Faltaban dos minutos para las doce de la noche cuando Alberto Jiménez recibía la noticia por parte de Santiago Padilla, presidente de la Hermandad Matriz de Almonte. La corporación que dirige, la Hermandad del Rocío de Montequinto, se convertía en la filial 126 y el próximo Pentecostés llegará con su simpecado hasta la plantas de la Blanca Paloma.

Se pone, así, punto y seguido a una historia que comenzó hace 27 años, cuando en 1995 los rocieros quinteños, como así se denomina a los vecinos de la barriada nazarena, se constituyeron en asociación religiosa. En 2004 se erigieron en hermandad de gloria de la Archidiócesis de Sevilla, tras aprobar el entonces arzobispo Carlos Amigo Vallejo sus reglas. El pasado miércoles recibieron la noticia de que ya eran filial.

En estas casi tres décadas han acompañado a la Hermandad de Sevilla y después lo hicieron con la Castrense, su madrina, con la que hará su primer camino como filial el próximo año. Para ello, saldrán el lunes de Montequinto y llegarán a Tablada por la noche, donde pernoctarán. El martes emprenderán junto a esta corporación su peregrinaje hasta la aldea almonteña. El viernes por la tarde se presentarán ante la Blanca Paloma. El camino de vuelta lo harán ya solos.

Una carreta de madera

La intención, a falta de aprobación del Plan Romero, es que de regreso se pase por Coria y se cruce el Guadalquivir en barcaza. “Sería nuestro camino natural”, defiende Jiménez. Para ello, cuentan ya con un simpecado y una carreta de madera que han enriquecido con enseres de orfebrería el último Rocío.

Esta hermandad se ha caracterizado estos años por “su gran vocación social”, tanto en la asistencia a las personas más necesitadas como en el fomento del comercio de proximidad. La integran 500 hermanos, una cifra que se prevé aumentar tras ser declarada filial, título que recibirá el 7 de diciembre.