España

ERC quiere contar con los de Pablo Iglesias en su Gobierno

  • Junts no acepta que los comunes entren en el 'Govern'

Junqueras habla ante la mirada de Aragonès

Junqueras habla ante la mirada de Aragonès / EFE

Depresión en la derecha tradicional, efervescencia en el independentismo. El día después de las elecciones catalanas deja a dos víctimas noqueadas, más a Ciudadanos que al PP, y a ERC, intentando marcar los siguientes pasos. En especial, el de forjar un acuerdo de Gobierno para impedir que el socialista Salvador Illa pueda presentarse a la investidura. Los independentistas están más fuertes en 2021 que en 2017, pero el cambio sutil que supone la victoria de ERC sobre Junts por un solo escaño altera la ecuación. ERC quiere que los comunes, los partidarios de Pablo Iglesias, entren en el nuevo Gobierno, pero Junts se opone.

Los líderes de ERC y de Junts no se soportan, son compañeros del 'procés', pero casi ni se hablan, y esta vez no será Carles Puigdemont quien dirija la elección del nuevo presidente de la Generalitat. Nadie va a viajar a Waterloo a someterse a unas consultas. No ERC. Los republicanos del partido de Companys tienen un escaño más que Junts, y la posibilidad de pactar con En Comú. Esto le da cierta libertad. El líder de ERC, Oriol Junquera, se ha expresado este lunes en los mismos términos que el probable nuevo presidente, Pere Aragonés, la noche anterior: quiere un Gobierno amplio, de soberanistas y de izquierdas. Es decir, buscan a los comunes y a la CUP. Aragonés calificó de "imprescindible" la incorporación de los comunes y de la CUP.

La CUP es una fuerza antisistema, que nunca ha querido participar de los gobiernos, pero ahora está abierta a esa incorporación. Su candidata, Dolors Sabater, fue alcaldesa de Badalona con apoyo del PSC, aunque, entonces, militaba en los comunes. 

La candidata de Junts, Laura Borrás, ya les ha puesto el veto a los de Iglesias. En esto coincide con los propios comunes, cuya candidata, Jéssica Albiach, no quiere compartir un Gobierno con los partidarios de Carles Puigdemont y anteriores dirigentes de Convergencia.

Es ésta pequeña fisura en el mundo independentista el único atisbo de cambio que se ve en estos momentos. Si los comunes entrasen en el Gobierno de la Generalitat, las relaciones entre el PSOE y ERC entrarían en una nueva fase, ya que tendrían alianzas cruzadas. No obstante, el pegamento del bloque independentista son los resultados. Por vez primera, los votos populares alcanzados por los soberanitas supera a los constitucionalistas, se trata sólo de unas décimas, pero Puigdemont lo está ondeando desde Bélgica como prueba de un cambio en el electorado.

No es así, sin embargo. La baja participación en las elecciones a causa del Covid hizo que buena parte del electorado constitucionalista, el menos activo, se quedase en casa. Y esta vez, con sus razones. Sólo votó el 53% del censo, así no se pueden sacar conclusiones contundentes sobre el destino de una Cataluña independiente.

El socialista Salvador Illa, vencedor por votos de estas elecciones, desea presentar su candidatura en el Parlamento, pero esto no depende de él, sino del próximo presidente de la Cámara y de los apoyos que pudiese prever. Y no son muchos. ERC se sigue negando a un tripartito con el PSC.

Los tiempos son los siguientes: el Parlamento se debe constituir el 12 de marzo como muy tarde, y el primer intento de investidura llegaría el 26 de marzo. Es el presidente de la Cámara quien propone al candidato en base a los apoyos con los que cuente a priori. Si Pere Aragonés se retrasase en articular una mayoría con Junts, En Comú y CUP, Salvador Illa podría reclamar su tiempo. Es una posibilidad, aunque lejana. 

Illa ha anunciado que se reunirá con todos los partidos del Parlamento, excepto con Vox, otro de los triunfadores del domingo.

Los de Abascal han dejado en una posición muy difícil a Ciudadanos. Inés Arrimadas ha reunido este lunes a su dirección, pero se resiste a que haya dimisiones. Los críticos lo están pidiendo, y señalan al vicesecretario general, Carlos Cuadrado, como posible chivo expiatorio. Un partido que viene de dos derrotas tan enormes como Ciudadanos -la de las generales y éstas del domingo- no tiene un problema de liderazgo, sino de supervivencia. No obstante, tendría aún dos años de margen hasta que lleguen las siguientes elecciones, que son las andaluzas.

El PP, con sólo tres escaños en el nuevo Parlamento, analizará su situación este martes con una reunión de la dirección nacional en Génova. No parece que su líder, Pablo Casado, vaya a soportar una andanada de críticas de sus barones como ya ocurrió en ocasiones anteriores. Sobre todo, porque Casado siguió el consejo de sus críticos y se apartó de Vox. En el caso catalán, eso no le dado ningún resultado.

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