Cuando el 9 de marzo los españoles acudan a votar a sus colegios electorales tienen muchas más probabilidades de introducir un voto nulo en las urnas del Senado que en las del Congreso, ya que la experiencia revela que las papeletas inválidas de la Cámara Alta casi triplican a las de la Cámara Baja.

En las últimas elecciones generales, hubo 264.137 ciudadanos que depositaron papeletas nulas para el Congreso (el 1,01 por ciento del total de sufragios), mientras que en las urnas del Senado aparecieron 761.055 votos inválidos (el 2,91 por ciento del total).

Al Congreso, en cada circunscripción hay tantas papeletas como partidos se presenten y se trata de listas cerradas, con lo que el elector sólo debe elegir la hoja de su formación política e introducirla en el sobre.

Sin embargo, para el Senado hay una papeleta única, de color sepia y de tamaño mucho mayor, en la que están impresas todas las candidaturas.

Al ser listas abiertas, el votante tiene que marcar con una cruz el nombre de los candidatos que elige, teniendo además en cuenta que el número varía según la circunscripción.

En las provincias peninsulares se pueden marcar hasta tres nombres; en Gran Canaria, Tenerife, Mallorca, Ceuta y Melilla, dos; y en el resto de las islas, uno.

Históricamente, la acumulación de votos nulos siempre ha sido mayor en la elección de senadores.

Los porcentajes en la Cámara Alta han llegado a superar el 3 por ciento del total de sufragios (el 3,85 en 1982), mientras que en el Congreso nunca han pasado del 2 por ciento (el 1,95 en 1982).

Sin embargo, el próximo 9 de marzo podría aumentar el número de votos no válidos para la elección de diputados, ya que la Junta Electoral Central (JEC) acaba de implantar un criterio más restrictivo para admitir papeletas al Congreso con marcas o señales.

Hasta ahora, se contaban como válidas las papeletas del Congreso en las que el elector escribía alguna marca junto al nombre del cabeza de lista o al lado del partido, por entender que ello no ofrecía dudas sobre la voluntad del votante de apoyar a esa candidatura.

Como el Tribunal Constitucional ha establecido que debe primar "el respeto a la inalterabilidad de la candidatura en la emisión del sufragio", la JEC ha advertido de que el voto nulo será "el emitido en papeleta que en el momento de la apertura del sobre presente cualquier tipo de alteración": rasgada o con marcas o frases escritas, incluso en el reverso.

Por regla general, el voto es nulo si la papeleta está alterada (sin contar las cruces para marcar los candidatos al Senado), si se emite sin sobre o si no se puede dilucidar la voluntad del elector (por ejemplo, cuando el sobre contiene más de una papeleta de distintas candidaturas).

Los votos nulos no tienen ningún efecto en el reparto de escaños o de cargos, aunque en las elecciones municipales y forales de mayo de 2003 la izquierda abertzale intentó que su peso se tuviera en cuenta.

La plataforma de electores AuB, cuyas candidaturas fueron anuladas por los tribunales al considerarlas herederas de Batasuna, imprimió sus propias papeletas y con ellas propugnó el voto nulo.

Su posterior intento de atribuirse los 127.000 votos no válidos contabilizados en las localidades vascas generó incidentes en numerosas corporaciones.

En aquella ocasión, la JEC dejó claro que los votos nulos se contabilizaban en su conjunto, sin especificar el contenido de las papeletas invalidadas.

En esta ocasión, las candidaturas presentadas por Acción Nacionalista Vasca para el 9 de marzo no han sido proclamadas y la izquierda abertzale podría de nuevo propugnar el voto nulo.

Hace cuatro años, en las primeras generales tras la ilegalización de Batasuna, de los 264.137 votos nulos registrados 104.017 se contabilizaron en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.