Cultura

El Festival de Málaga reconoce a Pablo Berger con el Premio Eloy de la Iglesia

  • El director de 'Blancanieves', película seleccionada el año pasado para representar a España en los Oscars, fue el gran triunfador de la edición de 2003 con 'Torremolinos 73'

El episodio tiene algo de la historia del hijo pródigo. En 2003, el realizador Pablo Berger (Bilbao, 1963) fue el gran triunfador del Festival de Málaga de Cine Español con su ópera prima, Torremolinos 73, la inolvidable comedia protagonizada por Javier Cámara, Candela Peña y Fernando Tejero que se llevó en aquella de ocasión de Málaga un completo póker de ases con las Biznagas a mejor película, mejor dirección, mejor actor y mejor actriz. Desde entonces, el festival ha presentado siempre a Berger como ejemplo de su capacidad de identificar, reconocer y promocionar a valores del cine español tan jóvenes como seguros para garantía de la continuidad de la industria, y del arte. Torremolinos 73 se hizo con cuatro nominaciones a los Goya y fue vista y premiada en certámenes de medio mundo. Ayer, la organización del Festival de Málaga anunció que Pablo Berger recibirá en su próxima edición, la decimoséptima, que se celebrará del 21 al 29 de marzo, el Premio Eloy de la Iglesia, un galardón reservado a cineastas de trayectorias tanto prometedoras como contrastadas. Así que la gran cita malagueña con el cine patrio reconoce a uno de los suyos; pero lo hace, que conste, a tenor de méritos incontestables.

Ocurre, sin embargo, que Pablo Berger es uno de esos directores que prefieren ir despacio. Desde mediados de los años 90, el bilbaíno ejerce de profesor de dirección en la New York Film Academy, centro para el que, además de impartir clases, también ha dirigido cursos en las universidades de Cambridge, Princeton, Yale, Sorbonne y La Fémis. Más allá de esta actividad docente, sus proyectos artísticos son muy contados, pero determinantes. Tanto, que Berger tardó nueve años en volver a dirigir una película, aunque el resultado habla por sí sólo en muchos sentidos. Blancanieves (2012), protagonizada por Maribel Verdú, Macarena García y Ángela Molina, se hizo con diez Goya de los dieciocho a los que aspiraba y fue seleccionada para representar en España en la carrera hacia los Oscar. En el Festival de San Sebastián ganó el Premio del Jurado y la Concha de Plata (ex aequo) para Macarena García. También compitió en varias candidaturas en los Premios del Cine Europeo, donde ganó el de mejor vestuario para Paco Delgado, y su distribución internacional ha sido casi un caso aparte dentro del cine español. Aunque se considere aún un asunto tabú, las coincidencias formales con The artist (ambas mudas y en blanco y negro, aunque bien distintas en sus respectivas miradas al cine clásico) le restó ciertas posibilidades de una mayor expansión internacional. Lo logrado, de cualquier forma, es mucho: suficiente, al menos, para justificar la existencia de un cine español.

Y es que lo que Blancanieves vino a demostrar es la posibilidad de una cinematografía realmente española, correspondiente a una tradición que trasciende del propio cine y que incluye el arte, el teatro y la literatura. Se ha hablado mucho de lo valleinclanesco de la película, de su visión cercana a la España negra de Gutiérrez Solana; pero Blancanieves contiene muchos más referentes de los que aparenta, y, sobre todo, termina de demostrar que Pablo Berger (cuyo cortometraje Mamá, rodado en el temprano 1988, sigue rodando como película de culto en no pocos circuitos) es un creador tan personal como libre: con la paciencia, la precisión y la fineza que necesita hoy el cine español para volver a creer en sí mismo.

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