DIVIDE y vencerás. A tan maquiavélica consigna se han entregado en las últimas horas los partidos emergentes tratando de cuartear las filas de los partidos viejunos, que tienen una acreditada experiencia en el uso y abuso de la misma. El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, ha concretado como nunca su amenaza al PP: ningún pacto será posible con Mariano Rajoy como aspirante a presidir el Gobierno; ergo, cualquier pacto es posible con otro candidato del PP que no esté marcado por la corrupción. Hasta ha dado nombres de nuevos dirigentes populares a los que C's no haría ascos, con lo cual los coloca en el disparadero, porque la primera reacción del partido que gobierna en funciones será siempre el cierre de filas en torno a Mariano. Por ahora. Rivera siembra esta semilla para después del 26-J. Pablo Iglesias se ha dirigido al otro campo sacando de su inagotable chistera un elemento de discordia en el PSOE: su admiración y buenas relaciones con Zapatero. A una exitosa incursión en el terreno ideológico y social de la socialdemocracia añade ahora un factor de tensión en la ya de por sí tensa vida interna del socialismo en decadencia. Sabe que, a diferencia de la intromisión de Rivera en el PP, la suya en el PSOE no provocará el efecto unidad-frente-a-la-agresión-externa que querría Pedro. ¿Quién divide más a los socialistas, Sánchez o Zapatero? En fin, divide y ya veremos, pero tanto Ciudadanos como Podemos no tienen nada que perder con esta jugada.