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Iberoamericano

El canal se abre al cine

  • Panamá busca un sitio en Iberoamérica con el aumento de ayudas a la producción. Este año se han estrenado cinco películas, máximo histórico.

Panamá florece. Su producción cinematográfica era prácticamente inexistente y, de repente, este año ha sido especial. Se han estrenado 5 películas con notable respaldo popular. Se han presentado dos de ellas a sendas competiciones de prestigio, los Oscar y los Goya. Y, mejor aún, hay varios proyectos en marcha que harán de 2015 el año con mayor número de estrenos istmeños. Definitivamente, parece que el canal se abre al cine.

Es cierto que no son demasiados los países con pobre -casi nula- tradición cinematográfica en el continente americano. Pero igual que falta un gran mercado común iberoamericano para la distribución, también en muchas zonas falta una apuesta decidida por la realización de películas, participando así de una cultura hispanohablante cada vez más relevante internacionalmente.

"Antes de la aprobación de la nueva Ley de Cine en 2012", cuenta a Huelva Información Stephan Proaño, responsable de la Dirección Nacional de Cine panameña, "el promedio de producción era de una película al año. En los últimos dos años, con los incentivos en vigencia, la producción ascendió a 8 películas y, antes de que termine 2015, se producirán, por lo menos, seis títulos más".

Lo de Panamá no es un caso único pero sí singular. El cine llegó en la recta final del siglo XIX pero no hubo ningún intento de generar producción propia ni al calor de la riqueza generada unos años después con la construcción del canal interoceánico. En esas primeras décadas del XX, cuenta el investigador Jorge R. Martínez en un artículo, "el grueso de la actividad cinematográfica se concentraba en comprar y comercializar producciones extranjeras para proyectar en las salas de cine, y no se concibió el cine propio como posible, mucho menos una industria".

Para encontrar referentes en su salida internacional hay que limitarse a los últimos 40 años, en una producción exigua marcada por los cortometrajes y documentales. En la década de los 70, recuerda el periodista cinematográfico Daniel Domínguez, "cabe mencionar Soberanía (1975), con guión y dirección de Pedro Rivera, que obtuvo el premio Liga de Amistad con los Pueblos del Festival de Leipzig (Alemania), y La canción de nosotros (1976), guión y dirección de Lucho Franco, que logró dos premios internacionales, en el Festival Internacional de Moscú y en el Festival Latinoamericano de Cortometrajes de San José (Costa Rica)". Este último fue compartido con Sergio Cambefort, quien en 1978, con Historia de un soldado sin ejército, realizado "con más ganas que dinero", triunfó también en el Iberoamericano onubense.

"Logré hacer dos copias y envié una a Huelva, donde ganó el Colón a mejor corto, y la otra, al Festival de Cine Latinoamericano, que ese año se celebraba en Costa Rica, donde compartió el primer premio con otra película panameña, La canción de nosotros, de Luis Franco. Lamentablemente -confiesa a Huelva Información- no contaba con los fondos para viajar a Huelva, así que me enteré por el periódico".

Desde entonces sólo Pituka Ortega Heilbron, en 2005, obtuvo un reconocimiento parecido con Los puños de una nación, "que estuvo en más de 25 festivales internacionales de cine y recibió distinciones como mejor documental tanto en el Cinesul de Río de Janeiro, en el Festival Ícaro de Cine y Video (Guatemala) y menciones del jurado en los certámenes de Lyon (Francia) y Cine de las Américas en Austin (Estados Unidos)", cuenta Daniel Domínguez.

Una vuelta de tuerca más dio Abner Benaim con Chance, programada en 2009 en la sección Rábida del certamen onubense, y seleccionada también como finalista del premio a la mejor película iberoamericana en los Goya 2010. Hasta el momento es la película -esta vez un largometraje de ficción, una comedia que conectó enseguida con el público- más taquillera del cine panameño.

El salto de 2014

Precisamente Benaim es ahora una de las puntas de lanza de la producción istmeña. Su última película, Invasión, es un documental sobre la intervención militar estadounidense de 1989 en Panamá, "un tema que el arte no ha estudiado lo suficiente", afirma Domínguez. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Panamá, creada hace menos de dos años y presidida por Sergio Cambefort, la ha seleccionado para representar al país centroamericano como candidato al Óscar a la mejor película de habla no inglesa, "la primera vez que mandaremos un representante a por la estatuilla dorada", apunta Domínguez, vocal también de la Academia.

