El Fiscal

La lección de las elecciones en las cofradías

  • Algunas orientaciones para evitar algunos episodios sufridos en las últimas décadas

La lección de las elecciones

La lección de las elecciones / M. G. (Sevilla)

Los próximos candidatos a hermano mayor de cualquier cofradía harían bien en tomar nota de la experiencia que hemos vivido (y sufrido) en diversos cabildos de las últimas tres décadas, el período en el que ha cogido fuerza la denominada prensa morada y se ha masificó la Semana Santa. La primera lección es que al hermano mayor en el ejercicio del cargo hay que dejarlo que repita para que cumpla su ciclo. Salvo muy escasas excepciones, si se derroca del puesto a un hermano mayor, la que pierde es la corporación, porque se está echando, no se olvide, a quien ocupa el principal puesto. Los efectos de que esto ocurra son tremendamente perjudiciales.

Sepan los candidatos que la prensa no gana ni pierde elecciones. Dejen de molestar con peticiones de consejos y entrevistas, porque no sólo no sirven para nada, sino que igualmente son perjudiciales. Convertirse en el candidato de un medio de comunicación en particular, no digamos de un periodista concreto, es una soberana estupidez, que lo que provoca habitualmente es rechazo entre los electores.

No aireen asuntos turbios de sus rivales. Esto no es política, aunque lo parezca, que cada vez se parecen más ambos mundos, por aquello de las campañas, los eslóganes, los encuentros digitales, etcétera. La gente no es tonta. Los votantes pueden hacerse los suecos la mar de bien, pero no lo son. No hay un solo dossier que haya tumbado a un hermano mayor o a una candidatura. Dejen de jugar a la pelea de tronos, todo es más sencillo. No hagan de Ivanes Redondos, no busquen fórmulas mágicas, ni fichen gurús electorales, ni otras vainadas.

Señores candidatos, cuiden la conducta de los más desahogados de su equipo, sobre todo por los comportamientos chulescos y propios de matones que se repiten en la noche electoral cuando se ha ganado... y cuando se ha perdido. Los peores suelen ser los ministros sin cartera, los que no han logrado entrar en la candidatura. Un cabildo general no es ni el congreso de un partido político, ni una junta general de accionistas. Casi más difícil es saberse comportar al ganar que al perder. Sevilla es muy chica, no digamos una hermandad en particular. No merecen la pena ciertos reproches tras el recuento, ni miradas amenazantes, mucho menos ir con virulencia al encuentro del rival. Los cortes de manga pasaron de moda hace años.

Una hermandad es algo muy serio. Las cofradías mantienen viva esa religiosidad popular que impide que, sobre todo en Andalucía, haga efecto la ola de frío espiritual que hace demasiado tiempo azota Europa. A veces no valoramos cuanto tenemos en la ciudad, dejamos que la imagen que se proyecta (no ya en los medios, sino también en las redes sociales)sea la de aspirantes a actores de jueguecitos de tronos. No sabemos lo que está verdaderamente en juego, ignoramos cuanto sucede de Despeñaperros hacia arriba, donde ya quisieran haber vivido lo que aquí disfrutamos con la Misión del Gran Poder. Sepan todo esto, señores candidatos del futuro, para dejar de ofrecer algunos de los espectáculos bochornosos que nos han deparado en los últimos años.

Ustedes son vitales, pero carecen de la importancia que se autoconceden, son meros administradores de instituciones que los cuentan por siglos. Por eso, por ejemplo, es una anécdota que no haya habido Semana Santa durante dos años seguidos, ¡porque la Semana Santa de Sevilla los cuenta por centurias!Dejen la lista de promesas como si fueran cabezas de lista al Congreso y al Senado, olviden las filtraciones de nombramientos de capataces, las cartas en el buzón como si fueran las primeras elecciones democráticas, el ofrecimiento interesado de transporte para el día de las votaciones, etcétera. Todo es más sencillo, mucho más. Se trata de conocer al hermano, hablar con él y punto. Los hermanos, sólo los hermanos. Y dejen tranquilos a los curas, que hay mucho trabajo que hacer en el frente de las barriadas pobres. No molesten.

El cartel de la Cabalgata El cartel de la Cabalgata

El cartel de la Cabalgata / M. G. (Sevilla)

El cartel de la Cabalgata

Uno estaba ilusionado con el cartel de la cabalgata del Ateneo porque es la del reencuentro con una tarde hermosa y porque su autora, Elena Montero, nos obsequió con uno de las glorias de exquisito gusto, presidido por la Virgen del Amparo. Se trata de una obra que tiene su Virgen y la fuerza simbólica del azahar y que, además, estuvo complementada en la presentación por una explicación hermosa, porque está visto que Montero se curra los discursos. Con ella hay cartelista de la Semana Santa para un futuro no muy lejano, porque conoce la materia y domina las técnicas. El de la cabalgata nos ha extrañado, cuando menos. Cuesta ver los motivos religiosos del cartel.

Siempre nos ha gustado cómo el equipo de Pérez Calero cuida, por ejemplo, la entronización del Niño, tiene especial interés en que quede bien claro que el cortejo del 5 de enero no es una fiesta laica, no es una fiesta de la infancia, no es una tarde solamente de niños y mayores. Y el cartel me ha sonado más a todo esto último, justo lo que no ocurrió con el de las Glorias. Está bien jugar con el beduino caminante para rematar la palabra cabalgata, el fondo de la visión panorámica de la ciudad y el astrolabio, pero todo me sabe a obra laicista. Me evoca el anuncio de una serie televisiva de personajes ficticios o al escaparate de una tienda de videojuegos donde entran adolescentes con sudadera. Lo de pintar es difícil, como esto de juntar letras, no digamos si es todos los días. En el fondo se parecen ambas actividades al toreo, porque se tienen que combinar muchos factores para estar inspirado. Y, por supuesto, hay riesgo de cornada... en las redes sociales. En este caso de caramelazos. La autora se ha doctorado en cartelería con el de las glorias. Y en aguantar gracietas y guasas con el de la cabalgata. Una vez le preguntamos a una reconocida pintora dónde estaba Dios en su cartel del junio eucarístico. Hizo un cartel sin Dios, como muchos, por cierto, entienden la Semana Santa. Hoy es una autora de prestigio. Seguro que Montero no tarda mucho en triunfar con el de Semana Santa. Y pone a Dios en su sitio, como puso al Amparo.

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