A diestro y siniestro

El chantaje del voto útil

NO falla: en la recta final de cada campaña vuelve la apelación al llamado voto útil. La acaban de resucitar Rajoy (descarnadamente) e Iglesias (taimadamente). Para reducir el número de electores de Rivera, el uno, y de Sánchez, el otro. Si me admiten un consejo, no hagan caso. Pretenden crear mala conciencia a los votantes inseguros, que es una forma como otra cualquiera de despreciarlos. El voto útil malversa la soberanía de los ciudadanos, completamente individual, tratando de subordinarla a un presunto bien superior (que coincide con los intereses del que apela a la utilidad para engordar su propia cuenta de resultados). ¿Por qué va a ser más útil desde el punto de vista democrático que el PP sume los restos de votantes en una provincia para lograr un diputado más y no que los sume Ciudadanos, por ejemplo? El voto realmente útil es el que emite cada ciudadano siendo consciente de que se lo da al programa que más le convence o al candidato que más le gusta. O al programa y al candidato que menos le desagradan, que para el caso viene a ser lo mismo. No lo duden. El 20 de diciembre no hubo ningún voto inútil. Los inútiles fueron quienes gestionaron el resultado arrojado por las urnas (los cuatro citados). El 26 de junio no debe haberlo tampoco.

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