Además, "como reflejo de la calidad con la que se está produciendo", señala Stephan Proaño, también se ha enviado este año una nueva representante para el Goya, como hace cinco años. Historias del canal ha logrado finalmente la preselección, según el anuncio realizado el sábado pasado durante la gala de apertura del Iberoamericano onubense.

Esta última película está logrando una notable repercusión entre el público istmeño al tratarse de una obra coral, de cinco directores (Carolina Borrero, Pinky Mon, Luis Franco, Abner Benaim y Pituka Ortega Heilbron), con otras cinco historias independientes, fechadas en 1913, 1950, 1964, 1977 y 2013, en torno a hechos vinculados a la construcción del canal.

El héroe transparente, de Orson Wagua, se estrenó también este año, aunque en este caso, directamente en televisión, recuperando "una figura relevante del siglo pasado panameño, Victoriano Lorenzo, líder de los pueblos originarios, que tiene sus defensores y sus detractores pero es injusto que se le obvie", explica el periodista.

"Por primera vez en Panamá, en octubre, tres películas nacionales [las tres últimas mencionadas] estaban en las salas de cine al mismo tiempo, dos de ellas con récord de audiencia en la primera semana, y compitiendo con grandes producciones de Hollywood, que vienen respaldadas por una promoción enorme", cuenta Cambefort.

Otro dato a tener en cuenta es el hecho de que tres de las cinco películas estrenadas en 2014 traten temas históricos. Según Daniel Domínguez, esto "demuestra el deseo por contar, reencontrar y estudiar el pasado histórico desde el lenguaje audiovisual". "Pone en evidencia -añade el periodista y académico- el vacío que existe en torno al ayer nacional y las ganas que tienen los cineastas de llenar esos huecos que tenemos pendientes como nación".

Las otras dos obras firmadas este año son dos documentales más: Reinas, de Ana Endara, "sobre esa atracción que despiertan los reinados en un sector de la sociedad nacional", y Rompiendo la ola, de Annie Caravaggio, "sobre lo difícil que es para un deportista panameño en general, y para los surfistas del interior del país en particular, practicar su deporte con esmero y dedicación y a la par sobrevivir en términos económicos".

Pero el futuro aún promete más. Hay 30 proyectos nacionales que se encuentran en estos momentos en preproducción, postproducción o a espera de estreno, "algo inaudito para el joven cine istmeño", asegura Domínguez, quien cita, por estar en su tramo final, los largometrajes Salta, Caja 25, A la deriva, Salsipuedes, Kimura y La ruta. "El plan es que se estrenen en 2015 y que algunas formen parte de la programación del cuarto Festival Internacional de Cine de Panamá", que dirige la realizadora Pituka Ortega Heilbron.

"Existen, por otra parte, una cantidad de grandes producciones extranjeras que se están llegando a Panamá atraídos por localizaciones y amparados por la reciente Ley de Cine, que ofrece beneficios de distintos tipos, entre ellos, fiscales", indica Sergio Cambefort. Entre estas grandes producciones, hasta 30 en 2013 para cine y televisión, están Escobar: Paraíso perdido, sobre el narco colombiano, y la de Mano de Piedra, sobre el boxeador panameño, "que dejaron 23,1 millones de dólares para Panamá", apunta Daniel Domínguez.

Esta última aportación es también fundamental. Destaca el responsable de la Dirección Nacional de Cine que "el factor principal para el desarrollo de la industria local es la ventajosa legislación, que ofrece múltiples facilidades aduaneras, legales y laborales, y la devolución de un porcentaje de la inversión a todas las producciones o coproducciones internacionales que se filmen en el territorio". "Los diversos y singulares beneficios ofrecidos -añade Stephan Proaño- están atrayecdo de manera creciente las inversiones en producción cinematográfica".

El Gobierno panameño, a través del ministerio de Comercio e Industria, dispone de 3 millones de dólares anuales "para implementar los concursos de producción de largometrajes, producción de documentales, desarrollo de guiones y apoyo a postproducción". De forma paralela se desarrolla un programa de incentivos para la tecnificación y especialización de los profesionales, aportes a cursos técnicos, becas de estudio y profesionalización, y el apoyo, con 1,2 millones, a la realización del Festival Internacional de Cine de Panamá. La guinda fue este año la celebración de la primera gala de entrega de los premios Platino, los óscar iberoamericanos.

Daniel Domínguez insiste en el valor de la Ley de Cine de 2012 con un dato clarificador: "Antes de esta ley estrenábamos sólo una producción o, lo que era lo normal, ninguna". Este año se están viendo los primeros resultados de la promoción nacional, y 2015 apunta al despegue. El futuro promete alrededor del canal.

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