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Los cuatro en lizaEl hombre que se sucede a sí mismo

  • Las encuestas vuelven a darle la victoria, tras cinco legislaturas al frente de la Junta

MANUEL Chaves muestra el semblante relajado y no es para menos. Ha ganado cinco veces las elecciones autonómicas, dos de ellas por mayoría absoluta, lleva dieciocho años presidiendo la Junta de Andalucía y las encuestas vuelven a darle una cómoda victoria en la consulta que se celebra hoy. Es el último de los barones socialistas -tras la retirada de otros históricos como Ibarra o Maragall- y aspira a convertirse en uno de los más longevos. "Qué razón llevaba Andreotti cuando afirmaba que el poder desgasta a quien no lo tiene", escribió en su blog de internauta al día siguiente del debate televisado con Javier Arenas.

En el imaginario socialista, Chaves es el hombre al que todos recurren cuando las pintan feas. Presidente del partido desde el año 2000, ha prestado una ayuda inestimable a José Luis Rodríguez Zapatero en la defensa de su política territorial y ha contribuido a inspirar algunos de sus grandes proyectos, como la Alianza de civilizaciones y los programas de investigación con células madre.

Despistado y tímido, sus allegados dicen que ha triunfado en la política casi por descarte, porque siempre estaba en su sitio cuando fallaban los demás. Es evidente que tiene miedo escénico: le cuesta hablar en público, trabuca las palabras y son sonados algunos de sus gazapos. "El AVE irá de Cádiz a Madrid en tres minutos once", le espetó a Arenas en su duelo televisivo.

Nacido en Ceuta, Manuel Chaves es el quinto de once hermanos. Su padre fue militar, lo que llevó a la familia a vivir en Ceuta, Melilla y Cádiz antes de establecerse en Sevilla, en los pisos militares de Reina Mercedes, cuando el hoy dirigente socialista tenía 12 años. Vivió la adolescencia interno, bajo la disciplina de los Salesianos de Utrera, a los que dice deberles mucho. Al llegar a la Universidad, donde se doctoró en Derecho Laboral, empezó a moverse en el entorno en el que germinó el socialismo andaluz. Sus amigos eran Felipe González, Miguel Ángel Pino, Luis Yáñez, Alfonso Guerra y Rafael Escuredo, con los que aparece en la famosa foto de la tortilla, tomada un día de campo en los pinares de Oromana, en Alcalá de Guadaira.

Profesor universitario en excedencia, es defensor a ultranza de la igualdad de género, aunque reconoce que en las tareas del hogar ayuda poco. Admite que su mujer, Antonia Iborra, le ha enseñado a hacerse la maleta "recientemente". Su apuesta por la paridad le llevó a formar un gobierno con más mujeres que hombres -ocho frente a seis- tras las pasadas elecciones. Durante la campaña electoral abrió involuntariamente el melón de la sucesión cuando declaró, a preguntas de los periodistas, que le gustaría que le sucediera una mujer. Magdalena Álvarez y María del Mar Moreno fueron algunos de los nombres que aparecieron en las quinielas que, como resulta obvio, no interesan mucho, hoy por hoy, en el PSOE.

Inmerso en su proyecto de Segunda modernización, Chaves se presenta como el único timonel capaz de llevar a buen puerto a la nave andaluza y no cree que sea necesaria la alternancia en la comunidad autónoma tras veintiséis años de gobierno socialista. Dice que "Andalucía no está para experimentos con gaseosa".

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