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Elecciones Andalucía

Personas y políticos

  • El PP confía en el carisma y la cercanía de su candidato y su elevada popularidad en una campaña sin marca de partido. El PSOE apuesta por valores como la gestión y el trabajo en una campaña de contenidos que busca ganar por seriedad. Ciudadanos pelea con pocos medios por dar a conocer a un alcaldable que quiere ir más allá de unas siglas catalanas.

Hay una frase que le gusta mucho repetir a Juan Ignacio Zoido. El alcalde asegura que es persona antes que político y en esta campaña, en la que se juega revalidar su cargo, ha vuelto a decirlo. El candidato del PP seguro que quiere poner en valor -horrenda expresión que tanto le gusta a su equipo- su capacidad para mirar a los ojos, y con sus ojos, a los sevillanos. Una habilidad que ha marcado sin duda su forma de hacer oposición, en el mandato anterior, y su forma de gobernar en éste. El dueño del copyright de la micropolítica es, casi con toda probabilidad, el político más cercano que se ha visto en los últimos tiempos en el escenario municipal. Pero eso, ser persona antes que político requiere ser matizado, sobre todo en una ciudad que no vive sus mejores horas y que carece de muchas cosas, pero, también, de una mejor gestión.

¿Sería un buen entrenador de fútbol alguien que fuera más persona que técnico? La respuesta es clara. El míster debe estar para que su equipo gane los partidos y si además es buena persona, pues mejor, pues generará buen ambiente en los vestuarios y es cierto que todo eso se traduce en motivación y mejores resultados.

Extrapolando de nuevo la historia a la política, Sevilla necesita buenos gestores, buenos políticos y no sólo buenas personas. Por eso, la frase de Zoido no es la más acertada. Quizás tampoco lo sea una campaña donde se prime la anécdota y la historia humana -algunas más creíbles que otras- por encima de las propuestas. Zoido es un político sin querer parecerlo, al igual que ocurre con su campaña, que discurre como si no fuera campaña. Tal vez todo es una estrategia. Eso se verá probablemente el 24 de mayo. Una táctica que, en estética, recuerda a aquellas campañas del andalucista Alejandro Rojas Marcos, que inundó la ciudad de jardineras y eslóganes de corazones. Amo Sevilla. Zoido la quiere y, convencido de que el aprecio que sienten por él los sevillanos apenas ha disminuido, ha lanzado una promoción de carteles donde hay que ponerse las gafas para ver el símbolo del PP. La sonrisa del alcalde más amable, el que colecciona selfies, besos y abrazos. La foto de un candidato de sobra conocido y un lema, corto y contundente: aún más.

El eslogan se presta también a interpretaciones. Algunos veteranos de la Plaza Nueva que ven ya los toros desde la barrera, como Antonio Rodrigo Torrijos, añadió ayer una coletilla en un comentario en Twitter: "¿No les ha parecido suficiente?".

Las encuestas y sondeos, no sólo los realizados en estos días de campaña, revelan que el grado de descontento de los ciudadanos con la gestión municipal es elevado. Zoido maneja otros medidores, se muestra tranquilo y por ello ejercerá de Zoido, de qué mejor, hasta que llegue la cita con las urnas.

Su principal rival, el socialista Juan Espadas, ha jugado en estos últimos cuatro años contra ese carisma imbatible que tiene el alcalde. Y, a su modo, ha trazado una estrategia que ahora culmina y que pasa por fortalecer esa imagen de gestor que necesita la ciudad, alejado de los focos, los saraos y cualquier encuentro que no tenga que ver con la política o su cargo público. Y ahí flaquea, por eso, frente al populismo, la seriedad. Quizás lo más conveniente, o útil, para alguien que quiere llegar al final de esta carrera por la Alcaldía sea combinar ambas cosas. Y la mejor ayuda la tiene ahora en la líder de su partido, en la presidenta Susana Díaz, nuevo espejo para el socialismo.

Por cierto, bastante serio pareció ayer Espadas en el debate en La Sexta, en el que representó al PSOE en una mesa en la que se sentaron otros candidatos de Santander, Granada y Madrid. El PSOE ha presentado estos días al candidato como "el alcalde de las oportunidades y de los planes de empleo". Eso, planes, sin apuntar cifras.

Hay que ser prudentes en cuanto a las promesas. Esa lección la tiene bien aprendida el alcaldable de Ciudadanos, el que parece que será el sereno de las llaves el 24-M. La cita le da vértigo, es lógico en alguien que viene de un mundo ajeno al de la política. Dice Javier Millán que él no va a prometer imposibles como la red de Metro y que, aunque la gente está harta del mismo discurso, es probable que el suyo, coincidiendo en aspectos con el de los dos grandes partidos, sea más creíble. De ilusión no vive el político, aunque un político que no sea capaz de generar ilusiones es difícil que llegue a la meta. Y para eso es cierto que hay que ser también persona, sin perder el equilibrio. Sin prometer quimeras, pero tampoco sin ofrecer nada más que una palabra que, a fin de cuentas, es una palabra de político.

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