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Crítica 'Esclavo de Dios'

Una historia tensa

Esclavo de Dios. Producción: Venezuela, Argentina, Uruguay y España, 2013. Duración: 90 minutos. Dirección: Joel Novoa Schneider.- Guión: Fernando Butazzoni sobre un argumento de Joel Novoa y Fernando Butazzoni.- Fotografía: Carlos Luis Rodríguez.- Música: Emilio Kauderer.- Montaje: Xue 'Fox' Yim y Manuel Trotta.- Intérpretes: Mohammed Al Khadi, Daniela Alvarado, Vando Villamil, Laureano Olivares, Marialejandra Martín, Jhonny Jabbour, Rogelio García, Augusto Mazzarelli, Victoria Cesperes.

Estamos ante una película polémica, si bien su director, Joel Novoa Schneider, ha proclamado que es un alegato por la paz y la tolerancia y que no ha pretendido una división sino "la unión de los pueblos". El filme ha suscitado un intenso debate, ya que la proyección del tráiler que, cuando se difundió a través de las redes sociales, las reacciones, en muchos casos adversas, acusaban a la película de estas a favor de la causa judía, fueron notables hasta el punto de que llegó a temerse por su retirada de la cartelera. El propio director salió al paso sobre la entidad de las productoras que financiaron el film exentas de cualquier compromiso político.

Esclavo de Dios se inspira en hechos reales: el atentado contra la Asociación Mutual Israelita de Argentina en 1994, donde murieron 85 personas. Se inicia con una visión de diversos atentados documentales y una secuencia que evidencia la inestabilidad en Oriente Medio, consecuencia de lo cual se produce la muerte por asesinato de los padres de Ahmed Al Hassama en el Líbano, 1975.

En 1990 le vemos llegar al aeropuerto de Caracas, donde empezará para él una nueva vida. Si bien comienza a ejercer como médico muy pronto veremos que su afán de venganza le llevará al terrorismo. En Argentina, donde David Goldman dirige las actividades de la Mossad en la Embajada de Israel en Buenos Aires y del que vemos una fugaz y dolorosa experiencia en Ashkelon (Israel) en 1967, sigue la investigación sobre los objetivos terroristas de los correligionarios del joven libanés. Una historia tensa, un auténtico thriller político que presenta una visión objetiva del conflicto y se limita a narrar con buen pulso, vigor y dinamismo unos hechos equiparables a cualquier otro acontecimiento que en este contexto de la lucha terrorista y contraterrorista puede producirse en la realidad. Es plausible la forma en que se expone el funcionamiento de las células terroristas y sus estrictos códigos de conducta, tanto de un lado como de otro. "Es la vida que tenemos", asegura David Goldman y por otra parte se afirma "las buenas causas no existen". Resulta verdaderamente llamativa la agónica situación de los suicidas ante un atentado. Lejos de los contextos menos habituales en el cine iberoamericano, Esclavo de Dios es un ejemplo de un cine comprometido, valiente y decidido a acometer con todas las consecuencias un relato bien elaborado -cinco años de trabajo-, conducido con energía y que si adopta posturas, éstas no hacen más que expresar la insoportable crueldad del extremismo y la intolerancia, vengan de donde vengan.

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