las claves

¿Por qué se equivocó todo el mundo?

  • Los sesudos analistas estadounidenses no pronosticaron el triunfo de Trump por obviar argumentos como la inquietud, también de los latinos, por la masiva inmigración

El triunfo de Trump contra pronóstico intentan razonarlo los mismos analistas y politólogos que han errado tan estrepitosamente, por lo que sus argumentos quizá tengan la escasa validez que los que desgranaban hasta la madrugada del 8 al 9 de noviembre, cuando se puso de manifiesto que como profesionales habían cometido gravísimos fallos de percepción.

Hay un dato que demuestra el escaso rigor de su trabajo: de los 376 sondeos publicados de mayo al 8 de noviembre, la mayoría encargados y costeados por grandes corporaciones de medios de comunicación y por los responsables de campaña de los candidatos, 340 indicaron que Hillary Clinton se convertiría en la primera presidenta de EEUU. Para ella iría el voto mayoritario de las mujeres, de los hispanos, de los afroamericanos y de los jóvenes. Ni siquiera los problemas con el servidor personal de su correo o sus estrechas relaciones con los más importantes empresarios y los tiburones de Wall Street, que Trump sacaba permanentemente a colación, ponían en peligro su candidatura, entre otras razones porque el magnate parecía ir al abismo con sus declaraciones racistas y machistas.

Esos analistas y sociólogos, que trabajaban para las empresas de sondeos que han logrado pingües beneficios en la campaña, no hicieron caso de las reflexiones de algunos observadores -pocos- que advertían que la movilización entre los sectores que apoyaban a Clinton era escasa, y que entre los hispanos con derecho a voto se percibía cierta satisfacción ante la promesa de Trump de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales y bloquear la entrada de nuevos latinoamericanos con la construcción de un muro en la frontera con México. Ese proyecto ahuyentaba la inquietud de perder sus empleos ante la llegada de millones de personas dispuestas a trabajar a destajo por sueldos de miseria.

Al minuto de conocerse el resultado electoral los mismos que daban por seguro que Clinton sería presidenta empezaron a buscar las causas de su derrota, sin entonar el mea culpa al que deberían estar obligados aquellos que hoy tienen conmocionada a la sociedad estadounidense, y mundial, porque tiene que asumir que Trump va a ser presidente. Provocan conmoción y desolación que los sondeos presentaban a Trump como candidato perdedor por su escasa preparación política -presumía constantemente de no ser un político-, sectario, mentiroso y que no cumplía con sus obligaciones fiscales.

En un rizo profesional de difícil explicación, uno de los argumentos que utilizan ahora los que explican por qué ha ganado Trump alegan que entre sus principales atractivos se encontraba su inexperiencia política, pues la mayoría de los estadounidenses, como ocurre en otros países, sienten un profundo rechazo hacia los dirigentes públicos, a quienes consideran ambiciosos, corruptos, alejados de los problemas ciudadanos y que defienden a poderosos lobbies aunque ese respaldo signifique que los estadounidenses pierdan derechos sociales.

EL 'MELTING POT'

Pocos se atreven a criticar a los gurús que pululan en torno a los candidatos, que participan en los más influyentes programas de televisión, tienen sustanciosos contratos con las más importantes agencias de comunicación de EEUU y han ganado ingentes cantidades de dinero gracias a la contienda Clinton-Trump. Sin embargo, los pocos que se atreven a hacerlo, a cuestionar su trabajo profesional, aportan datos que no fueron tenidos en cuenta.

El primero, muy grave, es que esos asesores "olvidaron" cómo funciona el sistema de EEUU, donde el triunfo lo dan los votos electorales, no el voto directo. Eso significa que Clinton podía contar con más respaldo en votos que Trump -como así ha sido-, pero necesitaba sumar compromisarios de estados en los que sus características sociales, más conservadoras, podían dar la mayoría a Trump... y los votos electorales.

El segundo pone el foco en que era falsa la premisa de que el voto femenino iría a Clinton simplemente por ser mujer. No ha sido así, el porcentaje más alto de voto femenino ha sido para Trump a pesar de sus hirientes descalificaciones sexistas. El tercer fallo ha sido no comprender que los latinos con derecho a voto no quieren más latinos en el mercado del trabajo. Y, lo fundamental, que la mayoría de los blancos viven con preocupación el cada vez más creciente el melting pot -mezcla de razas y orígenes- que, tras haber sido el orgullo de la historia del país, hoy consideran un peligro con la llegada masiva de extranjeros que perturban las señas de identidad de EEUU y, lo más preocupante, son un riesgo para la seguridad, con musulmanes que pueden poner bombas en cualquier esquina.

Clint Eastwood, el único personaje importante de Hollywood que ha apoyado a Trump, pronunció un discurso en la Convención Republicana que levantó ampollas, porque desgranaba estos argumentos. Tenía razón: exponía el sentir de gran parte de los ciudadanos de su país. EEUU no es Nueva York, Los Ángeles y Chicago, y los supuestos expertos no tuvieron en cuenta ese hecho incuestionable.

la llamada republicana

En el partido del elefante, el Old Great Party, donde casi todos sus dirigentes miraban con espanto a Trump, excepto el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, unas tres semanas antes del 8 de noviembre cayeron en la cuenta de que el rechazo al magnate podía tener consecuencias desastrosas para ellos: la pérdida de la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Y empezó entonces el llamamiento masivo a la militancia, tan poco motivada, para que votaran como fuera a Trump, ya que el "arrastre" del rechazo al candidato podía suponer que quedaran fuera del juego político importantes personalidades del partido con escaño de congresista o senador.

Esa movilización fue clave para Trump, que de partida tenía en contra el rechazo de un número considerable de militantes y votantes de su partido, que en muchos casos anunciaron públicamente que no lo iban a votar porque no le consideraban la persona adecuada para la Casa Blanca.

Se comprende que en su comparecencia en la que expresó su respeto al resultado, Hillary Clinton presentara el rostro de la desolación; había recibido el golpe más duro de su vida, pero probablemente también porque a la vista de lo ocurrido pudo haber llegado a la conclusión de que había vivido en un gran engaño. Le habían asegurado que a pesar de las dificultades estaba claro su camino hacia la Presidencia, porque contaba con el apoyo masivo de las mujeres, los latinos, los africanos, las clases más desfavorecidas... Sus supuestos expertos asesores no eran tan expertos.

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