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España

La enésima encrucijada del PP

  • Casado se debate entre la abstención y el no a horas de la moción de censura de Vox, dirigida a los populares y de la que Sánchez saldrá indemne

Pablo Casado, entre Teodoro García Egea y Enrique López.

Pablo Casado, entre Teodoro García Egea y Enrique López. / David Mudarra / Efe

En las legislaturas de Pedro Sánchez, quien está a examen continuamente es Pablo Casado. La habilidad de Iván Redondo –Producciones Redondo, según califican dirigentes populares a las maniobras del consejero áulico del presidente del Gobierno– estriba en poner siempre en el ojo del huracán al principal partido opositor. Conoce bien el asesor los puntos flacos de la formación para la que trabajó durante varios años a las órdenes de José Antonio Monago y de Xavier García Albiol. Y ahí ataca. Haga lo que haga el Gobierno, la culpa es del PP, que rema en las encuestas pero no logra superar en las encuestas a su oponente pese a la tragedia de la pandemia.

El líder de la formación popular siempre va por detrás. La irrupción de Vox forzó que su discurso se agriara y aparcara la moderación, y el votante de centroderecha se lo hizo pagar en las urnas. Recuperó el equilibrio y mejoró, pero no lo suficiente como para apartar del poder a Sánchez. Su decisión de darle los galones de la portavocía a Cayetana Álvarez de Toledo fracturó también al partido, con los barones echando humo por las orejas por la política de confrontación de la locuaz diputada. En el PP vasco algunos se cortaron la coleta, como Alfonso Alonso, ninguneado por Génova al nombrar candidato a lehendakari a Carlos Iturgáiz, y Borja Sémper, hastiado de tantos ladridos y del escaso diálogo.

También han perdido los populares la batalla del relato en cuanto a la equiparación de Podemos y Vox, dos caras de la misma moneda para muchos, aunque la formación de Santiago Abascal se lleva la palma a la hora de agregarle el prefijo ultra a derechista respecto al partido de Pablo Iglesias, que también recibe mandobles por comunista y radical. En cualquier caso, el respaldo a los populares en ayuntamientos y en gobiernos regionales ha sido una crítica recurrente a Pablo Casado, por la necesidad de tener que pasar por el aro en algunas cuestiones por contentar a Vox.

Varias veces tuvo que justificarse el PP por su posición en las votaciones en el Congreso en el estado de alarma, incluso el Gobierno lo culpó de tener que echar mano de Bildu por la negativa de los populares a prorrogar las medidas adoptadas por La Moncloa.

En las últimas semanas se ha tragado otro sapo el presidente del Partido Popular a propósito de la operación Kitchen, los papeles de Bárcenas y la mano del ex ministro Jorge Fernández Díaz y del ex secretario de Estado Francisco Martínez en el entramado de espionaje con el ex comisario Villarejo metido hasta el cuello en el ajo. Otro balón de oxígeno para el Ejecutivo de Sánchez, que saca a relucir toda su maquinaria para vincular a Casado con aquella turbia trama de la época de Mariano Rajoy.

Llega el turno de la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, quien saldrá indemne de esta maniobra de Santiago Abascal, dirigida a Casado. A horas del debate en el Congreso, el líder de los populares duda sobre si su formación se abstendrá o votará en contra de la moción. En cualquier caso, el examen es para el presidente popular, que de nuevo se encuentra en una encrucijada de la que saldrá seguramente malparado.

Casado se ciñó ayer a afirmar que es una "maniobra parlamentaria" que no le "importa nada" a él ni a "nadie" y que está "condenada al fracaso"; aun así, no desveló qué votará su partido, que sigue dándole vueltas a cuál es la decisión menos mala. El PSOE, de la mano de Ábalos, le volvió a ganar la mano al decir ayer que Sánchez responderá a Abascal porque, "más allá de quien la propone", es un instrumento "que hay que tomar en serio y respetar".

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