El periplo por la India y Bután de los duques de Cambridge están dejando momentos de lo más divertidos. El matrimonio aterrizó en el país exótico el pasado domingo y desde entonces su agenda ha sido de lo más variopinta. Cenas de gala, noches de música y exhibiciones de bailes tradicionales, alojamiento en un resort de la jungla, un safari en el que avistaron especies salvajes, deporte, homenajes, visita de monumentos y barrios populares, trekking y visitas a santuarios, entre muchas más actividades, entre las que también han dado de comer a rinocerontes y elefantes bebé. Una agenda frenética, perfectamente estudiada y que están desarrollando sin ningún inconveniente, en la que la princesa Catalina está volviendo a deslumbrar con su entrega, jovialidad y perpetua sonrisa. La primogénita de los Middleton se está mostrando cercana y receptiva tanto con los anfitriones como con todas las personas que se le han acercado a lo largo de su estancia en las distintas ciudades por las que ha pasado, que han sido muchas. Especialmente tierna se ha mostrado con los más pequeños, quizás porque extraña a sus hijos, George y Charlotte, que no los han acompañado; el príncipe heredero sí estuvo en el periplo real que sus padres realizaron por Australia en 2014, su último viaje oficial. En cambio, sí que han estado junto al matrimonio su equipo de estilistas y peluquería, que han acertado con todos los looks de la duquesa de vivos colores y preciosos estampados.

Guillermo y Catalina concluirán su viaje mañana con una visita al Taj Mahal, donde recrearán la visita que realizó en 1992 la madre de Guillermo, la princesa Diana, cuyas imágenes quedaron para la posterioridad.