España

Un solo rival en la mirilla

  • Pedro Sánchez afirma que su gran adversario es Rajoy y se niega a dar por enterrado al bipartidismo Propone unidad y reconstrucción

Unidad y reconstrucción. El candidato del PSOE, Pedro Sánchez, puso anoche sobre la mesa de su entrevista con Ana Blanco en TVE esas dos grandes pulsiones que guiarían sus movimientos si lograra convertirse en presidente del Gobierno por Navidad, ahora que merodean por España el lobo feroz del independentismo y la triada del paro, la desigualdad y la corrupción; una especie del Cerbero de la mitología griega, el perro de Hades, que bien podría asimilarse por el de Mariano Rajoy, su gran rival a batir, dijo, en 50 días.

Proclamó la necesidad de acabar con el partidismo, que no con el bipartidismo, en las instituciones, pese a esas encuestas que dibujan sin descanso un Parlamento fragmentado como nunca. Una bendición para unos, los que defienden que el bipartidismo facilita la gobernabilidad, y una maldición para los buscan vida más allá de una alternancia que deviene en pesebres y pudridero de sueños rotos. "Mi adversario (político) es Mariano Rajoy", insistió, tratando de disipar esos fantasmas que se le alzan a la derecha -Ciudadanos- y a la izquierda -Podemos-. Con su escopeta argumental apuntando al candidato popular, Sánchez defendió que "España no necesita más derechas". "Con los que planean una doble receta de derechas no me sentiré a gusto", abundó. Y a Podemos le afeó la "desorientación de su dirección respecto a su electorado", preguntándose cómo es que Pablo Iglesias proclama su confianza en que apoye su investidura aunque a la vez asegure que "está dispuesto" a que siga gobernando el PP porque al PSOE no le da ni apoyo, ni agua ni la hora.

Sin ambages inútiles, Sánchez dio por "seguro" que casos como los ERE o el supuesto fraude en los cursos de formación en Andalucía le ponen plomo en sus alas. Por eso, se elevó sobre su partido para definirse como una persona sin tacha a la par que "implacable en los casos de corrupción de mi partido". "Yo no tengo nada que esconder, soy un político limpio, decente, que dirige un partido limpio y que espera dirigir un Gobierno limpio".

En una correcta exposición sobre sus ideas para acometer esa reconstrucción de España que enmarca en una segunda Transición, Sánchez dejó constancia de altruismo, "no me preocupa mi futuro", con alusiones a Felipe González y cero patatero para los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, demostrando que lo que preocupa es su pasado más inmediato.

A preguntas de algunos ciudadanos intercaladas en la entrevista, Sánchez prometió la derogación de "toda" la reforma laboral. Toda salvo la parte más sangrante, la rebajada indemnización por despido. También recordó su propósito de universalizar la educación obligatoria hasta los 18 años y su espíritu laico haciendo pagar a la Iglesia el IBI como a los mortales.

En definitiva, el candidato de un partido "con todos los atributos" para restaurar el Estado de bienestar tras el 20-D, que "no es una carrera de caballos", puntualizó. "Esto no va ni de mí, ni de Rajoy, ni de Mas, ni de Rivera, ni de Iglesias... Esto va de los españoles y de si queremos cambiar las cosas o no".

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