l La tristeza y el dolor, en gran parte forzado e impostado, invadieron ayer el corazón de cientos de miles de norcoreanos que se echaron a la calle y lloraron sin consuelo aparente ante el paso del féretro de su Querido Líder en Pyongyang durante el solemne funeral celebrado ayer por el hasta ahora jefe del Estado Kim Jong-il. Coincidiendo con este acto de despedida, unos cincuenta desertores lanzaron 200.000 panfletos desde Corea del Sur a Corea del Norte pidiendo a sus habitantes que derroquen la dinastía comunista. Soportando unas bajísimas temperaturas, los ciudadanos norcoreanos se alinearon en las calles de la capital para mostrar sus respetos al fallecido. Entre la gente varias mujeres se golpeaban fuertemente el pecho en señal de dolor mientras los soldados hacían una reverencia con la cabeza al paso del cortejo.