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El inicio de la #operacióngallina

LAS campañas electorales son terreno abonado para que los histriones, los amantes de sí mismos y los desesperados tiren de imaginación para conseguir un trozo del espacio público. Quienes no pueden luchar contra los mastodónticos equipos electorales que mueven los grandes partidos utilizan la imaginación para lograr que los medios les hagan caso y les den el minuto de gloria. Aunque no es precisamente por falta de medios, a Donald Trump lo están escuchando en las primarias de Estados Unidos porque ejerce y habla como Donald Trump, no por su dinero ni por su proyecto político. Él es consciente de que si quiere seguir en la pomada debe alimentar al monstruo extremo en el que se ha convertido y no pierde ocasión para hacerlo.

En España hemos tenido múltiples casos de pequeños partidos que han logrado su espacio gracias a medidas tan llamativas como estudiadas. El más reciente es el de los Ciutadans de Albert Rivera, un grupo de políticos imberbes que optó en 2006 por poner a su candidato a la Generalitat desnudo en un cartel para conseguir su hueco. Al margen de que no todo el mundo puede ponerse así en un cartel por aquello del físico, la arriesgada maniobra se sustanció en tres diputados autonómicos y en una meteórica carrera que le sitúa hoy en posición privilegiada para decidir quién va a gobernar España a partir del día 20.

Y luego están los desesperados, los que quedan fuera del juego por las injusticias de la vida. Aquellos partidos a los que el medio ambiente deja fuera porque ve pasado su momento. En esta campaña ese horrible papel le toca a Unidad Popular y a UPyD. El partido rosa, aquél que hace apenas cuatro años se veía como el principio del cambio se ha despeñado en las encuestas y acuchillado internamente hasta el punto de que nadie les hace caso y les han excluido de todos los debates. ¿Y contra eso, qué hacer? Imaginación. Métase el lector en www.operacióngallina.com y podrá ver cómo los seguidores de Andrés Herzog -por otra parte hombre preparado y cabal- se han inventado una estrategia para recuperar su espacio vital.

Sendos vídeos muestran a un hombre disfrazado de gallina que persigue a Pedro Sánchez y a Albert Rivera y Pablo Iglesias en sendos actos públicos con el objetivo de que le dejen entrar a debatir con ellos en representación del 1,2 millones de sufragios obtenidos en 2015. Como se puede esperar, la gallina no logra su objetivo, pero sí lanza sus claros mensajes denunciando el orillamiento obligado al que le someten tanto los partidos tradicionales como las nuevas formas políticas.

"¿Han tomado el poder las gallinas? ¿Nos gobiernan cobardicas emplumados? ¿Vivimos bajo el imperio del escaqueo?", afirma UPyD en su reivindicativa página. "Tienen miedo al debate abierto y libre. Tienen miedo a enfrentarse a un candidato como Andrés Herzog que no cacarea: habla", continúa. El mensaje es claro y rotundo y concluye reclamando "que Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera dejen de comportarse como gallinas y demuestren que no tienen miedo a la democracia".

Es cierto que da rubor y hasta algo de lástima ver a un partido que asomó como alternativa seria y responsable tener que caer en estas medidas para lograr su minuto de gloria. Pero dado que sufre una verdadera injusticia por verse fuera del mapa electoral por decisión de unos cuantos y con el precedente de que un señor que posó desnudo puede presidir el país, no sería justo obviar una acción que por lo menos le pone algo de chispa al discurso habitual. Y si además conseguimos que el hashtag #operacióngallina sea trending topic, seguro que habremos contribuido a orear un poco el patio público.

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