Huelva se quedó varada justo en el umbral de participación electoral que necesitaba el PSOE, el balón de oxígeno para la mayoría absoluta: un 70%. Más de 381.827 onubenses estaban llamados a votar en una de las contiendas electorales más reñidas de los últimos años. No se alcanzó el nivel de movilización de 2004, catalizado por la masacre del 11-M; pero el zarpazo terrorista en Mondragón y los condimentos de tensión de la campaña llamaron a la ciudadanía a las urnas. Nuevamente, polarizando los resultados. En sintonía con el contexto andaluz, la participación electoral cayó en la provincia de Huelva tres puntos respecto a los últimos comicios.

En los dos avances de participación Huelva se colocó como la provincia más abstencionista de Andalucía, si bien en las anteriores elecciones ocupó el segundo puesto a la cola.

Hubo momentos en los colegios en los que se apreció una movilización sin precedentes, si bien quedaron como ráfagas puntuales: las estadísticas oficiales demostraron luego como en estos comicios se desinfló el sufragio activo, sin llegar a los extremos de las últimas consultas democráticas (los referendos, más que las municipales).

En la comparativa nacional, la provincia onubense se situó en el segundo avance de participación como la séptima con mayor bolsa de abstención.

Todo en la jornada electoral transcurrió con normalidad, según informaron desde la Subdelegación del Gobierno. Entre los 268 colegios electorales de la provincia destacó un incidencia: en Bollullos, la tierra natal del candidato de IU Diego Valderas, la Guardia Civil tuvo que intervenir en un conflicto e interrumpir provisionalmente la votación en una mesa en la que populares e izquierdistas aseguraban que el PSOE había "colado" en la mesa a más miembros de los que le correspondía.