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Crítica 'Cazando luciérnagas'

Minimalismo con absoluta y tierna sobriedad

Cazando luciérnagas. Colombia, 2012. 106 minutos.- Dirección: Roberto Flores Prieto. Guión: Carlos Franco y Roberto Flores Prieto basado en un cuento de Carlos Franco. Fotografía: Eduardo Ramírez González. Música: José Carlos María y Oliver Camargo. Montaje: Andrés Rojas Flores. Intérpretes: Marlon Moreno, Valentina Abril, Juan Carlos Buggy, Carmen Manrique, Carlos Hernández, Carlos Hernández Jr., Andrés Salcedo.

No cabe duda de que Roberto Flores Prieto se planteó todo un reto en la realización de esta película cuya base literaria, el cuento de Carlos Franco, es muy breve, como reducida es la acción que nos depara la historia: sólo dos personajes que, por cierto, hablan muy poco y su lenguaje muy limitado, aunque muy atractivo el escenario donde transcurre el relato. En ese espacio tan restringido, si bien sus perspectivas son muy amplias, se desarrollan unos hechos protagonizados por un padre y una hija.

Esta película consiguió cuatro de los seis premios que otorga el Festival de Cine de Gramado, en el estado de Rio Grande del Sur, en Brasil: al mejor director, la mejor actriz, para la joven Valentina Abril, mejor guión y mejor fotografía. Son sin duda elementos sobresalientes en una trama de notable sencillez y de profundidad sentimental manifiesta. La búsqueda de la propia identidad y el consuelo de la soledad a través de la redención, del amor paternal.

El protagonista es un individuo solitario, Manrique, vigilante de una mina de sal abandonada en un paraje recóndito del Caribe colombiano. Su trabajo, la vigilancia de las instalaciones y la única comunicación con su anónimo interlocutor a quien da su parte diario, ha constituido un argumento personal para alejarse del mundo por el que siente una total indiferencia. La inesperada aparición de una perra de raza afanada en cazar luciérnagas en la oscuridad, una de las más bellas secuencias de la película, entre otros emotivos pasajes, así como la imprevisible presencia de Valeria, una hija de trece años de la que no sabía nada, parecen suponer para Manrique la ocasión de darle un sentido positivo a su vida y redimir su pasado.

Una película ciertamente minimalista en su estructura y de absoluta y tierna sobriedad donde el padre y la hija se reencuentran y tratan de superar diferencias del pasado para recuperar el tiempo perdido y el afecto que ambos necesitan. El paisaje como elemento de gran importancia en una narración que invita a la contemplación con planos fijos y planos secuencia que configuran un filme poco corriente. Contenida y acertada interpretación de Marion Moreno así como de la joven Valentina Abril en su primera actuación cinematográfica.

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