"No soy de los que abogan por el olvido y el silencio"

Ian Gibson, Hispanista

Licenciado en Literatura Española y Francesa en Dublín, su país de origen, es uno de los hispanistas de referencia. Especializado en la vida y obra de Federico García Lorca, ahora viaja al siglo XIX en 'La berlina de Prim'.

José Joaquín León

30 de junio 2012 - 07:39

-Hasta ahora había escrito más de la Segunda República que de la Primera.

-Sí. Todo el mundo habla de la República, pero de la Segunda. Yo quería saber más de la Primera República, y al investigar te das cuenta de que no se puede separar del sexenio que arranca con la Revolución de 1868.

-La novela que ganó el premio Fernando Lara se centra en el asesinato de Prim.

-Prim era un personaje muy importante. Fue un magnicidio en toda regla que tuvo consecuencias para el futuro de España.

-¿Era un personaje contradictorio?

-Como todos, tuvo luces y sombras. Hace falta una gran biografía de Prim, con nuevos datos. Es un personaje hasta cierto punto enigmático, pero de primera fila. Nadie puede dudar de su valía como estadista, de su valentía como militar…

-¿El atentado contra Prim fue instigado por el duque de Montpensier?

-Siempre se ha dicho eso, yo no puedo asegurarlo. Ahora se va a realizar una investigación forense de la momia y la comisión creada quiere esclarecerlo. En Reus, la ciudad natal de Prim, quieren enaltecer su figura. Se van a aclarar puntos oscuros.

-¿Los Saboya se hubieran consolidado en España sin el asesinato de Prim?

-Es posible que sí. Amadeo es elegido rey por el Parlamento. Amadeo llega a España y lo primero que ocurre es que han matado a su gran valedor. Con Prim de primer ministro quizá otro gallo hubiera cantado.

-Pero después de Amadeo no vuelven los Borbones, llega la Primera República.

-Sí, pero cuando se va Amadeo los alfonsinos cobran fuerza para la restauración borbónica. Era una república con una Constitución monárquica. Los republicanos estaban divididos.

-¿Fue un caos político?

-Era difícil consolidar una república que tuvo cuatro presidentes en 11 meses. A pesar de que Pi y Margall, Salmerón, Castelar e incluso Figueras no eran unos don nadie. Había carlistas, cantonalistas, nacionalistas… Fue muy complejo.

-En su novela aparece Patrick Boyd, hijo de un irlandés que vino a España. ¿Es un alter ego suyo?

-El padre, Robert Boyd, no es un invento, es un personaje real. Fue fusilado en Málaga junto con el general Torrijos y otros cincuenta compañeros que se sublevaron. Robert Boyd financió la expedición de Torrijos y, de ese modo, le hago un homenaje. Hay otros guiños románticos en mi novela.

-¿Por ejemplo?

-Le invento a Boyd una figura romántica. Le invento un hijo que nace en Gibraltar, que no es uno de los sitios que más quiero en el mundo. Hay una alusión al Ulises de Joyce, otro irlandés, porque Molly Bloom nace en Gibraltar. La madre de Patrick Boyd le dice quién es su padre cuando ella va a morir.

-¿Su novela es romántica?

-Tiene elementos románticos, incluso una parodia de los viajeros románticos del siglo XIX con el cantaor Silverio Franconetti. Eso me vincula con otras resonancias personales, como mi investigación sobre Antonio Machado. Su abuelo fue un personaje muy importante. Y, por cierto, se merece una calle en Sevilla y no la tiene.

-Pasemos a la memoria histórica de la Guerra Civil…

-Un cierto sector aboga por el olvido y el silencio. Yo no soy uno de ellos.

-¿No están cerradas las heridas con el tiempo?

-No están cerradas porque es injusto no haber recuperado a los fusilados por la represión franquista, que fue cruel. El ser humano quiere dar un entierro digno a sus muertos. Eso ya está en Antígona. Se debe comprender y más quien sea cristiano.

-¿Es un problema de la derecha española?

-No tiene por qué. Yo digo ¡chapó! al alcalde de Málaga, que es del PP, pero permitió excavar en el cementerio de San Rafael, donde estaban los cadáveres de más de 4.000 fusilados. Esa debe ser la norma universal.

-Usted investigó también la matanza de Paracuellos.

-Me estaban atacando por mi biografía de Lorca y decían ¿por qué no investiga también el fusilamiento de Ramiro de Maeztu, lo ocurrido en Madrid, los crímenes de Paracuellos? Y lo conté y lo publiqué. Ricardo de la Cierva dijo que era "un trabajo honrado, más tratándose de Gibson, que es rojo", aunque no soy tan rojo. Conseguí una entrevista con Santiago Carrillo que creo que es un documento para la historia.

-¿Por qué le atrae tanto Federico García Lorca?

-Empecé a estudiar literatura en lengua española con 18 años, en el Trinity College de Dublín. Había grandes profesores, como Donald Shaw, que nos dio un curso de Rubén Darío, y entré a través de Azul, mi primer libro en castellano. De Rubén pasé a Lorca, que me deslumbró.

-¿Qué le atraía más?

-El Romancero Gitano fue una experiencia inolvidable. En Andalucía hay algo que me recuerda a Irlanda, quizá sea una raíz celta muy antigua. En el Romancero encontré una literatura telúrica, como la irlandesa, que se basa en la tierra, que canta las penas, había algo común, y el aspecto exótico del Sur. Así entré en Lorca y ya no he salido nunca.

-Le ha dado polémicas...

-La primera fue cuando publiqué la biografía y no querían que dijera que era homosexual.

-Y después, el cadáver...

-Sigo pensando que Manolo el Comunista no me mintió, cuando me dijo el sitio de Alfacar en el que creía que fue enterrado Federico García Lorca. Excavaron allí y no había nada, pero si hubieran ampliado el radio, hubieran dado con sus restos. Pienso que hicieron mal en no consultarme.

-¿Le afectaron las críticas?

-Me sentí ninguneado por unos y atacado por otros. Decían que Gibson se fió de uno que mentía, y eso es injusto. Mi libro se publicó en 1971. Ahora sabemos más.

-Está trabajando en una biografía de Luis Buñuel.

-Se va a publicar la primera parte, que llega hasta 1939. Después me queda mucho trabajo. Buñuel hizo 32 películas. Era el que me quedaba. Lorca, Dalí y Buñuel son los tres mosqueteros de una cultura española universal.

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