HAY quien aparece de repente y basta muy poco para entender el porqué. Y eso sucede cuando no es difícil encontrar razones para creer en la valía de alguien. Basta una conversación rebosante de razonamientos para darlo por hecho. Gracia Fernández es un personaje reciente en el mundo de la política, pero con un basto curriculum en gestión a sus espaldas. Es médica y aunque puede presumir de haber comenzado a desarrollar su profesión en la época en la que aún existían las cartillas de beneficencia (allá por 1983), no le apetece revivir aquellos tiempos. Muy duros, sin ninguna duda. Pero después le ha dado tiempo a ser directora del Distrito Sanitario de Poniente y en la actualidad hace lo propio en el Área Norte de la provincia, dirigiendo, además, el Hospital de la Inmaculada de Huércal-Overa. Esta campaña electoral es su primera oportunidad dentro del mundo de la política, nunca antes había estado relacionada con los comicios, pero sí ha estado en contacto con las diferentes administraciones públicas. Por eso, Gracia encuentra una estrecha relación entre ambos conceptos. No es extraño, en su trabajo debe gestionar el dinero público y, al mismo tiempo, tomar decisiones que repercuten en los ciudadanos.

Aun así, Gracia no puede negar que cuando le propusieron ser candidata al Congreso fue la primera en sorprenderse. Razón lógica si nunca te has dedicado a esto. Pero debe gustarle, pues no desestima la posibilidad de continuar dentro de la política. De mayor quiere ser como Felipe González, todo es proponérselo. De momento, en esta campaña ha empezado a forjarse. Dice que es la mejor de la historia, una razón evidente puesto que es la primera en la que participa, pero para ella no es el motivo primordial, tiene otro. El adiós de la banda terrorista ETA. Seguridad, esa es su palabra preferida. La ha desarrollado en su trabajo y ahora va a intentarlo en el mundo de la política. Buena elección. Gracia tiene la capacidad de manejarse en cualquier tipo de situación y por eso no desestima la posibilidad de alargar su carrera al servicio de los almerienses.

Eso sí, cuando no se vea con fuerzas siempre tendrá un hueco en Dalías, allí tiene su plaza como médico reservada. Tendrá que hacer frente a nuevos pacientes, pero seguirá teniendo al lado a los de siempre. Su esposo y tres hijas, a los que desde hace poco ha sumado dos nuevas criaturas, sus dos nietos. De ellos dice ser el mejor párrafo de su curriculum. Pero de momento, arropada por José Luis Sánchez Teruel, y bajo el escudo de Rubalcaba, tiene por delante una dura semana y, después, la recompensa del resultado final.