Feria de Abril

Un estado del ánimo

  • ¿La Feria es moderna o posmoderna? ¿Es un lugar donde impera lo absoluto o lo relativo? Lo cierto es que cada uno concibe el real como mejor estima y lo convierte en un punto de encuentro donde todos caben

ESCRIBÍA el miércoles Carlos Colón que la Feria es muy moderna, argumentándolo con los fundamentos e intenciones de la tradición y con la aguda perspicacia del poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Y es que este último concluía eso mismo, que la Feria de Sevilla es muy moderna por su empeño ecléctico de conjugar "lo que se va con lo que se viene, la tradición con las nuevas ideas". Pues bien, de avanzado el XIX, cuando afirmaba el poeta la modernidad, hasta este novelera primera década del XXI, en la que rige lo posmoderno, transcurre casi siglo y medio sin que resulte claro el trayecto. A ver, ¿la Feria es moderna o posmoderna? Ni se me ocurre preguntarlo en la calle del infierno, porque será difícil convencer de que uno está abonado a la cerveza sin alcohol y no hace preguntas al tuntún del descoloque. Pero la bruja, la bruja del tren sí quiere entrar en disquisiciones sobre el particular porque la cuestión le afecta. Hay que recordar que nuestra bruja es erudita e ilustrada, sobre todo si de poner al día el oficio, y el beneficio, se trata. Por eso sostiene que la posmodernidad ya no se vale de las grandes certezas, de los principios más o menos trascendentes que daban luces y razones a los días, y que, en su lugar, ganan terreno las suertes supersticiosas. Que ahí, ahí está su beneficio aunque la competencia sea dura y más bien dispar la esotérica gama de remedios. Anda que no está puesta al día la bruja, con lo antigua que parece en la pesada disciplina del tren. Pero se trataba de la Feria, no del oficio de la bruja, y, puestos a buscar, también hay posmodernos por el real que dan cuenta de su doctrina. A saber, la primacía de lo relativo ante lo absoluto y, aunque algo atemperada, la de la estética sobre la ética. De tal guisa que, aplicada la prueba del algodón posmoderno a las disposiciones de la Feria, cabe sostener, primero, que ésta es relativa, no sólo porque depende de cómo la viva cada uno sino, a la vez, por cómo cada cual lleve su feria por dentro. Y qué me dicen de la estética, razón genuina de la Feria que procura el embeleso de la contemplación. Luego podría afirmarse que esta fiesta es posmoderna, ahí es nada, y nos apuntamos al reclamo de los tiempos. Pero la bruja, ay, que no da puntada sin hilo, dice que tiene más claro que es la Feria desde la tribuna de su tren: ni moderna ni posmoderna, que esas son disquisiciones de altura y la Feria está a ras de albero. Así que se agarra a la escoba, cual vara de mando en plaza, y sentencia que la Feria, toma ya, es un estado del ánimo que cada cual administra, y aquí caben modernos y posmodernos, como el real le da a entender.

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