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Charlene llega a los 40 entre cambios

  • La princesa de Mónaco cumple años con una imagen renovada y entregada a sus mellizos

Desde que nacieron sus hijos Jacques y Gabriella, la princesa muestra una imagen más relajada.

Desde que nacieron sus hijos Jacques y Gabriella, la princesa muestra una imagen más relajada. / Efe

Nada queda de esa joven luchadora y triunfadora que participaba en Juegos Olímpicos y en otros campeonatos para convertirse en la mejor nadadora del mundo. Fue gracias a la natación como conoció al que hoy es su marido, Alberto de Mónaco. Coincidieron en un evento deportivo en el año 2000 y no fue hasta seis años después cuando el príncipe hizo pública su relación. Desde entonces, si por algo se han caracterizado las apariciones de la sudafricana, ha sido por su apariencia triste. El día de su boda siempre se recordará como una jornada infeliz para ella. Hubo muchas lágrimas, pocas palabras y ninguna sonrisa. Algunos aseguraban que días antes había intentado huir para no pasar por el altar, pero un contrato firmado con el soberano del Principado le obligaba a estar a su lado hasta julio de 2016. Con resignación y con la oposición de parte de la familia real monegasca (Carolina de Mónaco y ella nunca se han llevado bien), Charlene asumió su papel de princesa consorte.

Esta semana Charlene de Mónaco ha cumplido 40 años convertida en la princesa más misteriosa de toda la realeza europea. Pese a que su expresión seria y triste no ha sufrido cambios, la mujer de Alberto de Mónaco ha visto cómo diferentes aspectos de su vida se han transformado en los últimos años, cuando parece que ha asumido su condición de princesa. "Necesito un período de adaptación, seré una princesa a mi manera", dijo a las pocas semanas de casarse. Al fin ese período ha finalizado. Se trata de unos cambios que le permiten vivir más tranquila y menos infeliz. El más importante es el de su maternidad. El 10 de diciembre de 2014 dio a luz a los mellizos Jacques y Gabriella. Desde ese instante vive volcada en el cuidado de los pequeños y las pocas apariciones que ha realizado junto a ellos han sido las únicas en las que la ex nadadora ha esbozado una leve sonrisa. Otros de los cambios son físicos. Desde que asumió que su vida estaría ligada para siempre a la realeza y a la vida pública, Charlene se ha sometido a varios retoques. Su rostro nada tiene que ver con el que mostraba en sus primeras apariciones junto a Alberto. Sus labios, su nariz o sus pómulos son algunas de las zonas de su rostro que ha retocado. Retoques que han provocado críticas porque acentúan su carácter distante. En los últimos años es cuando mejor se ha adaptado a sus funciones como princesa. Ha sabido ver que su notoriedad tiene gran repercusión y por eso ha puesto en marcha iniciativas solidarias. La más importante es la Fundación Princesa Charlene de Mónaco, a través de la que ayuda a los niños más desfavorecidos. Una de sus primeras acciones fue Aprender a nadar, en la que enseñó su deporte preferido a los niños. Porque pese al paso de los años y a pertenecer a la realeza, Charlene nunca pierde de vista que ella quería ser una nadadora de éxito y no una princesa.

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