Un día después de que Vladimir Putin resultase elegido como presidente de Rusia por una abrumadora mayoría, Moscú y San Petersburgo registraron un incremento de la tensión social con el enfrentamiento entre los opositores y las fuerzas de seguridad. Las denuncias de pucherazo por parte del actual primer ministro -avaladas por duras críticas sobre las irregularidades realizadas por los observadores internacionales de la OCDE- llenaron las calles de las principales ciudades rusas de manifestantes pro y anti-Putin. Las denuncias de fraude llevaron a Estados Unidos a pedir al Gobierno dirigido actualmente por Dimitri Medvedev que abra una investigación independiente para demostrar que esas presuntas irregularidades carecen de fundamento. Mientras, decenas de personas fueron arrestadas por la Policía y las fuerzas de elite desplegadas para evitar enfrentamientos.