El Fiscal

No a las cofradías en septiembre

  • La Semana Santa de Sevilla no es la Nochevieja de Bérchules, tampoco es un mueble de Ikea que se monta a gusto del consumidor por mucho que esté en manos del frikismo

Público a la espera de una cofradía

Público a la espera de una cofradía / M. G. (Sevilla)

Tengamos esperanza en el criterio de la curia que gobierna don Juan José. Que no se dejen llevar por la inoportuna y novelera lectura que rápidamente han hecho los de siempre del decreto que permite sacar procesiones fuera de temporada. La Semana Santa no es un mueble de Ikea que se monta y desmonta a gusto del consumidor. Estamos saturados de procesiones extraordinarias. Hartos. Aburridos. Sobra grasa en un mundillo pasado de rosca. Aprovechemos esta crisis para parar y reflexionar. Sólo nos faltaba que los pasos salieran en septiembre con la bendición de Roma para suplir una Semana Santa sin pasos en la calle.

No, alguien debe tener claro que esto es más que folklore, mucho más que deporte sacro, muchísimo más que un asunto de horarios e itinerarios. Sabemos que el Consejo fue el primero en su día en hincar la rodilla ante Hacienda e hizo pasar la Semana Santa como espectáculo para conseguir un IVA rebajado (luego exento y años después pagado con gusto por los hombres de Vélez). Sabemos que la autoridad eclesiástica se ha pasado con las coronaciones, ha confundido a los fieles permitiendo unas salidas extraordinarias (demasiadas) y otras no (las menos).

Sabemos que las hermandades han estado poco finas al participar en munarcos varios y ceder enseres para escaparates comerciales. Sabemos todos los defectos, pecados y faltas cometidas. Quizás por eso es la hora de meter en cintura esta Semana Santa, no permitir más juegos, experimentos ni mamarrachadas. Las cofradías en Semana Santa, las torrijas en temporada y los nabos en Adviento.

No debe caer el Arzobispado en la tentación de ir contra natura, de permitir ni avalar la salida de procesiones en septiembre. Sería una frivolidad, máxime si se tiene en cuenta que ya (¡cómo no!) hay salidas extraordinarias aprobadas para el segundo semestre. A ver si con suerte tenemos un 15 de agosto normal y damos gracias a la Virgen de los Reyes por haber salido de la delicada coyuntura actual.

Es el momento de vivir más desde un punto de vista interior. No podemos incurrir en nuevas muestras exteriores de banalización. Hace cuatro días nos faltaban agentes de la Policía Local para tantas procesiones. Y ahora el Vaticano abre la vía para que haya una suerte de Semana Santa en septiembre abonando el terreno para el frikismo imperante.

Alguien debería advertirle al Arzobispado que con el no también se educa. Pronto debe salir alguien autorizado a descartar cualquier elucubración sobre procesiones magnas, Semanas Santas de diseño en septiembre y otros inventos propios de mentes ociosas.

No dejemos que los mercenarios de la Semana Santa comiencen a constituir comisiones para ver cuáles salen en septiembre y cuáles no. No permitamos que abran debates sobre si se usa o no la túnica de nazareno. No digamos ya si se abre el melón de los horarios e itinerarios. No caigamos en la tentación de ofrecer una imagen ridícula al resto del mundo. Salgamos de esta crisis grave, gravísima, y dejemos las cosas como están. Es la hora de la hermandad, no de la cofradía. Es la hora de rezar, atender a los mayores y reforzar las cáritas.

No hay que tener complejos nunca de sacar una cofradía a la calle, pero en su día, en su momento, a su hora. Los cofrades no pueden ser tratados como bebés a los que se les ofrece el chupe de septiembre para que no lloren. Quizás alguno ahora se arrepienta del exceso de celo al valorar los porcentajes de riesgo de lluvia de años atrás.

Los pasos no pintan nada por las calles en septiembre. La Semana Santa no es la Nochevieja de Bérchules. Aunque algunos se la tomen como tal.