Policía Científica

La Ciencia contra el crimen

  • La Brigada Provincial de Policía Científica identifica a 1.059 presuntos autores de un delito en un año por el ADN y las huellas

La Ciencia contra el crimen

No practican detenciones pero su trabajo conduce a esclarecer multitud de delitos. Su especialidad se creó hace más de un siglo, en concreto en 1911, cuando se puso en funcionamiento un rudimentario servicio de identificación dactilográfica manual, pero en la actualidad se han convertido en una de las piezas esenciales en la lucha contra el crimen, en la identificación de los delincuentes, a través del ADN o el cotejo de huellas, y en la investigación de delitos informáticos como la posesión y distribución de pornografía infantil. Son los CSI españoles, aunque su trabajo no es tan fácil como el que muestran las series de televisión.

El comisario Juan Bernal Galeano, jefe de la Brigada de Policía Científica, que da servicio a las provincias de Andalucía Occidental (Sevilla, Huelva, Cádiz y Córdoba), y el inspector jefe Ángel Gabriel Romero Hernández, jefe de Sección de la Brigada de Policía Científica, han acompañado a este periódico en un amplio reportaje por los distintos laboratorios que componen esta unidad, en la que en la actualidad priman las labores relacionadas con la identificación de ADN y la sección de informática forense, que es lo “más novedoso” y que más satisfacciones está reportando a esta unidad.

Un funcionario examina pruebas en el microscopio. Un funcionario examina pruebas en el microscopio.

Un funcionario examina pruebas en el microscopio. / juan carlos vázquez

La investigación de delitos de internet, en las redes sociales y el análisis de los teléfonos móviles de los detenidos ocupa buena parte de la labor de una unidad que trabaja de forma transversal para el resto de grupos policiales.

Los jueces envían a esta unidad muchos teléfonos intervenidos a los detenidos para analizar la información que contienen. “Nuestra especialidad es el desbloqueo de teléfonos. Nosotros extraemos la información y hay muchísimos problemas para abrirlos, porque hoy en día todo está encriptado. Nuestros expertos, con herramientas forenses muy potentes, la mayoría de ellas de sello israelita, extraen las tripas a esta información y se las entregamos a la Policía Judicial, que es la que procesa esa información y hace las detenciones, nosotros identificamos datos y personas, pero no detenemos”, explica el inspector jefe Ángel Gabriel Romero.

El rigor en la actuación de la Policía Científica es tal que no caben las posibilidades, la identificación de un sospechoso debe ser plena. Para la unidad de Policía Científica “sólo existe el blanco o el negro, se dice que es una persona cuando se está al 100% seguro, ante la duda nos callamos”, precisa el inspector jefe.

La profesionalidad de esta unidad está basada en la especialidad y los títulos universitarios que poseen sus miembros. “Para estar en un laboratorio biológico hace falta un título universitario en Biología o Química, y eso avala el informe pericial que se remite al juzgado, independientemente de lo que digan las máquinas. Esto no es como el CSI, donde le metes la camiseta y te sale la foto” del sospechoso, comenta el comisario Juan Bernal, que señala que esta serie no tiene nada que ver con la labor policial aunque “sirve” para que la gente se interese por la labor que realizan.

Un agente examina las huellas de un sospechoso. Un agente examina las huellas de un sospechoso.

Un agente examina las huellas de un sospechoso. / juan carlos vázquez

En algunas ocasiones, como ocurrió en el caso de la violación del Parque de María Luisa, se pudieron conseguir pruebas biológicas del autor porque una limpiadora, aficionada a esta serie americana, tuvo la precaución de guardar los restos hallados en el escenario del crimen en una bolsa antes de depositarlo en un contenedor de basuras.

Como las “pruebas irrefutables” en el “99% de los juicios” hay una conformidad

El responsable de la Brigada destaca precisamente la profesionalidad y la formación continúa de los agentes de la Científica, quienes sólo ofrecen “pruebas irrefutables”, lo que hace que en el “99% de los juicios” en los que interviene la Unidad de Policía Científica los delincuentes alcancen una conformidad previa al juicio y los funcionarios ni siquiera llegan a declarar en la vista oral.

