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Elecciones

Los electores fantasmas

  • Los partidos políticos, sobre todo los que no ganan, se empeñan en adueñarse del voto de los abstencionistas

SE podría denominar la papeleta fantasma. Es aquella que no llega a las urnas, es la que se queda en casa viendo un partido de fútbol, pasando un día de playa, castigando a los políticos o simplemente porque le da la gana. Y los partidos, sobre todo los perdedores, tienen la habilidad de adueñarse de ese voto para trasladarse a unos resultados hipotéticos y virtuales que les son favorables para escurrir su responsabilidad.

Los políticos parece que viven en un mundo irreal. Resulta simplista e inocente pensar que casi todo el voto que se queda en casa es el suyo. Simplista y catastrófico, porque la movilización del electorado próximo a sus ideas y postulados es una obligación de los candidatos y dirigentes de la organización política y no conseguir ese objetivo es un fracaso.

El otro día un dirigente local expresaba a este periodista que había que conseguir votos entre los abstencionistas, que esa era la clave para crecer en los resultados. Es el día de la marmota, el mismo discurso y la misma falsa esperanza que ni ellos se creen. La sucesión de los hechos es la misma: se intenta movilizar a sus electores para que no se queden en casa, después no lo consiguen y, en parte, justifican la derrota en esos ciudadanos que deciden no ejercer su derecho al voto.

La proporcionalidad no sólo hay que medirla en los votos depositados, sino también en los que no llegan al colegio electoral. Por poner un ejemplo, si el Partido X consigue un 60% de los votos totales, es muy posible que un porcentaje parecido de los que se abstienen también los hubieran votado.

Los analistas miran las encuestas del derecho y del revés, tanto que a lo que es un simple sondeo se le da la categoría de realidad. Y lo único que ven es que la abstención va creciendo por año que pasa, que la gente pasa de la política y que no le da importancia a participar en la fiesta de la democracia.

Estos mismos analistas, muchos de ellos de los propios partidos, son capaces de identificar cualquier movimiento con respecto a la intención del voto pero se les escapa las razones que llevan a conformar la masa de los que se podrían llamar electores fantasmas.

¿Por qué se va a votar cada vez menos?

pregunta del millón

Detrás de cada abstencionista hay una razón para no ir a votar. Desde los tópicos de que "todos los políticos son iguales" al "da lo mismo que vaya a votar si al final va a ganar siempre el mismo" se llega a las estafas que se producen tras las elecciones con uniones antinaturales para hacerse con el poder. Después podemos encontrar aquellos que se podrían denominar no votantes activos, es decir, los que toman esa postura como castigo directo a la clase política en general o al partido al que ha votado, aunque para ello el voto en blanco resulta más simbólico. Con estos últimos los partidos sí podrían trabajar para volver a ilusionarlos y traerlos de nuevo al redil.

Da igual la razón que se esgrima, la realidad es que una de cada dos personas que está llamada a las urnas se estima que no va a ir a votar y eso es muy grave.

Los políticos deberían hacer examen de conciencia de por qué ocurre esto: quizás por la imagen que proyectan muchos políticos, el hartazgo por la casta que se ha creado de profesionales perpétuos, la crispación....

Pero no se puede pensar que los únicos culpables están dentro de los partidos. Las elecciones van camino de ser las asambleas de las comunidades de vecinos, donde las decisiones que se toman pueden afectar a mucha gente pero después sólo interesa a unos pocos. A los demás no les va la historia hasta que se queda sin luz en su rellano, que entonces sí que va a pedir cuentas a su presidente.

Un voto vale para cambiar el entorno por mucho que parezca insignificante introducir una papeleta en una urna. Es mucho más, es darle sentido a la democracia que tanto costó ganar. El problema es que lo que ahora impera es su hermana malvada de la partitocracia, que al final lo que provoca es una mayor abstención.

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