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Jordi Gracia. Catedrático de Literatura y ensayista

"En Andalucía, Cervantes deja atrás sus sueños heroicos"

  • Explica sobre Cervantes que es en "sus hermanas" donde va a identificar las razones de su feminismo".

"En Andalucía, Cervantes deja atrás sus sueños heroicos"

"En Andalucía, Cervantes deja atrás sus sueños heroicos" / jesús marín

-Una de las preguntas que imagino ha guiado el ponerse en la piel de Cervantes es qué le empujó a escribir una obra tan ambiciosa como El Quijote siendo ya un anciano de su época.

-Haber perdido todas las ambiciones. Cervantes ya había descartado figurar en el canon de su tiempo y ya estaba más allá de los juicios y prejuicios de los escritores de la época. Desde esa libertad, lo que impera es el gusto de escribir, la recreación del mundo aprehendido en sus últimos años, sin ser esclavo de las modas. Es un narrador perplejo y casi equidistante de la complejidad de la realidad.

-¿Y por qué poner tanto esfuerzo en una novela, considerada un género menor?

-Yo es que pienso que El Quijote comenzó siendo, realmente, una de las Novelas ejemplares. Cuando Lope de Vega le dice que El Quijote es una extravagancia (que claro que lo es) es que entonces por novela se entendían novelas breves o de aventuras o caballería; no una obra como esta, que incorporaba todos los géneros de su tiempo en un experimento que conduce directamente, aunque Cervantes no lo sepa, a la novela moderna, en una apuesta en la que tiene cabida la historia bucólica, la aventura, el itinerario costumbrista... El Quijote supone la importancia de la libertad del creador por encima de cualquier otra cosa.

-Se podría pensar que Cervantes era optimista respecto a la acogida de una apuesta tan compleja. Muestra una enorme fe en sus coetáneos.

-En la época de Cervantes era muy común que el que escribía fuera leyendo el texto en marcha. Probablemente, leería fragmentos en tertulias a sus hermanas, a actores y actrices, y a sus amigos, que eran entonces muy jóvenes, varios de los cuales escribieron algunos de los poemas preliminares. Y ve que hay una inmensa capa social que disfruta con esas historias, como ante el teatro de Lope. El placer de la escritura lo combina con el placer de los oyentes. El Quijote es una obra escrita sin miedo, con la irresponsabilidad de alguien que no está preocupado por la posibilidad de que no pueda entenderse.

-¿Cuál era realmente la relación con sus hermanas?

-Cambiante, claro. Cuando vuelve de Argel tiene casi 40 años y a sus hermanas se les ha pasado la oportunidad de convertirse en esposas, así que se dedican a coser y demás. Cuando crece la convivencia real es en Valladolid, cuando tiene entre 50 y 60 años. En ellas, Cervantes identifica las razones de su feminismo. Sí es posible decir que recrea personajes femeninos con independencia y solvencia moral equiparable a los masculinos: marca la potencia intelectual y moral de las mujeres más allá de prototipos femeninos convencionales.

-Titula el libro La conquista de la ironía, pero casi podría ser el descubrimiento del zen. O del estoicismo.

-Esa madurez moral le lleva, por una parte, a ser una persona escéptica e irónica pero, también, enormemente consecuente con sus decisiones vitales. No va a quejarse de su destino porque lo ve consecuente con sus actividades y decisiones. El Quijote muestra la naturaleza contradictoria de la existencia humana, pero no pretende saber cuál es la forma correcta de comportarse, sino simplemente plasmar lo difícil y complicada que es la realidad.

-Miguel de Cervantes demostró ser un hombre fiero en su juventud. ¿Cuándo empieza a cambiar?

-Pues en Andalucía. Entre 1587 y 1600 tuvo que ejercer el oficio real de abastecimiento a la Armada y de cobrador del frac de facto. Es en esa impregnación de vida real, lejos ya de sueños heroicos. E irá plasmando esa realidad cotidiana que va desde la trampuchería canalla hasta la corrupción de los jueces de la Audiencia de Sevilla. Y es algo que vemos tanto en El Quijote como en Rinconete y Cortadillo, La Gitanilla y El coloquio de los perros...

-¿Qué tiende a hacer uno y qué ha de evitar cuando actúa de "parásito"?

-He intentado evitar sobre todo las anacronías: no adelantar cosas que se saben. El Cervantes de 30 no sabe lo que le va a pasar a los 60; es más, ese señor no existe. Hay que adoptar el punto de vista y recrear las vivencias de cada momento. Luego, hay que ver qué queda de aquel muchacho idealista y combativo en el Cervantes de la vejez y por qué no se ha convertido en cínico resentido y amargado sino, al contrario, es una persona más lúcida y feliz. No se ha bloqueado, no es víctima del desencanto de vivir.

-¿Cree que personaje y autor se han mezclado en el imaginario colectivo?

-Desde luego, y ocurrió así desde el primer momento. Cervantes se cabrea de verdad cuando se da cuenta de esto tras el éxito de la primera parte. Por eso, la segunda parte empieza aclarando que para recrear a don Quijote hace falta ser un hombre con la cabeza muy bien puesta.

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