40 años de la Fundación Reina Sofía

El tesoro de una Reina

  • Doña Sofía lleva 40 años ayudando a los más necesitados a través de la fundación que lleva su nombre, lo que le ha valido incluso la nominación al Nobel.

Seguramente su infancia en el exilio marcó su compromiso con los más débiles. Desde pequeña sintió interés por las cuestiones humanitarias, por eso cuando se vio princesa de los españoles, y reina después, uno de sus primeros objetivos fue tender una mano a los desfavorecidos. Su intención de desarrollar una entidad propia de ayuda la convirtió en realidad al poco de llegar al trono. Fue en 1977 cuando Doña Sofía, utilizando fondos propios, creó una fundación con su nombre con fines de asistencia social, cultural y educativa.

En sus primeros años la Fundación, que hoy se ha convertido en uno de los baluartes de la investigación y cooperación en España, atendía sólo los casos extremos y aislados que llegaban a la esposa de Don Juan Carlos, bien a través de asociaciones, administraciones o parroquias. En esta primera etapa, según subraya la propia Reina, la Fundación "estaba asentada mucho más profundamente en mi corazón que en mis posibilidades de actuación y mantuvo voluntariamente un discreto perfil de actividades".

La entrada en vigor de la Ley de Fundaciones de 1994 propició una nueva época en el organismo creado por la actual Reina emérita dando pie a la creación de nuevos convenios con otros colectivos de ayuda social como Cruz Roja, Unicef o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, con los que todavía la institución sigue colaborando de forma activa.

La Reina, poco a poco, empezó a ver cumplido aquel sueño ya que su Fundación no sólo abordaba los problemas aislados de familias españolas sino que, gracias a su aportación económica, hacía realidad proyectos concretos que habían ideado otros colectivos. Fue una etapa en la que los viajes de cooperación llenaban buena parte de la agenda de la Reina, que se convirtió en la mejor embajadora de la solidaridad española con viajes a los países menos favorecidos del mundo, prestando atención sobre todo a Latinoamérica y África. Ese compromiso se reflejaba a la perfección en las palabras que un día dijo de ella el entonces secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campos: "Si pudiera, iría en persona a repartir bocadillos a Etiopía para erradicar el hambre".

En algunos de estos viajes se la ha llegado a ver incluso llorando ante estas desigualdades, dejando al descubierto su lado más humano, despojándose de toda aura institucional para mostrarse como una persona cariñosa, cercana y comprometida.

El hecho de tender una mano a otros países no supuso frenar las actuaciones en ámbito nacional, donde paralelamente se seguían realizando proyectos no sólo de acción social sino también relacionados con la salud, la educación, la mujer, la agricultura y el medio ambiente.

La posterior modificación de la Ley de Fundaciones y la de incentivos al Mecenazgo en 2002 trajo consigo una nueva etapa para la Fundación Reina Sofía, que comenzó a volcarse en el que hoy sigue siendo su buque insignia, el proyecto Alzheimer. Doña Sofía puso todo su interés en la ejecución de este proyecto, que empezó a hacerse realidad hace una década con la apertura del Centro Alzheimer en Vallecas.

La última etapa de la Fundación Reina Sofía en estos 40 años de trayectoria se inició como consecuencia de la última crisis económica. Desde 2007 la entidad presta más importancia a los proyectos nacionales y colabora activamente con la Federación Española de Bancos de Alimentos, con los que ha llevado a cabo numerosos proyectos por un importe superior al millón de euros.

También en estos años la Fundación Reina Sofía se ha interesado por buscar solución a otras dolencias neurodegenerativas, como el Parkinson o la enfermedad de Huntington, en cuya investigación también ha centrado sus esfuerzos. Precisamente éste es el objetivo que se marca la Fundación en su futuro más cercano. Así lo subrayó la propia Reina esta semana durante la celebración del 40 aniversario de la Fundación, en el que dejó claro que antes de mirar atrás para ver los logros conseguidos prefiere marcarse nuevas metas para seguir trabajando en el futuro. "Queda lo más importante, vencer la enfermedad", dijo para añadir después que su compromiso de futuro era ampliar la línea de trabajo de la Fundación Reina Sofía a todas las enfermedades neurodegenerativas.

En la celebración de este aniversario se pudo ver lo orgullosa que se siente la Familia Real del trabajo que ha desarrollado la Reina emérita en estas cuatro décadas a través de la fundación que lleva su nombre. "Ha sido una carrera de fondo, llena de éxitos y metas volantes, en la que junto a tu equipo siempre has contado con el apoyo de mi padre, el Rey Juan Carlos. Sin duda ha valido la pena", pronunció don Felipe, orgulloso de una madre que ha marcado su línea y subrayó que el trabajo de la Fundación "pone de relieve su humanidad y compromiso con las personas más desfavorecidas".

Sólo con echar un vistazo a los datos estadísticos, las palabras de Felipe VI se llenan de significado, ya que en estos 40 años, la Fundación Reina Sofía ha hecho realidad 153 proyectos, que han estado distribuidos en seis áreas de actuación: acción social, salud, mujer, educación, agricultura y medio ambiente. Las líneas más destacadas han sido las de acción social (con 65 proyectos), salud (con 44, incluyendo la construcción y equipamiento del Centro Alzheimer) y educación, con 29.

Pese al camino recorrido, que le ha llevado incluso estar nominada al Nobel de la Paz en dos ocasiones, la Reina emérita ha dejado claro que todavía queda mucho por hacer y que seguirá buscando lazos que le ayuden a seguir tejiendo esta bonita colcha de solidaridad que comenzó a hilvanar hace ahora 40 años. "Todos juntos podríamos vencer la indiferencia que muchas veces las sociedades avanzadas hemos sido incapaces de doblegar", proclamó en su discurso.

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