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Entrevistas

"La construcción ha decaído y la memoria histórica es una salida"

-¿Compensa viajar en el tiempo?

-En una mañana he viajado a lo largo de tres mil años. Desde el Calcolítico o edad del Cobre del dolmen de Montelirio, en Castilleja de Guzmán, tercer milenio antes de Cristo, a unas murallas romanas del periodo imperial que han aparecido en el intercambiador del Metro de San Juan de Aznalfarache.

-¿Con qué periodo se queda?

-Los de mi generación empezamos todos estudiando el periodo tartésico, pero yo me he decantado por el mundo clásico, el tema romano. Aunque prefiero un hacha paleolítica antes que una cabeza romana.

-De 1991 a 1997 fue director de Itálica. ¿Cuál fue el hallazgo más importante en la ciudad romana?

-Más que hallazgos monumentales, yo destacaría las prospecciones geofísicas que con un equipo de arqueólogos ingleses nos llevaron a la planta de la ciudad de Adriano. Dimos con la muralla tardía, con el abandono del proyecto adrianeo.

-¿Por qué se abandona?

-Por la falta de peso específico del clan hispano a mediados del siglo III. Me refiero más a la época de Adriano que al propio Adriano.

-Imagine un regreso al futuro, que los romanos excavaran nuestros restos. ¿Qué les sorprendería?

-Valorarían la monumentalidad, los símbolos, las grandes obras. Lo demás es tecnología. Tenga en cuenta que en Roma menos la luz eléctrica lo tenían todo. Las bombas de riego, las cañerías de agua, el arte más sofisticado. No tenían móvil, pero tenían acueductos.

-¿Sus primeras excavaciones?

-Con Pellicer, el gran especialista en el impacto colonial fenicio. Con él excavé en el cortijo de Chillas, en Villamanrique de la Condesa; en un corte estratigráfico en Carmona y en las cuevas de Nerja.

-¿Los alemanes siguen llevando la voz cantante?

-Han sido un referente. Han creado grandes institutos arqueológicos por todo el Mediterráneo. La primera cátedra de Egiptología en España no creo que tenga más de diez años y las alemanas llevan más de un siglo. Hoy en día la arqueología española está al mismo nivel, entre otras cosas porque está muy tecnificada. No es algo aislado. El arqueólogo hace el agujero, pero hay muchas disciplinas, porque todos buscan algo: los físicos, los botánicos. Está muy interrelacionada. Si antes salía pintura roja en los cadáveres, se decía que era almagra y no se pasaba de ahí. Ahora con la analítica, como pasa en el dolmen de Montelirio, puede ser cinabrio, lo que permite obtener información de pólenes, fauna, sequía, impacto medioambiental.

-¿Hay civilizaciones de cuyo paso no existen pruebas?

-Sí, pero no quiere decir que no vinieran. No se han encontrado restos materiales de vikingos y bizantinos porque su paso fue muy efímero y porque no se han buscado.

-¿Andalucía es romana o árabe?

-Lo que la determina es el valle del Guadalquivir, una vía de comunicación hacia el interior, una calzada que atrae a diferentes civilizaciones por su profusión de vida.

-Ahora cada municipio tiene sus jornadas históricas. ¿Están a la busca de 'restos' de identidad?

-Hay una inflación de historiadores y de arqueólogos. La arqueología está ahora en el mercado de la cultura, en el de la construcción, sea por edificios, carreteras o canteras. Y todos los pueblos se afianzan a sus raíces.

-¿Se han paralizado obras por su celo profesional?

-Muchas. En 1984 se establecieron nuevos criterios de actuación arqueológica. Un hallazgo casual es prácticamente imposible. Puede que en verano alguien haga una obra ilegal, bajan las tutelas y vigilancias, como ocurre con los golpes de Estado y grandes movidas.

-¿La llegada del Metro a las capitales andaluzas condiciona el trabajo de los arqueólogos?

-Las grandes obras civiles suelen estar muy dotadas. El problema no es el dinero, sino las prisas. Con los proyectos del Metro se trabaja bien. Ha habido problemas con el tranvía de Sevilla, el Metrocentro. Se tomaron cautelas después, lo que es inadmisible. Aunque parezca mentira, la Administración es mucho más celosa con las obras particulares que con las públicas. Es la que más se salta las leyes.

-¿Ha actuado en trabajos de la llamada memoria histórica?

-No se ha dado el caso. La construcción ha decaído muchísimo y la memoria histórica está siendo una salida para los arqueólogos.

-¿Sus cadáveres más antiguos?

-Unos del periodo epipaleolítico o neolítico en la cueva de Nerja. Y los más recientes, en las obras de restauración del convento de Santa Inés. Excavamos la sala De profundis del convento donde estaban enterradas varias monjas, algunas momificadas como doña María Coronel. Una había muerto en 1992.

-¿Qué tal con los arquitectos?

-Es un tema muy superado. Antes los arqueólogos se quejaban del intrusismo de los arquitectos y ahora ocurre al contrario.

-¿Decayó el mito de Tartesos?

-No. Lo que pasa es que se conoce muy bien ese impacto entre lo indígena y el mundo oriental que trae la colonización fenicia. Todo salvo la casa, la arquitectura doméstica.

-¿Lo que más le impresionó?

-Por lo que uno sabe, lee y oye, debería decir Éfeso, Olimpia. Pero no hay nada más mágico que ver Altamira con una lámpara de carburo.

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