España coge el timón de la ue Los colores rojo y amarillo ya marcan los edificios comunitarios

Un semestre para tumbar tópicos

  • La presidencia española de la UE intentará servir también para aclarar algunas ideas preconcebidas de los europeos, mezcla del desconocimiento y la curiosidad

¿A qué hora duermen la siesta los españoles? ¿A todos les gustan los toros y el flamenco? ¿La tortilla es típica de Cataluña o del País Vasco? Preguntas marcadas por una mezcla de desconocimiento y legítima curiosidad que todavía se hacen muchos europeos sobre España.

Por ello, el recién estrenado semestre español al frente de la Unión Europea (UE) servirá, además de para impulsar la construcción comunitaria, también como catalizador para eliminar algunos de los falsos tópicos que siguen, de manera sorprendente, lastrando todavía la imagen de la España europea y moderna.

Es posible que la presidencia semestral española de la UE, iniciada oficialmente el pasado viernes, no tenga -a priori- el alcance internacional del que disfrutó la Exposición Universal de Sevilla en 1992 o los Juegos Olímpicos de Barcelona, pero "será un extraordinario escaparate del país ante el resto de 26 socios comunitarios... Y también ante el mundo", opinan fuentes de la Secretaría de Estado española para la UE.

Y es que, además de centrar los esfuerzos en sacar a Europa de la crisis, impulsar las relaciones transatlánticas con América Latina o Estados Unidos y dar vigor a los cambios institucionales contenidos en el Tratado de Lisboa, los próximos seis meses de presidencia española del Consejo podrían servir indirectamente para borrar algunas imágenes del país reflejadas en los espejos deformantes de un pasado ya ampliamente superado.

"Entonces, ¿los españoles ya no hacen la siesta de forma regular después de comer?, pregunta atónito Jamie Smith, corresponsal en Bruselas del periódico irlandés The Irish Times. "Pues, a veces los fines de semana, y sobre todo en los pueblos, aunque no es algo automático", le responde Antonio Delgado, de Radio Nacional de España (RNE), mientras ambos saborean una pinta de cerveza en el pub Kitty Oshe'as, punto de encuentro obligado en Bruselas, frente a la Comisión Europea y lugar frecuentado por numerosos comisarios del Ejecutivo de los 27.

Preguntas como la de Smith sorprenden, sobre todo cuando España lleva desde 1986 sólidamente anclada en el bloque comunitario, y también preocupan, pues son reflejo de que todavía persisten algunas ideas preconcebidas sobre el país más allá de los Pirineos, y especialmente en la Europa nórdica.

"Ahhh...¿o sea que no todas las mujeres españolas tienen una facilidad congénita para bailar flamenco?, entiendo, entiendo", afirma, con cierto rubor, Vanessa Mock, periodista de la emisora internacional Radio Netherlands. "Ma...¿dove sono le chicas Almódovar?", pregunta, por su parte, Paolo Migliavacca, del prestigioso rotativo económico italiano Il Sole 24 Ore.

Migliavacca no sabe que las "chicas Almodóvar" de las que habla probablemente sólo existan en la gran pantalla del cine.

La corresponsal de la radio holandesa en Bruselas se sorprende al enterarse de que un grupo antitaurino de Cataluña ha presentado una propuesta de ley para eliminar las corridas de toros. "¡No me lo puedo creer! ¡Pues sí que ha cambiado España!", exclama, como si se le acabara de caer el mito español recogido en Fiesta, del escritor estadounidense Ernest Hemingway (1899-1961).

Las tres anteriores presidencias españolas de la UE (1989, 1996 y 2002) sirvieron a Madrid -además de para capitanear la nave europea- como instrumento para difundir la imagen de un país moderno y con vocación europeísta. Incluso valieron a España ocupar portada en semanarios internacionales de referencia como el estadounidense Newsweek o el británico Financial Times.

Mientras tanto, el edificio Iustus Lipsius, sede del Consejo de la UE, frente al recinto Berlaymont (sede de la Comisión Europea), está ya engalanado con los colores rojo y amarillo de la bandera española, contenidos en un gigantesco logotipo que representa las siglas EU estilizadas como si fueran una ola impulsada por una suave brisa.

Se trata de la primera imagen de España que se llevan los funcionarios de esa institución, así como los miles de periodistas que se instalan en su enorme vestíbulo cada vez que se celebra un Consejo Europeo.

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