El Fiscal

El mejor Nacido

El Cristo de la Buena Muerte con el fondo de la portada del Nacimiento de la Catedral

El Cristo de la Buena Muerte con el fondo de la portada del Nacimiento de la Catedral / Javier Mejía (Sevilla)

LA Semana Santa deja mil detalles para los finos observadores, tantos que podemos encontrar en ella instantáneas que son una tarjeta de felicitación de las Pascuas en toda regla. El Cristo de la Buena Muerte con la portada del Nacimiento de fondo es una hermosa combinación, idónea para esta Navidad de bullas, ruido y exceso de luces. Una imagen perfecta en estas Pascuas sin Dios, como denuncia con acierto el arzobispo Asenjo. El mejor Nacido se halla en el barro modelado de la Puerta de San Miguel y también sobre un monte de lirios morados, todo a la vez gracias al recorrido al revés del Martes Santo (mire usted por dónde) y también gracias al ojo de Javier Mejía, experto en estar en el sitio justo y en el momento adecuado.

Todos sabemos que el Cristo de la Buena Muerte va dormido, es humano y divino al mismo tiempo, sigue siendo niño en sus monaguillos. ¿Acaso hay mejor Cristo para felicitar estos días que el que va precedido por cientos de críos? Entre cuatro hachones tinieblas duerme el mejor Nacido, en un pesebre de lirios, rodeado por sus niños, algarabía, cestillos, sotanas, albas, escudos bordados y esclavinas. Paveros, palos, botellas de agua, meriendas, padres, abuelos... Si la Navidad es una fiesta para los niños, el Gran Poder es el Dios de la infancia, porque todos volvemos a la ternura ante el patetismo manso de su rostro, y el Cristo de la Buena Muerte el Dios de los monaguillos, esos hermanos predilectos de los Estudiantes que son protegidos antes que las imágenes en caso de lluvia, porque todo los hermanos de Los Estudiantes tienen claro que la cantera es más importante que nada ni nadie, que no hay guión con mayor fuerza que el que garantiza el futuro, ni silencio más perfecto para el paso del Señor que las habladurías inocentes y nerviosas que los corrillos de sus monaguillos.

Duerme el Cristo en la portada de la Catedral y duerme en la cruz. El sueño del mejor Nacido en la Navidad con Dios, la mejor y más íntima, la que aguarda en los conventos de claustros con flores de pascua y olor a dulces de manteca y almendra. Todo pasa en un minuto. Pasarán las Pascuas en un santiamén de oraciones y excesos, y al Cristo que hoy vemos con un marco divino, Catedral de fondo, cabeza tronchada como un lirio y faz amorosa, lo veremos de besapiés la misma mañana en que Charo Padilla nos anuncie la Semana Santa con elegante sencillez.

Si el Cristo recién salido del Rectorado es la perfecta imagen de la alianza entre la Cultura y la Fe, el Señor con la portada de San Miguel es la representación de la misma vida que pasa: Nacimiento, Muerte y Resurreción. De las flores de Pascua a los lirios. Ysiempre niños a la vera del Dios de los monaguillos.

Fernández Cabrero, Moeckel, Sainz de la Maza y García, la noche del martes en la Macarena Fernández Cabrero, Moeckel, Sainz de la Maza y García, la noche del martes en la Macarena

Fernández Cabrero, Moeckel, Sainz de la Maza y García, la noche del martes en la Macarena / (Sevilla)

El calor de una buena tertulia al término del besamanos

Los codazos, la bulla y el escaparate se reserva para las bajadas de la Virgen de la Esperanza, que son por el besamanos y antes de Semana Santa. El relumbrón de autoridades y gerifaltes se produce en esas ocasiones. En cambio, la subida, ese camino de regreso iluminado por hachetas y en los brazos de sus hijos, tiene el hermoso encanto de la intimidad. La Macarena regresó a su camarín como una estrella fugaz, como un suspiro, al paso de mudá que marcan los brazos de los elegidos. La belleza es efímera, como el camino de vuelta, que canta la sevillana que es bonito y triste a la vez. La Macarena se vuelve a su camarín y en la casa de hermandad se forma después la tertulia de cabales. Las sillas apiladas revelan que el público es escaso, acogedora intimidad que vale su peso en esmeraldas de mariquillas. Qué encanto tiene la tertulia cuando la noche es alta y la Virgen de la Esperanza ya está su casa labrada que es el camarín para seguir recogiendo plegarias.

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