Alfonso Ussía en Antena 3
La canción de Aute también vale para ellos
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [16/50]
El año 2000, el Comando Andalucía mató en Málaga, Granada y Sevilla. Se cumplen 25 años del crimen del doctor Cariñanos. A los 25 años de la muerte de Franco. En 1975 ETA cometió 16 crímenes dejando 35 huérfanos
Hoy se cumplen 25 años del asesinato del coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos (1942-2000). Lo mataron el año que se conmemoraban los 25 años de la muerte de Franco. El doctor Cariñanos, asesinado mientras atendía a una paciente en su clínica de Nuestra Señora de Aránzazu de la calle Jesús del Gran Poder, tenía 33 años cuando muere Franco. Fue la tercera víctima del Comando Andalucía aquel año. El 15 de julio acabaron con la vida de José María Martín Carpena (1950-2000), concejal del Ayuntamiento de Málaga. El 9 de octubre asesinan a Luis Portero (1941-2000), fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
Jon Igor Solana (Bilbao, 1975) disparó mortalmente sobre Martín Carpena y Muñoz Cariñanos. Harriet Iragi Gurrutxaga (Bilbao, 1977) esperaba en un vehículo a su compinche. En el asesinato del juez Luis Portero, se cambiaron los roles: Harriet Iragi disparó y Jon Igor Solana fue su siniestro chófer. Daniel Portero, hijo del juez, ha dicho recientemente que “la exaltación del franquismo se castiga hasta con 300.000 euros; la de los que mataron a mi padre no sólo está impune sino que se les recibe con grandes homenajes”.
La muerte de Franco es un punto de inflexión en la trayectoria de ETA. La banda triplicó en 1975 el número de muertes del franquismo (los cinco fusilamientos del 27 de septiembre de ese año). Antes de la muerte de Franco, ETA cometió 45 asesinatos. A la muerte del dictador, 812, un tercio de ellos todavía por esclarecer. Su diana no era Franco, sino la democracia, lo que algunos llaman ahora el régimen del 78. El año con más víctimas mortales fue 1980, el año del 28-F en Andalucía. Un total de 98 muertes. Dos años después de la aprobación de la Constitución Española; dos años antes del histórico triunfo de los socialistas en las elecciones de octubre de 1982.
En 1975, el último año en vida de Franco, ETA cometió 16 asesinatos. Sus víctimas fueron siete guardias civiles, cuatro policías, dos taxistas, un guardia jurado y el alcalde de Oyarzun, Antonio Echeverría Albisu, de 33 años, primera víctima mortal de ETA a la muerte del dictador, crimen cometido el 24 de noviembre de 1975, un día después de que lo enterraran en el Valle de los Caídos. Crímenes de ETA en 1975 que dejaron un reguero de 35 huérfanos para los que 50 años después también vale perfectamente la letra de Al Alba de Luis Eduardo Aute. Diez asesinatos los cometieron en Guipúzcoa, cuatro en Vizcaya, uno en Álava y otro en Barcelona, aunque las víctimas, sobre todo los guardias civiles y policías, eran de diferentes puntos de España. Con el tiempo, empezarían a exportar el terror por toda España. El año 2000, después de un 1999 sin atentados, supuso el desembarco de la guadaña con escalas en Málaga, Granada y Sevilla.
Antes de la muerte de Franco, ETA mató a 45 personas; después, 812, un tercio sin esclarecer"
Todos los datos de los atentados de ETA en 1975 están extraídos del libro Vidas rotas (Historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA) (Espasa), de Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey. La primera víctima de ese año (29 de marzo) fue José Díaz Linares, un joven policía gallego de 29 años que estudió Magisterio pero se le cruzó la vocación policial. Acabó sus días en el barrio donostiarra de Intxaurrondo. “Su esposa, desde un balcón, fue testigo del crimen”. Tenía una hija. El segundo asesinato (22 de abril), tuvo como objetivo a un inspector de Policía leonés, José Ramón Morán, 32 años, asesinado cuando se bajó del tren para dirigirse a su destino laboral en la comisaría de Guecho. Este atentado llevó al Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro a decretar el 25 de abril de 1975 (aniversario de la revolución de los claveles) el estado de excepción en las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa, el quinto de la dictadura.
Hay dos atentados concatenados que tienen como escenario del crimen la histórica localidad de Guernica, unida al legendario árbol, al Estatuto Vasco y al cuadro de Picasso. Sus protagonistas son dos guardias civiles: el 6 de mayo, Andrés Segovia Peralta, manchego, padre de dos niños, que había terminado su servicio en la fábrica de armas Astra-Unceta y llevaba destinado en Guernica desde 1969. Una semana después, en la investigación de este crimen, se produjo una refriega en un domicilio de Guernica en la que además del matrimonio que protegía a los terroristas y uno de ellos, de alias Motriko, murió el agente de la Guardia Civil Domingo Sánchez Muñoz, salmantino, padre de cuatro hijos.
Mariano Román Madroñal había nacido en la localidad gaditana de Algodonales. Tenía cinco hijos y llevaba 20 años destinado en San Sebastián como guardia civil. Con un compañero estaban de servicio en un tren correo de los Ferrocarriles Vascongados. Pese a ser el mes de junio, en la estación de Añorga vieron subir a dos individuos con sendas gabardinas. Tras el intento de identificación, los terroristas cambiaron de vagón; los guardias se colocaron en las puertas y Mariano salió despedido del tren, fracturándose mortalmente la base del cráneo en la caída.
Hay un curioso nexo entre los crímenes etarras del último año de Franco y los últimos fusilamientos firmados por el dictador. ETA abrió una célula en Barcelona para atracar bancos. En una de esas acciones, una empleada del banco activó la alarma, los etarras se dieron a la fuga y en la estampida un cabo primero de la Policía, Octavio Díaz López, 31 años, gallego, fue alcanzado por siete disparos, uno en el corazón que le causó la muerte. Su esposa estaba embarazada de su primer hijo. Mes y medio más tarde fueron detenidos en Barcelona dos de los integrantes de la banda, Ignacio Pérez Beotegui Wilson, y Jon Paredes Manot Txiki, uno de los dos etarras fusilados el 27 de septiembre de 1975. Sobre el conductor de autobús, los dos taxistas y el guarda jurado pesaba la etiqueta de “confidente policial”. El caso del taxista Francisco Expósito fue sangrante. Era su último día de trabajo antes de coger unas vacaciones y viajar al día siguiente a Alemania para conocer a su nieto.
En 1975 hay un crimen múltiple: los tres guardias civiles que el 5 de octubre, cuatro días después de la última aparición pública de Franco, fueron en un Land Rover al santuario guipuzcoano de Aránzazu para retirar una ikurriña. A su regreso, sufrieron una emboscada. Los cuerpos de Esteban Maldonado (20 años), Jesús Pascual (25) y Juan Moreno Chamorro (26) quedaron tendidos en la carretera. Los primeros en llegar fueron unos padres franciscanos que les administraron los últimos sacramentos. Dos extremeños y un segoviano.
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