las algaradas no son otra que gamberros aislados. Fue un incidente que tuvo, al menos, su beneficio, porque sirvió para demostrar que la ciudadanía estaba ya concienciada y supo reaccionar.

El programa de seguridad que ha permitido una Semana Santa plena es fruto de un trabajo de cuatro años que se ha aplicado en los últimos tres. Una noche de hace tres años se celebró en el barrio de San Lorenzo una reunión de la que salió el listado de medidas anteriormente descrito. El gobierno local tuvo claro que los cambios no podían aplicarse de una vez, sino progresivamente. Se temía la reacción de la Sevilla más conservadora y de cierto empresariado. Las cofradías, por cierto, nunca protestaron, salvo algún caso aislado como el de la Amargura por el aforamiento de la calle Santa Ángela.

El primer año se tomó el control de los cruces conflictivos. El segundo año se instalaron cámaras y se cerraron los bares. Y, por último, la suma del control de los cruces, los monitores, la Ley Seca y los comercios. Se rehuyó siempre cualquier imposición drástica de un modelo para evitar suspicacias.

El futuro

No cabe más que seguir en la línea de trabajo marcada con acierto en los últimos años. La Semana Santa está herida porque la sociedad sufre un evidente problema de crispación y de falta de saber estar, lo que incluye un consumo descontrolado de alcohol de alta graduación. Es de ingenuos pensar que todo se ha resuelto. El nuevo gobierno debe mantener la tensión en materia de seguridad de Semana Santa.

Nunca como antes se ha podido uno desplazar por Placentines en hora punta, bordear el Palacio Arzobispal y alcanzar la Plaza del Triunfo. Y eso es gracias a las vallas que impiden la acumulación de público y facilitan el tráfico peatonal. Sí, se paga el precio de encontrar dificultades para ir al aseo o recargar las cántaras de agua en la Madrugada, pero son problemas que se pueden solucionar sin tocar un modelo que ha dado resultado. Hay años en los que surgirán problemas nuevos, caso del Martes Santo, a los que habrá que aplicar medidas específicas, como el aforamiento de la Puerta de Jerez por sorpresa, que permitió a la cofradía de la Universidad avanzar a la velocidad que estimó conveniente y, por lo tanto, dejar la calle San Fernando libre para el regreso del Cerro.

Las dos grandes sorpresas en seguridad se produjeron el Martes Santo en la Puerta de Jerez y en la Madrugada con el cierre de los chinos y tiendas similares. Eso se llama tensión. Que no se pierda.

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