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Entrevistas

"Me leí los siete libros de Proust en un viaje a China"

-Fotografiar desaparecidos. ¿No es una paradoja? ¿Le ha hecho fotógrafo de espectros y fantasmas?

-Ése es el principal problema, que los protagonistas no están. Y por ahí empieza el trabajo. Te vas a los centros de detención donde los torturaron y mataron. A Villa Grimaldi, a la Escuela Mecánica de la Armada. El siguiente paso es la memoria, la movilización de los familiares, que son más víctimas que las víctimas.

-¿Es un viaje al horror como El corazón de las tinieblas de Conrad?

-Es un viaje del horror a la dignidad de las víctimas. Como dicen los antropólogos forenses, los huesos hablan. Cuando se abre una fosa, los huesos no dejan de hablar, de dar información. Fotografié una fosa en Iraq donde en un día mataron a tres mil personas, incluidos niños y mujeres, de un disparo en la cabeza.

-Los objetos parecen exvotos. ¿Hay ternura detrás de tanta crueldad?

-Cuando vas a las casas de los desaparecidos, hace treinta años que ya no están y las madres te enseñan las notas escolares, el oso de peluche que le zurció cuando era un niño. Lo han guardado en secreto, para que no lo sepan sus otros hijos, porque los médicos y psicólogos les han dicho que puede hacerles mucho daño.

-¿Se ha hecho de piedra?

-Estas madres, esposas, hijas, siguen llorando, tú estás allí y tienes que hacer tu trabajo.

-Uno piensa, sin ir tan lejos, en las hermanas de Marta del Castillo, una desaparecida bien próxima.

-En una exposición mía en Barcelona, conocí a la presidenta de la Asociación de Desaparecidos sin Causa Aparente. Una madre que en 1998 perdió a su hija de 15 años y no volvió a saber de ella. Le conté que he conocido madres de desaparecidos forzosos que tenían la casa como si su hijo se hubiera ido el día anterior; que en algunos casos les hacían las camas a diario, cambiándoles hasta las sábanas. Pero los casos que trabajo son políticos, víctimas de golpes de Estado, de guerras.

-En una de sus fotografías se repite decenas de veces en una lista de fallecidos el apellido Salihovic...

-En Sbrebenica murieron ejecutados entre ocho y diez mil quinientas personas. Muchos eran primos, parientes. En el Kurdistán iraquí también se repetían muchos los apellidos.

-En Bosnia, en Sarajevo, empezó en 1914 la Primera Guerra Mundial. ¿Hay indicios de la Tercera?

-No habrá una tercera guerra mundial, pero en el mundo están ocurriendo muchas guerras. Algunas, como la del Congo, con cinco millones de muertos. La guerra es un gran negocio desde que el hombre tiene memoria.

-¿Qué le llevó a todo esto?

-La próxima semana cumplo treinta años en Amnistía Internacional. El primer informe del que tuve noticia cuando entré fue uno de violaciones de derechos en Guatemala y El Salvador. Opté por ir a esos países y así empezó un proyecto que hice entre 1998 y 2010.

-¿No es amnistía una palabra devaluada por los cómplices del terrorismo etarra?

-El terrorismo tiene otras connotaciones. En este terreno hay etarras desaparecidos, tanto en ajuste de cuentas entre ellos como el caso Lasa y Zabala, un asunto de terrorismo de Estado. Por ceñirnos a España, las últimas fotografías de mi obra son de la Guerra Civil, de La Puebla de Cazalla.

-El título de su exposición recuerda a Missing, la película de Costa-Gavras. ¿La realidad supera a la ficción?

-Compartí un premio con Costa-Gavras. Le mandé un libro y guardo sus cartas como oro en paño. En su película, Jack Lemmon encarna al hombre de negocios que cree en su Gobierno, en su país, en la legalidad, y piensa que en Chile sólo hay comunistas hasta que se siente engañado. Eso tiene su traslación a nuestro país. Todos los partidos políticos sin excepción han dado una gran lección de cobardía en el tema de los desaparecidos en la Guerra Civil. Han pasado 37 años desde la muerte de Franco y no se ha encontrado una solución de convenio. Ni Felipe, ni Aznar, ni Julio Anguita, ni las minorías vasca y catalana, ni Esquerra Republicana, ninguno se ha mojado en este tema. Una lección de cobardía que hago extensiva a las universidades, a la judicatura, a los ciudadanos.

-¿Salva a Zapatero?

-Su ley de Memoria Histórica es muy floja, no le sirvió a los familiares.

-¿Hay sitio para las aficiones?

-Por supuesto. La primera, viajar. Acabo de hacer un viaje a México con mi mujer y mi hijo. La segunda, leer.

-¿Sus autores favoritos?

-García Márquez, de cuya Escuela de Periodismo en Colombia soy maestro de honor, Kafka, Faulkner, Camus, Proust.

-¿Encontró el tiempo perdido?

-Me leí los siete volúmenes de Proust en un viaje a China. Llevaba los libros en el fondo de la maleta. No me gusta el ipad.

-¿Ejerce de andaluz?

-Soy de Córdoba y del Córdoba y eso que con tres años nos fuimos a Barcelona. Hace poco compartí un premio con Del Bosque, es amiguete, nos escribimos por correo electrónico, y recordamos esa Liga que el Barcelona perdió hace cuarenta años en Córdoba el año que jugó allí Del Bosque.

-Como Messi, compartiendo un premio con Del Bosque...

-Nos lo dio la ONG Save the Children. Además también premiaron al actor argentino Ricardo Darín, una vietnamita a la que quemaron viva con napalm y la yemení a la que el año pasado le dieron el Nobel de la Paz.

-¿Su agenda para 2013?

-A mediados de febrero quiero ir a Iraq en el décimo aniversario de la guerra, estoy pendiente de conseguir el visado. Tengo que ir a Afganistán. Un trabajo sobre desaparecidos forzosos en Colombia; me gustaría ir a Gaza y Cisjordania y terminar en Bosnia.

-¿Es más difícil fotografiar a los verdugos?

-Sólo se dejaron en Sudáfrica, por el pacto que gracias a Mandela se firmó entre el bien y el mal, entre los verdugos y las víctimas.

-¿Juzga la cámara?

-El sentimiento de una madre cordobesa que perdió a su hijo fascista asesinado por un grupo anarquista me inspira el mismo sentimiento que al contrario. Todos tienen su historia.

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