Crítica 'Kamikaze'

Dramedia en la nieve

Kamikaze. Sección Oficial. Acción. España, 2014. Dirección: Álex Pina. Guión: Álex Pina, Iván Escobar. Intérpretes: Álex García, Eduardo Blanco, Carmen Machi, Verónica Echegui, Leticia Dolera, Ivan Massagué y Héctor Alterio.

Slatan (Álex García) se enfrenta a una situación extrema: hacer estallar un avión de pasajeros que va de Moscú a Madrid. Pero una tormenta de nieve retrasa el vuelo, y los pasajeros deben ser alojados en un hotel de montaña hasta que pase el temporal.

Con este argumento el productor y guionista Álex Pina da el salto el largo en una película distraída pero inclasificable. ¿Se trata de una comedia? Sí: costumbrista y romántica. ¿Es un thriller? También: de acción y político. Pero también hay toques de drama.

Lo que hace unos años se popularizó en la ficción televisiva nacional como dramedia -justamente para definir la mezcla de tonos-, aquí se queda corto. El guión escrito por el propio Pina e Iván Escobar (El barco) trata de abarcarlo todo. De apuntar en todas direcciones. Y se termina yendo de las manos.

El embrollo afecta al tono, a los personajes… y al espectador, que se ve llevado de escenas del más afable costumbrismo -marca de la casa-, a secuencias dignas de Jack Bauer en cualquier capítulo de 24. Eso lastra la cinta, que no obstante cuenta con un reparto de lo mejor de cada casa (nada más y nada menos que Verónica Echegui, Carmen Machi, Héctor Alterio…), y una factura técnicamente impecable.

Destaca un esforzadísimo Álex García, que no desentona en su rol de terrorista de Kiridjistán -riesgo evidente de casting, del que sale airoso- y que hace lo que puede con un personaje que debe lidiar con su pasado y sus principios pero, sobre todo, con un guión de cambios excesivamente bruscos, como le ocurre a la mayoría de las tramas secundarias.

Sin embargo, en convivencia con todos sus defectos, la película se puede llegar a ver con una cierta gracia. En parte porque, asumido el caos, es simpática en su disparate. Y en parte porque la comicidad de Eduardo Blanco puede alegrarle la tarde a cualquiera. Poco más.

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