Varios técnicos en el laboratorio biológico de la Policía Científica. Varios técnicos en el laboratorio biológico de la Policía Científica.

Varios técnicos en el laboratorio biológico de la Policía Científica. / juan carlos vázquez

Aunque no es una unidad que practiquen detenciones, el inspector jefe Ángel Gabriel Romero, que tiene una gran experiencia y lleva en la Científica desde 1983, recuerda cómo en una ocasión sí practicaron excepcionalmente el arresto de un individuo que había matado a su hermano en el barrio sevillano de Madre de Dios, puesto que habían regresado al escenario del crimen para seguir con la recogida de unas muestras y en ese momento sorprendieron al sospechoso que había ido al domicilio a recoger sus pertenencias, por lo que lo detuvieron in fraganti.

Una buena parte de la labor de la Científica se centra la identificación de sospechosos de delitos, ya sea a través de las muestras de ADN como por las huellas dactilares. En sólo un año, entre el 1 de junio de 2018 y el 31 de mayo de 2019, la Brigada de Policía Científica ha identificado a un total de 1.059 personas como partícipes de un delito (833 a través del ADN y 226 mediante huellas), lo que supone una media de 2,9 identificaciones cada día.

Existe además una colaboración muy amplia a nivel policial gracias al tratado de Prüm –firmado en la localidad de Prüm (Alemania) en mayo de 2005–, que prevé el intercambio entre los países que lo han firmado de los perfiles de ADN, datos dactiloscópicos, registros de matriculación de vehículos y datos personales y no personales relacionados con la cooperación policial transfronteriza. Esta colaboración ha permitido, por ejemplo, esclarecer delitos en España gracias a vestigios o huellas que en principio eran anónimos pero que han sido identificados porque los autores han cometido un delito en otro país.

Agentes trabajando en el laboratorio químico. Agentes trabajando en el laboratorio químico.

Agentes trabajando en el laboratorio químico. / juan carlos vázquez

No hay crimen perfecto

La Policía Científica contribuye a desmontar en muchas ocasiones el falso mito del crimen perfecto. “Desde el punto de vista de la utopía, cuando algo se intenta perfeccionar, cuando intentan perfeccionar su modus operandi o engañarnos, empiezan a cometer fallos nuevos”, señala el jefe de Sección Ángel Gabriel Romero, que explica que los delincuentes de ahora “no toman las mismas precauciones que los de hace 40 años, han ido evolucionando y tomando precauciones, saben de qué manera los cogemos, y además nosotros en el procedimiento penal explicamos nuestra forma de trabajar y ellos lo saben. Ellos no saben que están cometiendo esos fallos y ahí estamos nosotros para ir detrás. Es como lo del perro y el gato y no sabemos quien es el perro o el gato, porque vamos aprendiendo mutuamente”.

La Policía “siempre ha ido detrás del delincuente, es lo que se ha dicho siempre desde que yo entré en la escuela en el año 1974, en el sentido de que el delincuente va innovando técnicas y la Policía va recogiendo esas innovaciones y reprimiendo ese hecho delictivo. El delincuente siempre va innovando”, añade el comisario Juan Bernal Galeano, que recuerda cómo recientemente le contaron que uno de los narcotraficantes más buscados se había trasplantado las huellas de los pies en las manos para tratar de evitar su captura. Pero en este caso y a pesar del engaño, la Policía descubrió la estratagema.

Infrografía forense sobre el caso Marta

El inspector jefe Ángel Gabriel Romero recuerda que en la investigación del asesinato de Marta del Castillo se encontraron “muchísimas evidencias” biológicas en el domicilio de León XIII, escenario del crimen, y desde el punto de vista de la labor que debía realizar la Policía Científica el caso está “resuelto” y las evidencias que se sacaron fueron “concluyentes”.

En este caso, dado que cada uno de los jóvenes detenidos inicialmente –Miguel Carcaño, su amigo Samuel Benítez y el entonces menor Javier García Marín, el Cuco– había ofrecido versiones distintas de lo que había ocurrido en el piso de León XIII, la Policía realizó “tres infografías diferenciadas que se contradecían entre sí. Cuando no sabemos lo que ha ocurrido damos las tres posibilidades, pero no lo damos como certero, como una verdad total”.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios