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Iberoamericano

Festival, cine y crisis

El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva llega este año a las 38ª edición en plena vorágine de la mayor crisis económica que, éste por su edad y yo por la mía, hemos conocido.

Celebrar esta edición es una actitud no exenta de cierta valentía, máxime cuando sabemos que en otras ciudades, eventos de este tipo o similares han sido eliminados de un plumazo porque la crisis no diferencia entre lo necesario, lo vital y lo esencial. Y dejadme deciros que considero la cultura necesaria, vital y esencial para salir de la crisis económica y moral en la que estamos inmersos.

Por eso es un orgullo y una responsabilidad que el Festival y quienes lo hacen, desde patronos a trabajadores -importantes estos últimos que trabajan durante todo el año de una manera silenciosa y constante-, tengan la férrea voluntad de mantener puentes con una Iberoamérica que el resto del año nos parece lejana e inalcanzable.

Porqué el Festival no es más que el punto de encuentro que recoge el fruto del trabajo de un año, y un punto de partida para trabajar en la edición que vendrá. Y conviene no olvidar que mientras aquí muchas veces es tratado con indiferencia, al otro lado del río lo viven como una posibilidad y una esperanza.

Este año tendremos oportunidad de ver historias de México, Argentina, Brasil, Colombia, España, Portugal y Chile. Películas, cortos, documentales, historias... que reunirán a más gente auténtica de esos países que la reciente y encorsetada Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz. Mucho más real sobre la vida en esos países.

El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva es un lugar donde la gente viene para quedarse. Ya sabemos que Huelva es un lugar al que resulta difícil llegar, pero al que siempre queremos volver. Y cuando digo quedarse, es literal. Hay directores que vinieron una vez, se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos y aquí siguen entre nosotros. Hay jurados que, una vez que lo han sido, vuelven los años siguientes sólo para poder disfrutar de películas, de citas, de paseos, de la gente, del calor y la luz de nuestra ciudad. Hay directores que presentan una película, año sí, y año también. Hay actores que vienen dos veces y luego son candidatos al Oscar al mejor actor, como nuestro amigo mexicano Demián Bichir. Hay películas que siendo estrenadas en nuestro Festival, luego consiguen premios en otros festivales. Hay películas que luego ganan premios Goya. Hay películas que vienen al Festival después de haber nacido en el Foro de Coproducción que anualmente se reúne durante estos días. Y así podría seguir dando argumentos para justificar una muestra como ésta.

Hay Festival de Cine Iberoamericano porque hay películas. Y hay películas porque hay historias. Y hay historias porque hay vida, creatividad, ilusión, trabajo, tesón, constancia. Y porque en tiempos de crisis, económica y moral, apostar por la cultura es apostar por el futuro. Por la recuperación, por la educación.

Los onubenses llevan años apostando por su festival. No hay más que haberse dado una vueltas por las distintas salas de la capital y no hay más que ver las cifras de taquilla de estos últimos años. Sería importante que los patronos tuvieran este detalle en cuenta cara a un futuro donde el Festival debería perfilarse como apuesta cultural, turística y económica de Huelva y provincia. No es de recibo cuestionar un festival que en los últimos años ha ido a más, ni es suficiente asistir a la presentación y a las galas, hacerse las fotos y salir corriendo hasta el próximo año. Es necesario trabajar todos en la misma dirección, que no es otra que el Festival siga cumpliendo años. Cuántos más, mejor para todos.

Como decía días pasados su director, Eduardo Trías, "de hecho el mejor Festival posible no es más que un festival útil para Huelva, Andalucía, España y la industria del cine". Una clara apuesta por seguir existiendo.

Y luego el cine que vemos no es más que un lugar donde encontrarnos, reconocernos, vivir historias que no son las nuestras y, ¿por qué no?, evadirnos durante unas horas de la, a veces, triste realidad. Porque todo en la vida es cine y los sueños, cine son.

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