Muerte por inhalación de fosfina

Aplazan el juicio por la muerte de la familia intoxicada por los tapones con fosfina en Alcalá de Guadaíra

  • La vista oral se ha suspendido ante la falta de una sala para acoger a todas las partes y se fijará para finales de julio

Agentes de la Policía Nacional en la vivienda de Alcalá donde se produjo la tragedia familiar.

Agentes de la Policía Nacional en la vivienda de Alcalá donde se produjo la tragedia familiar. / M. G.

El juzgado de lo Penal número 4 de Sevilla ha aplazado finalmente el juicio que debía comenzar el próximo 2 de julio de 2020 contra los tres procesados por la muerte en diciembre de 2013 de tres miembros de una familia de Alcalá de Guadaíra que inhalaron fosfina de unos tapones de plaguicidas. El aplazamiento se debe a la falta de disponibilidad de una sala para celebrar un juicio con tantas partes procesales -hay cuatro acusaciones y cinco defensas-, por lo que la vista se fijará para finales de julio y se celebrará en principio en la sala de la Audiencia de Sevilla que acogió el juicio de los ERE, según han confirmado fuentes del caso.

La Fiscalía reclama inicialmente una condena de cuatro años de cárcel para los tres acusados, dos trabajadores de la empresa Alansu y el responsables de la chatarrería Reciclados Nivel –a los que se vendió de manera irregular una partida de tapones–. Se les acusa de un delito contra el Medio Ambiente en concurso ideal con tres delitos de homicidio imprudente, por los que reclama esa condena de prisión, así como el pago de indemnizaciones que suman los 820.000 euros, de los cuales la mayor cuantía –720.000 euros– se solicitan para una hija del matrimonio compuesto por Enrique Caño y Concepción Bautista que también resultó intoxicada pero no falleció, y los restantes 100.000 euros para otros cinco hijos que Enrique Caño tenía de otras relaciones anteriores.

La Fiscalía considera que los tres acusados, M. R. S. M., empleada de Alansu, M. T. R., mozo de almacén de la misma empresa, y P. A. G. C., administrador de Reciclados Nivel, eran conscientes de que los envases de aluminio contaminados eran “residuos peligrosos que debían gestionarse por una empresa autorizada para ello”, y también del “grave riesgo para la salud de las personas que implicaba extraerlos del procedimiento de gestión establecido legalmente”.

Reciclados Nivel, prosigue la acusación pública, carecía de autorización para la gestión de estos residuos, pero en mayo de 2013 llegó a un acuerdo con la encargada de Alansu para la retirada de 880 kilos de botes de aluminio, y a principios de diciembre de 2013 –el fiscal apunta que sería el día 3 o el 4– fue retirada otra partida de 198 kilos de aluminio contaminados, a los que posteriormente les fueron retiradas las etiquetas como los tapones de seguridad de plástico, que fueron vendidos el 13 de diciembre a una empresa de Alcalá autorizada para la gestión de residuos no peligrosos y cuyos responsables “desconocían el origen real de dichos envases”.

En la sede de Reciclados Nivel quedaron dentro de dos sacos tanto parte de las etiquetas como los tapones de seguridad de plástico, los cuales fueron entregados varios días antes del 13 de diciembre a Enrique Caño “considerando que carecía de valor” y dado que esta persona era un cliente habitual que acudía a vender chatarra y otros efectos, y que aceptó los tapones “desconociendo su peligrosidad”.

Enrique Caño llevó los tapones a su domicilio, ubicado en la calle Pesadora de Alcalá, donde los depositó dentro de los sacos en una bañera de uno de los cuartos de baño de la vivienda en la que almacenaba todo tipo de efectos que iba a vender posteriormente, puesto que esa bañera no era utilizada por su esposa, Concepción Bautista, ni por sus dos hijas menores de edad.

El relato de la Fiscalía precisa que en la tarde del 12 de diciembre, una de las niñas, la que posteriormente sobrevivió a la tragedia familia, dejó en un barreño agua y lejía en la bañera con la finalidad de “decolorar una zapatilla, junto a los sacos que contenían los tapones de los envases Eurofume y Gastoxim B que había depositado allí su padre”.

Como consecuencia de la “humedad ambiental” generada en el cuarto de baño “y/o a causa de alguna manipulación realizada por miembros de la familia sobre dichos tapones en la tarde del 13 de diciembre de 2013 –por ejemplo, su lavado–, se desencadenó una potente reacción química en los restos de fosfuro de aluminio existentes tanto en los tapones como en los sacos, liberando fosfuro de hidrógeno (fosfina)” que inhalaron estas personas durante varias horas y provocó la muerte del matrimonio y de una de las hijas.

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