Cinco de los nombres esenciales del último cine francés concurren este año en la lujosa sección oficial del SEFF. Claire Denis con Les salauds, Arnaud Desplechin con Jimmy P., Alain Guiraudie con El desconocido del lago, Arnaud des Pallières con Michael Kolhaas y Bruno Dumont con Camille Claudel 1915, conforman el quinteto estelar de grandes autores que buscan su hueco en España después de haber cosechado el reconocimiento de la cinefilia y la crítica europea y mundial en las últimas dos décadas. Puede que este festival les dé al fin ese espaldarazo que necesitan para seducir a los distribuidores, siempre tan reacios a lo diferente.

Lo mismo puede ocurrir con el taiwanés Tsai Ming Liang (Stray dogs), que se cuela aquí, como el norteamericano James Gray (The inmigrant), por la (agradecida) vía de la co-producción con Francia, país sin el que tal vez no podría entenderse el mejor cine de autor asiático e incluso norteamericano (como lo oyen) de lo que va de siglo. Cosas de la globalización.  

La apuesta por los grandes autores y títulos premiados de la temporada festivalera (Berlin, Cannes, Venecia, Karlovy-Vary, Locarno) parece haber espantado la necesidad de tomarle el pulso a la Europa de crisis que pudo observarse en la edición del año pasado. Este año toca reivindicar sin coartadas el gran espectáculo de la decadencia romana de Paolo Sorrentino (La grande bellezza), la mirada documental al mundo contemporáneo de su compatriota Gianfranco Rosi (Sacro Gra), las diatribas de los más jóvenes en tres apuestas bien diferentes (We are the best!, del sueco Moodysson, El gran cuaderno, del húngaro János Szász, y The selfish giant, de la británica Clio Barnard), el cine que se mira en el espejo del rumano Corneliu Porumboiu (When Evening Falls on Bucharest or Metabolism), el retrato neorrealista contra la burocracia del bosnio Denis Tanovic (Un episodio en la vida de un chatarrero), la herencia de Bergman y Haneke en la mirada a las relaciones sentimentales del alemán Philip Gröning (The police officer's wife), o, en la que es la única representación española en el concurso, el relato triple y en paralelo entre Madrid, París y Berlín que propone el malagueño Ramón Salazar con 10.000 noches en ninguna parte, protagonizada por Nawja Nimri, Lola Dueñas y Andrés Gertrúdix.