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Araceli Ortiz. Enfermera, portavoz de la 'Marea Blanca' de Madrid

"Si seguimos esta deriva vamos al subdesarrollo"

  • El Hospital de la Princesa fue donde se iniciaron las movilizaciones que pararon la privatización de hospitales por parte de la Comunidad de Madrid, con gran apoyo de la población y gran repercusión social.

Araceli Ortiz, granadina de 64 años, es enfermera en el Hospital de la Princesa de Madrid desde el año 2000, ha sido considerada portavoz de la marea blanca, pero ella prefiere denominarse simplemente activista. Es secretaria de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid. Participará mañana en las XIV Jornadas sobre Desigualdades Sociales y Salud que organiza la Asociación de Cádiz. El Hospital de la Princesa fue el lugar donde se iniciaron las movilizaciones que lograron parar la privatización de hospitales por parte de la Comunidad de Madrid, con gran apoyo de la población y gran repercusión social.

-¿La marea blanca es la imagen de un éxito? 

-Afortunadamente sí. No tanto como quisiéramos, pero sí. Es la señal de que lo que se batalla se puede conseguir.

-Pero algún ingrediente más habrá, aparte de la batalla.

-Bueno, hay muchos factores. El primero es la unidad entre los ciudadanos y los profesionales, sentir que la sanidad no es sólo de los sanitarios sino del conjunto de la ciudadanía. Segundo, creo que es la variedad de las acciones. Hubo movilizaciones en la calle, pero algunas muy originales, como fue la de Abraza tu hospital, que mostraba el afecto de los ciudadanos con los centros que los atendían, recitales poéticos, consultas populares...

-¿Considera que ese movimiento es un ejemplo para otros movimientos sociales?

-Sí. En Madrid es que han coincidido varios movimientos que han tenido éxito. Otras se han quedado como batallas, que nunca se puede decir que se han perdido, pero no han conseguido lo que buscaban. Un par de meses antes coincidió la movilización de los trabajadores de la limpieza pública, que también la gente entendía. Esas coincidencias exitosas crean la sensación en la ciudadanía de que las movilizaciones sirven para algo.

-¿Y por qué no ha tenido el mismo éxito la marea verde de la enseñanza, por ejemplo?

-Mire, en la sanidad toda la población sabía que tarde o temprano la iba a necesitar, aunque estuviera joven y sana, o ellos o sus familiares. Sin embargo, con la enseñanza la movilización ha sido de los profesores y de la parte de la población directamente implicada. No han conseguido sus promotores que la ciudadanía sienta que la educación es imprescindible para toda la sociedad. Ese puede haber sido el salto que les ha faltado. La población no la ha visto como una amenaza tan grave.

-Eso es un poco descorazonador, que la gente no vea que la educación es igual de importante.

-Es cierto. Lo iremos viendo en los años venideros cuando percibamos que la población no está tan preparada. Es un desastre que haya una parte de la juventud mal preparada. De hecho, ya lo estamos viendo en cantidad de jóvenes. Pero quizá tardan más en verse los resultados.

-¿Por qué piensan ustedes que la sanidad pública es mejor que la privada?

-Nosotros lo tenemos clarísimo. Es más justa, porque entendemos que todos los ciudadanos tienen derecho a la sanidad en todo momento, y más cuando nos vamos haciendo mayores, que suele coincidir con que somos más desvalidos y con menos recursos. Pensamos que tiene más calidad también porque el lucro inmediato de las empresas no está por encima de los resultados. Y además, con una inversión relativamente pequeña se consiguen unos resultados iguales o mejores.

-Pero hay quien dice que la sanidad pública es muy cara de mantener.

-Está claro que barata no es, pero desde luego la privada es mucho más cara. Si no, tenemos la comparación con la sanidad de Estados Unidos, donde la participación en el PIB es mucho mayor, el grado de salud de la población es mucho menor y las desigualdades son mucho mayores. Entonces, es caro en la medida en que son servicios, pero no debe mirarse por la rentabilidad económica. Tiene sentido que el Estado se gaste el dinero en cosas que son para beneficio del conjunto de la población.

-¿La deriva que llevamos pone en peligro la sanidad pública?

-Bueno... depende. Si permitimos la introducción de los intereses privados sí, está claro. El organizar o montar un hospital, como llegó a hacerse en Madrid con la señora Esperanza Aguirre, que puso unos hospitales donde ella necesitaba votos, puede ser un desperdicio. Por ejemplo, el Hospital de Collado Villalba está terminado hace más de un año, y no se ha abierto ni se piensa abrir. Pero se pagan 900.000 euros cada mes por mantenerlo cerrado. Y es un hospital que no era necesario. Esas cosas ponen en peligro la sanidad pública, o cuando la inversión se hace en tecnología pero no en prevención y promoción de la salud.

-¿Cuánto tiene de ideológico su movimiento?

-Pues no lo sé, sinceramente. Aquí la gente se ha movido por muchas cosas: porque hay una valoración alta de la sanidad pública y la gente no estaba dispuesta a perderla; hay gente que se ha movido por un puesto de trabajo y por mantener la calidad asistencial, y la población se ha dicho "hemos perdido muchas cosas, pero esto no estamos dispuestos a perderlo".

-¿Hasta qué punto influye la desigualdad en la salud?

-Está claro que tiene muchísima relación. Por ejemplo, en una encuesta que hemos hecho sobre los recortes, en la Asociación por la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, entre los pensionistas hemos descubierto que cerca del 20% de los pensionistas no compran los medicamentos que se les mandan porque no tienen recursos y se les obliga a pagar. Eso es un síntoma. El incremento de los suicidios, la aparición de enfermedades que estaban prácticamente eliminadas y que se vinculan a la desnutrición y la pobreza... 

-Como los casos de niños que van al colegio sin comer...

-Claro, son cosas que esta administración no quiere reconocer. Pero pasa en muchos sitios.

-¿Se sienten descorazonados por que haya que estar luchando por cosas que se creían conquistadas para siempre?

-Bueno, pero eso está ocurriendo en todos los terrenos ¿quién iba a pensar en la pérdida de derechos sociales que estamos teniendo? ¿quién iba a pensar que iba a haber una parte importante de la población que no iba a tener derecho a una pensión por no estar cotizando o porque se endurecen los requisitos? Ese descorazonamiento podría ser general, porque estamos retrocediendo al subdesarrollo. Si dejamos esta deriva y que sigan gobernando estas cabezas pensantes vamos al subdesarrollo nuevamente.

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