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rocío ramos-paúl. 'supernanny', psicóloga, educadora de menores

"Atender todas las demandas de tu hijo es crear un tirano"

-Ha fijado un decálogo de consejos en la web de Nintendo (suprimeraconsola) sobre el uso infantil de los videojuegos.

-La preocupación general de los padres frente al videojuego es el control del tiempo. El videojuego es ocio digital y por lo tanto parte del ocio global de los niños. Ésa es la realidad. El problema llega cuando únicamente existe el ocio digital. Cuando éste forma parte de otras cosas, sus entrenamientos, sus hobbies al aire libre o más tradicionales, no hay problema. A nivel de control del tiempo existe la posibilidad de asociar a una satisfacción el videojuego, es decir, cuando termino todas mis responsabilidades, como es tan motivante, dejar un rato al videojuego.

-¿El encuentro con las consolas es inevitable?

-Son muy motivantes, les encantan y los contenidos muchas veces repiten las mecánicas de juegos tradicionales. Aislar al niño de las consolas no tiene mucho sentido. Actualmente, la diferencia generacional es cada vez más estrecha porque muchos padres también las han usado cuando eran jóvenes.

-¿Qué aportan esos aparatos?

-El factor lúdico es muy importante para el aprendizaje. Todo lo que el niño aprende jugando lo aprende mucho mejor que cuando es en un marco más formal. Efectivamente, comprobamos cómo la coordinación visomotora (ojo humano) se va desarrollando, igual que la tensión, la concentración, los logros y luego los específicos de cada juego.

-Muchos pequeños son ya nativos digitales.

-Es que los adultos trabajamos con esas herramientas. La consola es la entrada a las nuevas tecnologías posteriores. Los niños acceden de forma lúdica y poco a poco aprenden la utilidad a otros niveles.

-¿Cómo se combinan los principios de autoridad y diálogo?

-La autoridad cooperativa, la más asertiva, la que te convierte en figura de referencia, pasa por establecer una comunicación. Cuando combinas esos dos factores que cita empiezas a convertirte en referente de autoridad para el niño. ¿Cómo se hace? Sabiendo que tienes que decir que no. Tú pones los límites. Y permitiendo la flexibilidad de esos límites: lo que me vale hoy no me vale mañana. Entre medias, hay que establecer un nivel de comunicación que aporte en cada edad lo que el niño necesita. Los de dos años no exigen un gran argumentario, pero uno de diez o de catorce sí requiere esa negociación.

-¿La pataleta es un arma de destrucción masiva?

-Forma parte de su desarrollo. Otra cosa es que tú tengas que intervenir sobre ella. Entre los dos y tres años lo sano es que las tengan. Es una etapa que deben pasar.

-El niño empieza a llorar y no para. ¿Qué hacemos?

-Depende de cada niño y de por qué lo hace. A veces es porque decimos que no y hemos de mantener esa negativa. Otras es simplemente porque está cansado, o estresado, y claro, no saben hablar ni te pueden contar que han tenido un día horrible en el cole. Entonces hay que tranquilizarlos, consolarlos y enseñarles educación emocional: soluciones y alternativas. Si tiene sueño lo acuestas; si está aburrido le das actividad.

-¿Es importante habituarles a no interferir en las conversaciones de los adultos?

-Eso tiene que ver con los límites. Si atiendo todas las demandas de mi hijo y en el momento en que me lo pide, mi hijo lo que en realidad aprende es que todo el mundo está a su disposición para lo que quiera y cuando quiera. Eso genera a posteriori muchas actitudes agresivas: el niño tirano. Pequeñas actuaciones de bloqueo, de decir "no, espera", logran que aprendan a frustrarse y eso les hará menos ansiosos el día de mañana. Entiendo que lo que dicen los adultos es relevante y luego ya iré yo. Porque la segunda parte de esto es atenderle.

-A finales de los setenta, en mi época, el reparto de roles entre los padres estaba muy definido. ¿Cuánto han cambiado las cosas?

-Hoy hay estructuras diferentes de familia, nuevos papeles. Antes uno sabía más o menos lo que debía hacer, pero todo ha cambiado porque de repente tienes en casa a la pareja de tu padre, por ejemplo, que a su vez tiene hijos. Todos los roles se están redefiniendo. Y a mí me parece maravilloso, porque es cambio y el cambio genera beneficio.

-¿Un divorcio conlleva por defecto futuras disfunciones?

-Lo importante en la educación es cómo hagas las cosas. Si tengo a mi padre y a mi madre en una estructura más tradicional y resulta que me he pasado la vida escuchando que no valgo para nada, mi autoestima estará a la altura del betún. Y aunque sea parte de una familia monoparental, si recibo de mis padres ánimos y comprensión y estímulos, están trabajando mi autoestima, y para eso es irrelevante que haya dos padres del mismo sexo, uno, o una pareja de corte clásico.

-Si quieres que tu hijo lea, ¿lo mejor es leer delante de él?

-El modelado es importantísimo. Eres modelo para tu hijo, sobre todo entre los cero y los ocho años. Si veo a mis padres leyendo es muy probable que incorpore la lectura como forma de ocio.

-Los griegos ya se quejaban de que toda generación empeoraba a la anterior. ¿Un mito?

-Cuando doy conferencias, recurro a veces a frases de los clásicos de ese estilo sin aclararlo. Los padres se muestran de acuerdo y cuando descubren la fecha en que se pronunciaron se parten de la risa. Todos pasamos la adolescencia, nos convertimos en adultos y más o menos lo hacemos bien. Además, la adolescencia tiene partes bonitas: son divertidos, espontáneos y pasan de la radicalidad a fijar una opinión crítica y equilibrada.

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