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Investigación

Las virtudes de las células madre

  • Las células madre embrionarias humanas son una herramienta biológica sin precedentes para conocer aspectos fundamentales del desarrollo humano.

PABLO MENÉNDEZ

Director del Banco Andaluz

de Células Madre

En 1998, el profesor James Thomson en Wisconsin, EE UU, publicaba la derivación por primera vez de células madre embrionarias humanas (CMEH), lo que suponía uno de los avances biotecnológicos más relevantes de la última década. Estas CMEH fueron obtenidas a partir de embriones humanos congelados en clínicas de Reproducción Asistida y donados, previo consentimiento informado, por parejas que habían satisfecho su unidad familiar.

A pesar de este avance biomédico, los científicos y clínicos que desempeñamos nuestra labor diaria en este campo debemos reconocer y divulgar públicamente que la células madre adultas están ya en pleno uso desde la década de los 70, cuando el profesor Edward Donnall Thomas consiguió demostrar que la inyección intravenosa de células de médula ósea podía repoblar y producir una nueva y sana médula ósea en pacientes oncológicos. Thomas no solamente convertía así el transplante de médula ósea en una terapia de rescate y alternativa de curación para multitud de pacientes afectados de diferentes tipos de leucemia, sino que mostraba la existencia y utilidad biomédica de las células madre hematopoyéticas (sanguíneas) que residen en nuestra médula ósea. Gracias a estos estudios pioneros, Thomas fue galardonado en 1990 con el Premio Nobel en Medicina.

Pocos son los que dudamos de que las únicas células madre que actualmente despiertan confianza para uso clínico son las adultas. Entre estas merecen especial atención las hematopoyéticas, rutinariamente usadas en transplantes de médula ósea y las mesenquimales (tipo de célula madre que da lugar a cartílago, hueso, músculo y grasa) que por sus características inmunológicas y su capacidad de diferenciación hacia múltiples tejidos presentan una amplia aplicabilidad clínica en medicina regenerativa y en reducción del rechazo post-transplante.

Sin embargo, las CMEH son una herramienta biológica sin precedentes para conocer aspectos fundamentales del desarrollo humano, desarrollar modelos de enfermedad, screening de nuevos fármacos y estudios de toxicidad y profundizar en la patogénesis y biología de tumores germinales. La generación de conocimiento en estas áreas usando CMEH ha sido, sin embargo, más difícil de lo que originalmente intuíamos. Al modesto progreso han contribuido aspectos éticos y científicos. Entre los éticos, destacar la limitación o incluso prohibición del uso de este material biológico en muchos países. A nivel científico, miles de investigadores con una dilatada carrera profesional en el campo de las células madre embrionarias de ratón hemos comprobado que las CMEH son biológicamente muy diferentes a sus homólogos murinos. Esto ha hecho que los investigadores en este campo hayan necesitado, prácticamente, empezar de cero en el estudio de las CMEH.

A pesar de los avances sobre la biología básica de las CMEH ya acontecidos, muchas son las preguntas que quedan por resolver. ¿Son las CMEH un artefacto biológico que surge de un proceso de selección clonal tras adaptación al cultivo? ¿Qué genes y factores extrínsecos son responsables de la diferenciación específica a línea? ¿Qué condiciones de cultivo son las más adecuadas? ¿La progenie diferenciada es realmente funcional post-transplante in vivo? ¿Cómo podemos dirigir la diferenciación hasta un estadio concreto?

A estas preguntas aún sin respuesta, debemos sumarle el reciente descubrimiento, quizás entre los tres más importantes de la última década (y el más importante del 2008 para la prestigiosa revista Science) en la biomedicina y biología, de las células iPS (del inglés induced pluripotent stem cells). En el 2006, el grupo de Yamanaka y colaboradores mostraban en ratón, cómo la simple introducción de cuatro genes en células adultas diferenciadas era capaz de revertir todo el programa de diferenciación y reprogramar las células a un estadio embrionario. Esto pudo ser reproducido en humanos a lo largo del 2007 y 2008, convirtiéndose en la actualidad en una técnica prácticamente rutinaria. La generación de células iPS a partir de células somáticas hubiese sido difícilmente alcanzable sin el conocimiento generado años atrás con CMEH y células madre embrionarias de ratón. Estas células iPS pueden ser derivadas, en teoría, a partir de multitud de tejidos somáticos. Los genes introducidos se apagan mientras inducen la expresión endógena de estos mismos genes "reprogramadores". La generación de células iPS parece anular en gran medida la controversia generada en torno al uso de embriones humanos congelados dado que no requieren el empleo de ningún material embrionario humano.

A pesar de las dificultades éticas y científicas que acompañan a todo investigador que pretende explorar un campo innovador, la próxima década nos proporcionará multitud de avances tecnológicos en este campo, acompañados de conocimiento básico sobre la biología del desarrollo, ontogenia y jerarquía tisular y patologías con una base prenatal. Todo este trabajo que fácilmente requerirá más de una década puede ser la antesala a futuras aproximaciones a la medicina translacional. Cualquier intento precoz por parte de una minoría de acercar estas tecnologías a la clínica será un error con consecuencias nefastas que será difícilmente perdonable por la comunidad científica y la sociedad. Debemos de aprender a caminar antes de ponernos a correr.

Para alcanzar este objetivo es imprescindible que los científicos, éticos, clínicos y la sociedad caminen en paralelo sin pausa pero sin prisa. En España y en especial en nuestra Comunidad Autónoma, Andalucía, somos afortunados de poder trabajar dentro de un marco legal favorable donde todas las líneas de investigación son cuidadosamente revisadas por un Comité de Bioética Autonómico y otro Nacional. Además, aunque el porcentaje del PIB español destinado a I+D+i sigue siendo una tercera parte de lo destinado por países desarrollados e innovadores de nuestro entorno, los fondos públicos destinados a la investigación biomédica han aumentado considerablemente en los últimos 3-4 años. Este esfuerzo inversor en estrategias de I+D+i, es especialmente relevante en Andalucía, lo que sin duda tendrá un retorno para nuestra sociedad en forma de salud, bienestar y conocimiento.

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