las claves

Entre el alivio y la preocupación

  • Imprevisto. A Mariano Rajoy se le cortó la satisfacción del acuerdo alcanzado con el PNV para sacar los Presupuestos ante la posibilidad de que Sánchez vuelva al timón del PSOE

Al mediodía del jueves, a Rajoy se le cortó la satisfacción que sentía por haber alcanzado un acuerdo con el PNV que le abría el camino para aprobar los Presupuestos. También cercenó la satisfacción que vivía desde horas antes, cuando Fátima Báñez le trasladó los datos de empleo del mes de abril, los mejores que se habían producido nunca. Sin embargo, las noticias que llegaban de la sede socialista quebraba el esquema de futuro que barajaba el presidente de gobierno.

Rajoy había hecho un enorme esfuerzo personal durante las últimas semanas para conseguir el apoyo del PNV. No dudó en mojarse y hablar con Urkullu y Ortuzar para reforzar las conversaciones que mantenían Soraya y Rafael Hernando con miembros destacados del PNV, sobre todo con el portavoz parlamentario Aitor Esteban y con los consejeros Erkoreka y Aspiazu, a los que los dos conocían muy bien tras años de trato muy cercano cuando eran destacados diputados en el Congreso. Para Rajoy, la aprobación de los Presupuestos suponía la estabilidad de su Gobierno, que probablemente le permitiría llegar hasta el final de la legislatura. Todo saltó por los aires a las doce de la mañana.

Considera que Sánchez antepone sus intereses a los de su partido y a los de EspañaRajoy se negó hace dos años a que González fuera candidato: "Por encima de mi cadáver"

A esa hora le advirtieron de lo que ocurría en Ferraz, donde los delegados de Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez entregaban las cajas con los avales de los candidatos a las primarias. Rajoy, cuentan quienes estaban con él, recibió los datos con incredulidad, como la mayoría de los españoles con la excepción del equipo de Sánchez: Díaz había sumado más que sus adversarios, pero Sánchez le pisaba peligrosamente los talones contra todo pronóstico, por lo que cabía la posibilidad de que pudiera ganar las primarias y convertirse en el secretario general del PSOE.

Un escenario con el que Rajoy no contaba y que ahora ya no es descartable aunque se supone que los que apoyan a Díaz, y ella misma, pondrán toda la carne en el asador las próximas tres semanas para intentar que no se produzca.

Rajoy no tiene buena opinión de Sánchez, lo considera un político que antepone sus intereses personales a los de su partido y a los de España, capaz de cualquier maniobra para convertirse en presidente de Gobierno, y obsesionado con desalojar a Rajoy de La Moncloa a través de cualquier método, incluido el apoyo a la moción de censura que promueve Pablo Iglesias y que hoy rechazan todos los partidos parlamentarios excepto Bildu. O, para que no le acusen de seguidismo a Podemos, podría promover él mismo una moción contra Rajoy.

Sorteado el trámite de aprobación de los Presupuestos -si no se tuercen las cosas- , Rajoy y el PP se habían marcado dos prioridades inmediatas: una, mantener las líneas de actuación del Gobierno para seguir creando empleo y afianzar el crecimiento, que diferentes instituciones españolas e internacionales creen que será superior al marcado inicialmente por el equipo económico del Gobierno. Segundo: luchar con todas las armas al alcance contra la corrupción.

En ese sentido, tanto Rajoy como la dirección de su partido reconocen que no han hecho el esfuerzo suficiente durante los últimos años para explicar las numerosas medidas que han tomado para luchar contra la corrupción, con iniciativas parlamentarias que además fueron respaldadas con amplio consenso de la oposición cuando todavía tenía el PP mayoría absoluta.

Estos objetivos pueden diluirse si Sánchez logra la Secretaría General del PSOE, pues no duda Rajoy que en ese caso reviviría la situación de bloqueo permanente que sufrió hace un año y el PSOE sanchista en ningún caso aprobaría nada que no fuera estrictamente lo considerado política de Estado: colaboración en la lucha contra el terrorismo yihadista, algunas cuestiones relacionadas con la Defensa y quizá alguna iniciativa europea. Pero incluso respecto a la Comisión y el Parlamento Europeo Sánchez ya demostró en el pasado reciente su negativa a aceptar ciertos acuerdos alcanzados entre los populares, socialistas y liberales europeos. Un problema preocupante porque precisamente en los próximos meses se tomarán decisiones de la máxima importancia respecto al Brexit, y los tres partidos mayoritarios en la UE tendrían que mostrarse unidos para hacer frente a las exigencias británicas.

Rajoy, lo ha dicho en alguna ocasión en el pasado, si Sánchez era reelegido secretario general no dudaría en hacer uso de su competencia como presidente de Gobierno para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones si se produjera un escenario de bloqueo. Ese escenario se ve como posible aunque no probable, y por tanto no se descarta que el presidente se viera obligado a pensar en adelanto electoral. Lo que sería una pésima noticia para el PSOE, hoy un partido roto que afrontaría unas elecciones en la peor de las situaciones, que es precisamente lo que la gestora quería evitar, como la mayoría de los dirigentes regionales, cuando empujaron a Susana Díaz para que presentara su candidatura.

Si no se produjera ese bloqueo sistemático Rajoy intentará gobernar a través de acuerdos con otras fuerzas políticas como ha hecho en estos meses. Y en ese caso, lo que tiene entre ceja y ceja y así se lo ha indicado a su equipo de Gobierno y de partido, es trabajar a destajo para que los españoles abandonen la idea de que el PP es un partido corrupto. A Rajoy le irritan especialmente los comentarios generalizados sobre la financiación de los partidos que demuestran que quienes los hacen no conocen las reformas que se hicieron en la anterior legislatura. Le irrita que se exija que los que robaron devuelvan el dinero, que es algo que también se ha convertido en ley.

Ese mismo entorno explica que en lo que queda de legislatura los dos ejes de actuación mencionados, el económico y la lucha contra la corrupción se van a llevar todo el protagonismo. Y para visualizar esto último, las listas electorales van a ser la prueba del algodón. Tanto en las generales como en autonómicas y municipales desaparecerán nombres muy señalados en la historia del PP que, sin que se hayan encontrado pruebas contra ellos que merezcan iniciativas judiciales, sí son centro de la rumorología.

En ese sentido, alguien del círculo de Rajoy cuenta un episodio que quizá debió ser contado en su momento y habría servido así para despejar algunas dudas sobre el comportamiento de Rajoy respecto a la corrupción:

Hace dos años, cuando Esperanza Aguirre había conseguido ya el de Rajoy para ser candidata a la Alcaldía de Madrid, su insistencia para que Ignacio González fuera el candidato a la Presidencia del Gobierno regional hizo que ese asunto se tratara en una reunión informal en la que se encontraba Rajoy. Y el presidente, sin inmutarse, dijo a los asistentes: "Por encima de mi cadáver".

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