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"La velocidad a la que circulan los mensajes nos deja indefensos"

"La velocidad a la que circulan  los mensajes nos deja indefensos"

"La velocidad a la que circulan los mensajes nos deja indefensos" / neka jiménez

-alguna vez ha señalado las Epístolas a Lucilio de Séneca como una de sus lecturas más influyentes. ¿Le siguen inspirando?

-Sí, es ciertamente una obra muy influyente para mí, pero más en términos biográficos que literarios. Digamos que, en un momento muy preciso de mi vida en el que me sentía muy afectado por ciertas cosas, encontré en esas páginas el mecanismo para tomar distancia en relación con los hechos y los acontecimientos, y era justo cuando más lo necesitaba.

-¿El estoicismo y ese distanciamiento que propugna son una buena opción en estos tiempos?

-A veces se hace necesario echar mano del estoicismo para coexistir con todo lo que sucede a nuestro alrededor. Y esto se debe a que, más que otra corriente filosófica, el estoicismo es un modo de existir. Vivimos tiempos preocupantes, muy difíciles de asumir políticamente. La victoria de Donald Trump en EEUU, por ejemplo, casi no se puede digerir porque demuestra que lo importante no es lo que la gente haga, sino no dejar de insistir en los argumentos oportunos, ya sean verdaderos o falsos. Hace no mucho parecía imposible que algo así pudiera llegar a suceder, pero me inquieta que la velocidad de la información sea la última la razón, la que lo determine todo. La velocidad se alimenta del olvido, lo que pasa hoy ya no significa nada dentro de tres días. Nada más llegar al poder, Trump ya consiguió que se dejara de hablar de algunas barbaridades que había prometido en la campaña electoral. La velocidad de las ideas es ya más importante que su profundidad. Y esto nos deja indefensos.

-Comparándole con José Saramago, el poeta portugués Nuno Júdice se refería a usted hace unos días como un escritor "transnacional". ¿Qué le parece?

-En primer lugar, yo escribo en portugués y eso determina necesariamente mi forma de escribir. De modo que, ante todo, soy un escritor portugués. Pero otra cosa son los temas de los que uno escribe, y sí, no me interesan asuntos que puedan vincularse localmente con Portugal. Prefiero escribir sobre cuestiones más amplias, como el miedo o la violencia. Ahora bien, también he escrito un libro como Viaje a la India, una novela en verso que sigue exactamente el mismo patrón estructural de Os Lusíadas de Camoes, y ya me dirás, no hay nada más portugués que esto. También advierto un carácter portugués en un libro como Enciclopedia, que por cierto publicó en castellano la Editorial Regional de Extremadura. Y entre las últimas cosas que he escrito hay un ensayo que se titula Breves notas sobre escritoras y que está dedicado a autoras portuguesas con una excepción: María Zambrano.

-Pero, ¿se reconoce usted por igual en esta querencia portuguesa y en sus libros más centroeuropeos, como Aprender a rezar en la era de la técnica?

-Walter Benjamin apuntaba una idea muy interesante. Decía que, en la bibliografía de prácticamente cualquier escritor, podemos establecer una dialéctica que nos permitiría poner unos libros a la izquierda y otros a la derecha. En este sentido, tengo una percepción curiosa: siento que algunos de mis libros, como Mi barrio, que es un título muy personal, es un enemigo de otros como los de la tetralogía de El reino o los centroeuropeos como Aprender a rezar en la era de la técnica.

-¿Enemigos?

-Sí. Cuando publiqué mi primer libro, el poemario Agua perro caballo cabeza, sabía que el segundo sería su contrario. Así funciona.

-Su obra ha tocado muchos géneros, pero usted ha trascendido sobre todo como novelista. ¿Se siente a gusto con esta marca?

-Me interesan muchas cosas distintas, relativas lo mismo a la ciencia que al arte. Nunca escribo sobre cuestiones actuales, necesito tomar distancia. Seguramente volveré a escribir sobre Europa, pero será de nuevo a modo de parábola, no directamente. Imagino que la novela me permite construir mis parábolas de manera más consecuente, pero en realidad todos mis libros son híbridos. Cuando me siento a escribir nunca pienso "voy a escribir poesía" o "voy a escribir una novela". Escribo, y ya está. No me pongo a delimitar fronteras, sería absurdo. Creo que toda mi obra puede leerse como una mezcla de ensayo y ficción. Pero vaya, que cada lector la lea como mejor le parezca.

-¿Se siente cercano a la literatura española?

-Sí, desde luego. Leo, sobre todo, ensayo en español.

-¿Y considera que se conoce lo suficiente en España la literatura portuguesa?

-Creo que hubo una generación de escritores, la de António Lobo Antunes y José Saramago, que sí fueron muy leídos, no sólo en España sino en toda Europa. Pero hay otros muchísimos escritores fabulosos del último siglo, como Agustina Bessa-Luís o Mario de Carvalho, que no han sido aún traducidos al español, y es una lástima. En la dirección contraria también sucede lo mismo. Hace falta un vínculo ibérico más fuerte.

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