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miguel ángel núñez paz. Catedrático acreditado de derecho penal

"La justicia y lo justo son conceptos relativos"

-Penalista y criminólogo. ¿Hay muchos de su especie?

-Los hay y muy buenos. Yo tuve suerte porque mi padre, gran penalista y gran humanista, fue uno de ellos. El Derecho Penal fue el pan nuestro de cada día en mi hogar; más tarde, cuando tuve la oportunidad de formarme en Alemania, disfruté de la sublimación al aprender del más grande: Claus Roxin. En el extranjero, esencialmente en EEUU, comprendí también la importancia que tenía que hubiese una ciencia previa que pusiera sobre el tapete un análisis empírico y social de la realidad criminal. Hoy en día, en España, hay extraordinarios penalistas y criminólogos del más alto nivel, pero aún queda bastante por andar.

-No se quejará usted de intrusismo profesional...

-¿Está de broma? Dicen que hay un seleccionador de fútbol en cada uno de nosotros, pero lo que de verdad hay es un penalista/criminólogo. Vea si no cuando se da bombo a un suceso concreto: se opina sin ningún criterio científico sobre tratamientos penológicos y perfiles criminológicos. Y lo hace todo el mundo, desde la portera hasta el último de los sesudos tertulianos.

-¿Su ciencia tiene el reconocimiento que merece?

-La criminología es una ciencia experimental que, a pesar de que se desarrolla con método propio desde el siglo XIX, ha contato con la etiqueta de disciplina auxiliar. El drama radica en que su relevancia, adquirida en las universidades y en la investigación, no genera la atención suficiente por parte de las administraciones, lo que conlleva una evidente falta de repercusión en la oferta laboral que no responde a su utilidad.

-¿El mayor de los crímenes?

-No sentir piedad y empatía por el que sufre. Sea quien sea. Esa resistencia a la solidaridad es el peor embrión criminógeno.

-¿Hay alguna forma de evitar que algunos juicios paralelos sean peores que una condena?

-Ya empezamos a hablar de su profesión (periodismo), eso me gusta (risas). Mire, el problema de los juicios paralelos es la banalizacion de la justicia y su trascendencia a la opinión pública. Ha costado muchos años disponer de una batería de garantías penales y procesales para que alegremente se esgriman argumentos en base a filtraciones, o se afirmen barbaridades jurídicas sin el menor de los respetos.

-El ministro de Justicia amaga con multar a quienes publiquen los sumarios.

-La responsabilidad es de quien filtra la noticia, no de quien la publica. Ahora bien, libertad de expresión y de información son derechos limitados. La veracidad objetiva es casi imposible, así que lo imprescindible es exigir que el periodista actúe con diligencia. Se pueden quebrar derechos como intimidad, honor, presunción de inocencia, etc, con consecuencias irreversibles.

-En una clasificación internacional, ¿qué puesto le da a España en materia judicial?

-En general, alto. El grado de responsabilidad y de formación de la mayoría de nuestros jueces y fiscales es bueno, excelente en algunos casos. En gran medida el fracaso de la administración de justicia depende de la falta de medios o de incorrectas estructuras administrativas.

-¿Qué asignaturas pendientes tenemos los periodistas?

-En muchos casos se carece de una formación jurídica mínima y de prudencia. La pluma o el verbo a veces resultan mucho más dañinas que el estigma de una pena privativa de libertad.

-¿La razón de que aparezcan tantos casos de corrupción es que hay más medios para combatirla?

-Es evidente que ahora existe una concienciación importante. Eso está consiguiendo que se habiliten mayor número de instrumentos jurídicos para luchar contra esta lacra que está íntimamente vinculada con la progresiva prostitución de la clase política, que no de todos los políticos, que ha olvidado en gran medida su vinculación a la soberanía popular.

-Dos ex presidentes de la Junta, imputados ante el Supremo. Han comparecido ante el Tribunal tras años de instrucción. ¿Alguna fórmula para agilizar el procedimiento de instrucción judicial?

-El problema de la lucha contra la corrupción depende, en gran medida, por no decir casi en exclusiva, de los medios que se dispongan en favor de la justicia para analizar casos que afectan a una delincuencia tan peculiar, tan especifica, de complejos entramados financieros y con tantas implicaciones. Hacen falta inversiones ciertas y cuantiosas, no sólo promesas y buenas palabras.

-¿Es partidario de reducir los aforamientos?

-Ese es un problema esencialmente procesal y político, pero cuando hay tan numerosos aforados que delinquen y deja de convertirse en una cuestión excepcional, parece conveniente que se revise íntegramente y de una dichosa vez, la decimonónica Ley de Enjuiciamiento Criminal, aunque no sólo por esta sino por innumerables razones más.

-¿Le parece útil la prisión permanente revisable?

-Me parece una aberración. Catedráticos de treinta y cinco universidades públicas españolas firmamos un manifiesto hace dos meses en el que calificábamos de "injustificable" la introducción de una pena incompatible con los fines de reeducación y reinserción que deben cumplir las penas según establece la Constitución, e indefendible incluso desde el punto de vista de la dignidad humana y de la seguridad jurídica por su carácter indeterminado.

-¿El endurecimiento de las condenas sirve para reducir la criminalidad?

-La estadística demuestra que esa creencia es errónea en términos absolutos. En España hay un gran cumplimiento medio de estancia en prisión (16 meses frente a 9 de media en Europa), siendo el segundo país con menos delitos. España es un país con pocos delincuentes y muchos presos, y el problema es que quienes cumplen una pena privativa de libertad no siempre son los que más la merecen.

-¿Se puede combatir el terrorismo subiendo las penas de cárcel?

-En lo que afecta al derecho penal español, el discurso de la levedad de las penas es radicalmente falso desde hace tiempo. En 2003 se introdujo el discutible cumplimiento efectivo de penas hasta 30 o 40 años. Esta última afecta a casos de terrorismo. Así que con tal cumplimiento efectivo en vigor, la pena era ya muchísima más duro que muchas penas perpetuas de países de nuestro entorno.

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